Israel intensifica el cerco y los ataques en su tercer intento de someter al norte de Gaza
Un bombardeo causa una decena de muertos en un centro de distribución de alimentos en el campo de refugiados objetivo de la ofensiva. Hay una veintena de víctimas más en una escuela y una zona de acampada
La ofensiva que Israel lleva a cabo desde hace dos semanas en el norte de Gaza, donde una decena de personas han muerto en las últimas horas en el ataque a un centro de distribución de comida, no impide que se mantengan los intensos bombardeos en la mitad sur del enclave palestino. Al menos 18 personas perecieron allí en el ataque a una escuela de la ONU en Nuseirat. Otras cuatro fallecieron poco después, en una zona de acampada que acoge a desplazados por la guerra en Deir el Balah. Por tercera vez, las tropas de ocupación israelíes tratan de acabar con la resistencia armada palestina en la zona septentrional de la Franja mediante una incursión terrestre y aérea —con aviones y drones— en la que, según la ONU, se han producido ya “cientos de muertos”.
Parte de la estrategia para someter a los cerca de 400.000 gazatíes que quedan en el norte de la Franja es impedir la llegada de alimentos y otros suministros básicos, por ejemplo, para los hospitales, lo que obliga así a la población a desplazarse hacia el sur. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha condenado el “gran número de víctimas civiles en la intensificación de la campaña israelí en el norte de Gaza”, según ha subrayado su portavoz, Stéphane Dujarric.
Los muertos en la Franja tras un año de guerra ascienden ya a más de 42.200, la mayoría civiles, según fuentes sanitarias del Gobierno de Hamás.
“Muchas personas estaban esperando poder recibir comida para sus hijos cuando Israel atacó con un dron”, explica por teléfono Mohamed Obaid, director del hospital Al Awda de Yabalia, hasta donde han llegado este lunes tres de los muertos en un centro de distribución de alimentos y unos 40 heridos. Otros siete cadáveres y al menos una decena más de heridos, añade, fueron trasladados al hospital Kamal Adwan de Beit Lahia, también en el norte de Gaza y sometida al asedio israelí junto a Beit Hanun y Yabalia. Otras fuentes médicas consultadas por la agencia Reuters señalan que este ataque se produjo con un proyectil de tanque. Del campo de refugiados llegaron imágenes de carros de combate israelíes por zonas arrasadas en medio de edificios destruidos por los bombardeos y la artillería. Sigue siendo un escenario vedado a los medios de comunicación, salvo un puñado de reporteros locales que, según aseguran, se han convertido en objetivos también.
“Hay un gran número de heridos, incluidos niños y mujeres, en la zona asediada, en las calles y en las casas, a los que las ambulancias no pueden llegar”, describe por mensaje Husam Abu Safieh, director del hospital Kamal Awan, en Beit Lahia. También “llegan muchos mártires [como llama a los muertos por la causa palestina] a diario y muchos heridos para los que no tenemos el equipo necesario ni instalaciones”, agrega al tiempo que alerta de la escasez de suministros médicos y del combustible necesario para mantener la actividad del centro. El temor es que el material se acabe de manera definitiva. Aunque no ha abandonado el norte de Gaza ni la atención a los pacientes durante toda la guerra, Abu Safieh reconoce que “estos están siendo los días más difíciles que ha afrontado el hospital”.
“El sistema de salud está prácticamente colapsado”, alerta Philippe Lazzarini, máximo responsable de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), que añade en un comunicado que no logran contactar con su equipo sobre el terreno en Yabalia, “el más afectado” y de donde se han visto obligadas a huir unas 50.000 personas. La agencia ha tenido que suspender sus servicios en ese campo de refugiados, incluida la atención médica, y solo funcionan dos pozos de agua. “Desde el 30 de septiembre, no se ha permitido a Naciones Unidas proporcionar ningún tipo de asistencia, ni siquiera alimentos”, denuncia Lazzarini.
“Mientras hablamos, escribimos, tuiteamos, sollozamos, las fuerzas israelíes están cometiendo otra masacre en el norte de Gaza. En Yabalia, la gente es asesinada —tanto en grupos como de uno en uno— en medio de una crueldad y un sadismo indescriptibles”, denuncia en su cuenta de X (antes Twitter) la abogada italiana Francesca Albanese, relatora de la ONU para los derechos humanos en Palestina.
La comunidad internacional debe impedir la deportación del norte del enclave palestino por parte de Israel, señala un comunicado hecho público este lunes por varias organizaciones humanitarias israelíes. Acusan a las tropas de impedir la llegada de alimentos en un plan para “matar de hambre a la población”. La comunidad internacional “tiene la responsabilidad de impedir los crímenes de hambre y traslados forzados” y, si no actúa, “será cómplice”. Para ello, deben poner en marcha actuaciones a su disposición de carácter jurídico, económico o diplomático, señala el texto de las ONG B’Tselem, Yesh Din, Médicos por los Derechos Humanos y Gisha.
Las autoridades israelíes han anunciado la llegada de 30 camiones con ayuda, algo que las organizaciones humanitarias consideran insuficiente, según la Coordinación de Actividades Gubernamentales en los Territorios (COGAT, en sus siglas en inglés), que supervisa la actividad civil en la Palestina ocupada.
Quemados vivos
En otro bombardeo este lunes, al menos 18 personas han muerto en una escuela que gestiona la UNRWA en Nuseirat, en el centro de la Franja. “Gaza es un infierno sin fin”, describe Lazzarini en un mensaje en la red social X en el que informa de que la campaña de vacunación de la polio, que iba a llevarse a cabo en las instalaciones desde este lunes, ha tenido que ser suspendida por los daños.
Las imágenes más difundidas en las últimas horas son las del ataque a una zona de acampada adyacente al hospital Al Aqsa de Deir el Balah, en el sur del enclave. Se produjo de madrugada, en torno a la una y media, según testigos presenciales. Fuentes médicas palestinas informan de al menos cuatro muertos en un ataque que también ha condenado Lazzarini. Los vídeos muestran cómo al menos una persona muere abrasada entre las llamas de las tiendas de campaña sin poder ser socorrida por la intensidad del incendio.
“No queda nada de dos hileras de tiendas”, describe la reportera gazatí Ghada Oudah tras visitar en la mañana del lunes el lugar de los hechos, un sitio que conoce bien porque suele visitarlo con frecuencia. Muchas personas, añade por teléfono, se refugian cerca del hospital porque allí es más fácil el acceso a suministros básicos como agua o electricidad. Las llamas, calcula, tardaron alrededor de dos horas en ser extinguidas. “Ha sido horrible: se han quemado vivos sin que pudieran hacer nada por ellos”, lamenta. “Pero esta no es la primera vez que este sitio es objeto de ataques”, recuerda.
El ejército israelí afirma haber abierto una investigación sobre ese ataque que, no obstante, califica de “preciso”, y cuyo objetivo eran “terroristas que operaban dentro de un centro de comando y control”. Posteriormente, añade en un comunicado, “se inició un incendio” en la zona de acampada del centro sanitario “probablemente debido a explosiones secundarias”.
Albanese: “Me sorprende que no podamos detenerlo”
Ronen Bar, jefe del Shin Bet —los servicios secretos internos de Israel—, ha reconocido estos días durante una visita a tropas en Líbano que piensan mantener el control militar tanto sobre parte de ese país como de Gaza mientras no haya un acuerdo de alto el fuego. La ofensiva de este octubre es, tras los intentos de hace un año y de mayo, la tercera tentativa de las tropas israelíes por hacerse con el control del norte de Gaza, donde la resistencia armada encabezada por Hamás no ha logrado ser descabezada.
Albanese denuncia lo que considera un “plan genocida” por parte de los israelíes, “con armas fabricadas en Occidente y con apoyo occidental”. “Me sorprende”, añade, “pensar que sabemos lo que está haciendo Israel y que, en conjunto, no podemos detenerlo”.
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