Regreso a las ruinas en Gaza en medio del alto el fuego: “No nos queda nada”
La tregua permite a miles de personas retornar a sus lugares de origen en la Franja, pero en muchos casos solo encuentran una montaña de escombros
Mohamed al Najjar, un estudiante de Derecho de 24 años, aprovechó el domingo el primer día de alto el fuego para regresar a su residencia familiar de Rafah, en el extremo sur de Gaza. Lo que se encontró, ocho meses después de huir ante la llegada de las tropas israelíes, fue una montaña de escombros. “No nos queda nada”, resume a través de mensajes de texto y vídeo enviados por teléfono. A su alrededor, la mayoría de las casas presentan el mismo aspecto en medio de unas calles en las que no queda ni el asfalto.
En las imágenes se ve a habitantes que, como él, deambulan para comprobar lo que queda de la localidad fronteriza con Egipto arrasada por los intensos combates. En Rafah murió en octubre el líder de Hamás, Yahia Sinwar, cerca de un túnel donde a finales de julio habían sido asesinados ante la llegada de militares israelíes seis rehenes capturados durante el ataque de la milicia fundamentalista el 7 de octubre de 2023.
“Esta era mi casa, un edificio de seis plantas. ¿Por qué deberíamos regresar a Rafah? ¿Para llorar? No podemos volver a esta casa que nos llevó 30 años levantar”, afirma frustrado Al Najjar mirando a la cámara sobre las ruinas donde hasta mayo pasado vivía junto a una decena de familiares en un inmueble que acogía a medio centenar de vecinos. Más de 163.000 edificios, en torno a dos tercios de los que hay en toda Gaza, han resultado destruidos, según el análisis de imágenes por satélite de la ONU, que coinciden en las estimaciones de la Universidad de Oregón (Estados Unidos).
El nivel de destrucción es de tal magnitud que poder regresar a sus lugares de origen, a sus calles, a sus barrios no significa para los gazatíes que vayan a poder habitarlos de nuevo, al menos en los próximos meses. La realidad de las ruinas ha empujado a Al Najjar a dar marcha atrás casi de inmediato hacia Deir el Balah, localidad en el centro de la Franja y a una decena de kilómetros de Rafah, donde se asentó junto a su familia. “No hay lugar habitable en Rafah”, concluye.
Desde que comenzó la guerra el 7 de octubre de 2023 con la matanza de Hamás de unas 1.200 personas en territorio israelí, unos dos millones de gazatíes (del total de 2,3 millones) han sido obligados a desplazarse (algunos varias veces) por los ataques y las órdenes de movimiento forzoso del ejército israelí. Un informe del pasado noviembre de Human Rights Watch (HRW) denuncia el desplazamiento “forzado, masivo y deliberado” de casi toda la población de forma repetida y “sin razón militar imperiosa”.
Las dificultades del transporte, sin apenas combustible y con muchos vehículos destrozados, suponen un problema añadido. Al Najjar detalla que él primero llegó en coche hasta Jan Yunis y, desde allí, alcanzó Rafah a pie. Pero añade que, ahora mismo, no tiene más plan que esperar en el mismo sitio en el que ha encontrado refugio desde mayo, en Deir el Balah.
Cuerpos entre los escombros
Como Al Najjar, muchos de los cientos de miles de desplazados de Gaza en los últimos 15 meses de guerra aprovechan la tregua con Israel para tratar de regresar a los lugares de los que fueron expulsados por las bombas y el ejército, lo que ONG como HRW consideran “crímenes de guerra y de lesa humanidad” y “limpieza étnica”. Hay vecinos que regresan sabiendo que sus casas no están en pie, pero lo hacen para tratar de localizar entre los escombros los cuerpos de familiares que siguen desaparecidos, afirma la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA).
En torno a medio centenar de cuerpos han sido hallados en las últimas horas en Jan Yunis, informan los servicios de emergencia. El Gobierno de Hamás estima que puede haber miles por localizar, que se sumarían a los más de 47.000 muertos registrados oficialmente en la Franja por los ataques israelíes.
No hay en todo caso cifras de los movimientos de población de momento, pese a las imágenes de columnas de personas avanzando por los caminos a pie, en coches o carros tirados por burros. No todas las zonas de la Franja son accesibles ya, especialmente el norte. Lo estarán según avance el proceso de tregua, se coloquen en retaguardia las tropas de ocupación y las autoridades israelíes den el visto bueno a que los ciudadanos circulen con más libertad. Los habitantes que logran acceder a lo que fueron sus casas documentan con los teléfonos móviles escenas de barrios devastados en las que a veces aparecen niños risueños ondeando la bandera palestina tras el final de los ataques.
Mustafa Ibrahim, jubilado de 62 años y miembro de la organización de derechos humanos Addameer, prepara ya ese regreso a Ciudad de Gaza en compañía de su mujer y tres hijos, aunque sabe de antemano que su vivienda está destruida. Espera que las autoridades israelíes den el visto bueno en los próximos días. “Tendré que alquilar una casa, aunque no sabemos dónde buscar. La vida va a ser complicada y la renta será alta porque el número de viviendas que no han sido destruidas es pequeño. Además, el suministro de agua, el saneamiento, la red eléctrica e internet también han sido destruidos”, explica por mensajes enviados a través del móvil desde Deir el Balah.
El 13 de octubre de 2023, Ibrahim escapó en medio de los ataques del barrio de Rimal de Ciudad de Gaza hacia Rafah, donde fue acogido por sus hermanos. Desde allí, la familia huyó de nuevo en mayo pasado hacia Deir el Balah en un periplo que han repetido cientos de miles de personas. Ibrahim se muestra pese a todo “optimista” y “esperanzado” con la tregua y ante una etapa que cree que debe centrarse en la reconstrucción pese a las diferencias políticas. Mohamed Al Najjar se aferra también al alto el fuego como un paso hacia el final de la contienda.
El ejército de Israel ha anunciado este martes que, si lo acordado con Hamás se mantiene, la semana que viene permitirá retornar a la población al norte. En la zona septentrional se ubica el principal núcleo de población del enclave, Ciudad de Gaza, y algunas de las localidades más castigadas, como Yabalia, Beit Lahia o Beit Hanun. Además de mantener cerrado el corredor militar Netzarim, que divide en dos la Franja, un portavoz castrense, Avichay Adraee, advierte del peligro que supone acercarse a la frontera con Israel, así como bañarse en la playa o pescar en el mar.
Bajo los restos de la vivienda de Mohamed al Najjar en Rafah está la documentación que el joven trata de recuperar para poder ser tratado de nuevo en el extranjero de sus problemas en la retina. Ya fue operado en Valencia en 2009, siendo un niño, y su deseo ahora es poder obtener un nuevo visado.
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