_
_
_
_

Los cambios en Oriente Próximo impulsan nuevas negociaciones de paz entre Turquía y el PKK kurdo

El fundador del grupo armado, Abdullah Öcalan, tiene previsto hacer un llamamiento “histórico” en los próximos días, que puede conducir al desarme tras más de 40 años de conflicto

Seguidores del partido kurdo DEM enarbolan imágenes del líder kurdo encarcelado Abdullah Öcalan, en Estambul, el 17 de marzo de 2024.
Seguidores del partido kurdo DEM enarbolan imágenes del líder kurdo encarcelado Abdullah Öcalan, en Estambul, el 17 de marzo de 2024.Umit Bektas (REUTERS)
Andrés Mourenza

Los profundos cambios que se han vivido en Oriente Próximo en los últimos meses han impulsado un intento de negociaciones de paz entre Turquía y el grupo armado kurdo PKK. El pasado martes, Tuncer Bakirhan, colíder del Partido DEM, la principal formación kurda de Turquía, anunció que el fundador y líder histórico del PKK, Abdullah Öcalan, “se prepara para hacer un llamamiento histórico” en los próximos días. Según la prensa local, incluirá una petición de abandono de las armas.

Durante los últimos 25 años, Öcalan ha permanecido encerrado en una isla-prisión turca en medio del mar de Mármara, desde que fue capturado por los servicios secretos turcos el 15 de febrero de 1999 en Kenia. Allí cumple cadena perpetua por haber dirigido una organización considerada terrorista por Turquía (también por la UE y EE UU), cuyo enfrentamiento con las fuerzas de seguridad turcas ha provocado más de 40.000 muertos en las últimas cuatro décadas, parte de ellas debido a la guerra sucia llevada a cabo por el Estado en la década de los noventa. Pese a su prolongado encierro, Öcalan aún guarda gran influencia sobre el movimiento nacionalista kurdo, tanto en Turquía como en Siria. “El PKK es una organización muy jerárquica, basada en el seguimiento a un líder, que es Öcalan. Así que si Öcalan hace un llamamiento, la parte armada y la parte política cumplirán con él”, explica el analista Roj Girasun, director del instituto demoscópico Rawest, con sede en Diyarbakir, capital oficiosa de los kurdos de Turquía.

En los últimos meses, el aislamiento al que se le sometía a Öcalan desde el fracaso del último proceso de paz (2012-2015) se ha roto con la visita de varias delegaciones del DEM autorizadas por el Ministerio de Justicia y, según algunas fuentes locales, también ha habido contactos directos entre el líder del PKK y enviados del Gobierno.

Lo curioso de este nuevo intento por lograr la paz es cómo comenzó. El pasado otoño, de forma inesperada, el líder del partido de ultraderecha nacionalista MHP, Devlet Bahçeli, aliado del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, dio un discurso en el que propuso que Öcalan acudiese al Parlamento turco e hiciese un llamamiento al desarme y, a cambio, ofreció que el “jefe terrorista” obtuviese beneficios penitenciarios. Esto, después de que Bahçeli haya basado buena parte de su carrera política en la oposición a cualquier tipo de concesión al PKK o a otorgar derechos culturales a los kurdos de Turquía.

Numerosos analistas coinciden en que la razón que llevó a la coalición gubernamental turca a proponer la negociación era el miedo que, en ese momento, despertaban un posible enfrentamiento entre Israel e Irán y la extensión del conflicto en toda la región, dado que el PKK mantiene su cuartel general en la cordillera que separa Irak e Irán y un grupo estrechamente vinculado, las milicias kurdo-sirias YPG, controlan el noreste de Siria con apoyo de Estados Unidos. “La motivación principal parecen ser los cambios en los equilibrios de poder en Oriente Próximo. Durante mucho tiempo, Ankara ha temido que sus rivales regionales, como Irán o Israel, exploten su conflicto con el PKK apoyando al grupo de forma abierta o encubierta”, afirma Berkay Mandiraci, analista del centro de estudios International Crisis Group.

La caída del régimen de Bachar el Asad —cuyo padre acogió durante años a Öcalan hasta que las presiones de Turquía le obligaron a expulsarlo— ha añadido presión a la parte kurda. El desarrollo de la tecnología militar turca ha permitido que, en los últimos años, las Fuerzas Armadas turcas neutralicen la actividad del PKK dentro del territorio turco, y la lucha contra el grupo armado kurdo se ha trasladado al norte de Irak y a Siria.

Rojava —como los kurdos se refieren a las zonas bajo su control en Siria— se ha convertido en el mayor símbolo para el nacionalismo kurdo, con gran resonancia internacional tras la derrota de los yihadistas del Estado Islámico por parte de las milicias kurdas. Allí se ha establecido un sistema de autonomía en el que se ha garantizado un papel importante a las mujeres en la esfera política y militar y que incluye cierta participación democrática, aunque siempre dentro de los estrictos límites fijados por organizaciones vinculadas al PKK y dentro un modelo de fuerte culto a la personalidad de Öcalan, lo que es rechazado por buena parte de la población árabe y los kurdos no simpatizantes con la ideología öcalanista.

El nuevo Gobierno sirio, que cuenta con apoyo total de Turquía, pretende unificar el control de todo el territorio y exige a las milicias kurdas que se disuelvan e integren en el nuevo ejército. Además, el Departamento de Defensa de EE UU ha comenzado a preparar planes para evacuar a sus 900 soldados en esa zona, lo que eliminaría el último obstáculo para una eventual intervención militar turca en el norte de Siria en caso de que las negociaciones entre las milicias kurdas y Damasco no den resultado.

Mapa: la lucha entre Turquía y el PKK se ha desplazado a Siria e Irak

Cada punto representa un incidente violento entre las fuerzas de seguridad turcas y el PKK en Turquía e Irak o las milicias YPG en Siria. Diseño: Claire Boccon-Gibod Fuente: International Crisis Group / ACLED
Cada punto representa un incidente violento entre las fuerzas de seguridad turcas y el PKK en Turquía e Irak o las milicias YPG en Siria. Diseño: Claire Boccon-Gibod Fuente: International Crisis Group / ACLED

“Los dos teatros de operaciones [Siria y Turquía] están inevitablemente ligados. Si la iniciativa política de Ankara para terminar el conflicto con el PKK prospera, eso podría resolver el atolladero del norte de Siria, pero todo es todavía muy vago y hace falta un claro plan hacia la paz”, advierte Mandiraci.

Lo que no está claro es qué obtendrán los kurdos de Turquía a cambio del cese de la lucha armada del PKK. En un reciente encuentro con la prensa extranjera, los colíderes del DEM, Tulay Hatimogullari y Tuncer Bakirhan, sostuvieron que resolver la cuestión armada es la parte “fácil”, pero únicamente eso “no resolverá la cuestión kurda”, que “se prolonga durante un siglo”. Para ello, dijeron, son necesarios cambios en las políticas de Turquía que permitan a todos sus pueblos vivir de acuerdo a su identidad, autorizar la enseñanza en las lenguas locales (el turco es la única lengua oficial del país), medidas democráticas y el fin de la represión contra los movimientos de oposición a Erdogan. Con todo, Bakirhan matizó que estas son “propuestas” y no “condiciones” de su partido para la negociación. Lo cierto es que, pese a que el DEM mantiene un apoyo de en torno al 9-10% del electorado en Turquía, pasa por un momento de debilidad debido a la represión: miles de dirigentes del partido han sido encarcelados, parte de los ayuntamientos obtenidos en las elecciones municipales han sido intervenidos por el Ministerio de Interior y la amenaza de ilegalización por parte de la Justicia ha obligado a cambiar las siglas del partido varias veces.

“Al contrario que en el anterior proceso de paz, esta vez no se está negociando un proceso de democratización [en paralelo al fin de la lucha armada], sino que ahora es un proceso definido exclusivamente en torno a la seguridad”, afirma Girasun, y añade que, entre los kurdos de Turquía, “hay cierta esperanza” por estas nuevas negociaciones pero también “mucha preocupación”. “Cuando se rompió el anterior proceso de paz, Turquía viró hacia un sistema menos democrático, se endureció la represión y el nacionalismo [turco]. Así que hay miedo de que ocurra lo mismo y todo vaya a peor”, arguye.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_