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La ultraderecha de Austria recibe por primera vez en democracia el encargo de formar Gobierno

La decisión del presidente progresista, Alexander Van der Bellen, abre la puerta a que Herbert Kickl se convierta en canciller

El presidente austriaco, Alexander Van der Bellen, recibe al líder de la ultraderecha, Herbert Kickl, el 6 de enero en Viena.
El presidente austriaco, Alexander Van der Bellen, recibe al líder de la ultraderecha, Herbert Kickl, el 6 de enero en Viena.Leonhard Foeger (REUTERS)
Sara Velert Agencias
Madrid / Viena -

El presidente de Austria, el progresista Alexander Van der Bellen, ha decidido encargar la formación de un nuevo Gobierno al líder del Partido de la Libertad (FPÖ), Herbert Kickl, ganador de las pasadas elecciones. El mandatario ha afirmado en una comparecencia que el líder ultra se ha declarado preparado para asumir la tarea, al tiempo que ha recordado que los conservadores del ÖVP han dicho estar dispuestos a unas negociaciones con él tras frustrarse el intento de un tripartito con socialdemócratas y liberales. Se abre así la puerta a que por primera vez en democracia un dirigente de la ultraderecha asuma la jefatura del Gobierno de Austria.

Tras la ruptura, el sábado, de las negociaciones para formar un Ejecutivo que dejara fuera a los ultras, que vencieron en las elecciones del 29 de septiembre con un 28,8% de los votos ―su primera victoria en unas legislativas―, Van der Bellen llamó a Kickl y le invitó a una “conversación” este lunes.

Kickl, que se presenta como un futuro volkskanzler, un canciller del pueblo, un término de resonancias nazis, exhibe una buena relación con el partido ultra Alternativa para Alemania (AfD) y alaba con frecuencia la gestión autoritaria del primer ministro húngaro, Viktor Orbán. El FPÖ forma parte en la Eurocámara del grupo liderado por Orbán y Marine Le Pen, Patriotas por Europa.

Este lunes, tras la reunión con Van der Bellen, ha afirmado que los dos han mantenido “una buena conversación”. Por su parte, el presidente ha destacado que ha tratado con el líder ultra la difícil situación económica de Austria, que exigirá un saneamiento de las cuentas públicas y previsiblemente decisiones impopulares, la “situación de amenaza” de Rusia y la necesidad de un fortalecimiento de la colaboración en la UE, entre otros asuntos. Van der Bellen apuntaba así indirectamente al mensaje que ha transmitido varias veces desde las elecciones: la necesidad de respetar el Estado de derecho, los derechos humanos y de las minorías, la libertad de prensa y la pertenencia a la UE como bases de la democracia.

Tras los comicios, frente a la tradición de dar el mandato de formar Gobierno al vencedor, el mandatario dejó la tarea en manos del entonces líder conservador, Karl Nehammer, con el argumento de que todos los partidos habían expresado que no querían entrar a negociar con Kickl.

Pero el escenario político austriaco ha dado un vuelco en apenas unos días. Los democristianos llevaban desde noviembre en negociaciones con los socialdemócratas y los liberales (Neos) para intentar pactar un tripartito que excluyera a la ultraderecha. La pretensión de crear un cordón sanitario a nivel federal ―que no había existido antes, y menos en los ejecutivos regionales, ya que en varios gobiernan juntos ÖVP y FPÖ― ha fracasado estrepitosamente. El pasado viernes, la jefa de Neos, Beate Meinl-Reisinger, abandonó las conversaciones con el argumento de que los otros dos partidos no estaban dispuestos a dar los pasos necesarios para un paquete de reformas que frene el gran déficit presupuestario de Austria, que alcanza el 3,7% del producto interior bruto y que pone al próximo Gobierno ante el reto de ahorrar entre 18.000 y 24.000 millones de euros, según cálculos de la Comisión Europea.

Acusaciones cruzadas

La posterior reunión solo a dos, entre conservadores y socialdemócratas, apenas duró unas horas el sábado. El ÖVP se levantó de la mesa y certificó el fin de las negociaciones, lo que ambas formaciones han achacado a la intransigencia del otro. Ya partían de posiciones muy alejadas en materia económica y fiscal.

Karl Nehammer, canciller en funciones y ya exlíder del partido democristiano, que prometió en la campaña electoral que no acordaría un Ejecutivo con Kickl, no vio otra salida que apartarse, y el propio sábado anunció la renuncia a sus cargos. En su partido siempre ha habido partidarios de una negociación con los ultras, con los que ya han gobernado en ejecutivos nacionales y con los que coinciden en planteamientos económicos y comparten una política migratoria dura.

Apenas unas horas después de su dimisión, que se formalizará en el Gobierno este viernes (el sustituto aún no se conoce), el partido democristiano dio un giro el domingo en la dirección opuesta y anunció estar abierto a conversaciones con los ultras si estos les invitan a ello.

El nuevo jefe del ÖVP, Christian Stocker, partía así de que Kickl sería el encargado de formar Gobierno, lo que deja al antaño gran partido tradicional austriaco en la posición de socio bajo la dirección de los ultras ―cayó a la segunda posición en las elecciones de septiembre, con un 26,3%―. Stocker admitió que hasta este momento había sido muy duro con Kickl, al que llegó a calificar, como Nehammer, de peligro para la democracia y para la seguridad de Austria, pero alegó sin pestañear que la situación ha cambiado y se brindó a negociar para garantizar una mayoría sólida en el Parlamento.

La otra salida al bloqueo implicaría elecciones adelantadas con malas expectativas para el ÖVP, que ha seguido bajando en las encuestas tras los comicios de septiembre y se ha visto adelantado de nuevo por los ultras en las regionales de Estiria (sur del país) en noviembre, donde ya ha aceptado gobernar con ellos.

Kickl, de 56 años, asumió las riendas del FPÖ en junio de 2021 tras apartar de la dirección al más moderado Norbert Hofer. Este había ascendido a la jefatura tras el escándalo por el caso Ibiza, que le costó en 2019 la vicecancillería al exdirigente Heinz-Christian Strache en el Gobierno de coalición con el democristiano Sebastian Kurz, que rompió el pacto tras divulgarse un vídeo grabado con cámara oculta en Ibiza en el que el ultra proponía negocios dudosos y prebendas a una falsa oligarca rusa. El asunto, que también le costó el cargo de ministro del Interior al propio Kickl y acabó con la tercera participación de los ultras en un Gobierno nacional desde la II Guerra Mundial, hundió al FPÖ en las elecciones adelantadas ese mismo año, pero su actual líder lo ha devuelto a la primera línea con un programa de rechazo tajante a la inmigración y el asilo, posturas euroescépticas y contrarias a las sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania, y la promesa de luchar contra “el sistema”.

La perspectiva de un canciller de la ultraderecha pone en una situación cuando menos incómoda al progresista Van der Bellen. La toma del juramento como canciller es una potestad del presidente de Austria, que también puede vetar el nombramiento de ministros. Van der Bellen, exlíder de Los Verdes y que se presentó al cargo como independiente y ganó la elección precisamente contra un candidato ultra, Norbert Hofer, ha dejado entrever en varias ocasiones su rechazo a los planteamientos del FPÖ.

El año pasado, cuando asumió su segundo mandato, afirmó en una entrevista que no le gustaría favorecer a un partido “antieuropeo y que no condena la guerra de Rusia en Ucrania”. Era una referencia directa a Kickl, si bien no dijo qué haría en caso de que tuviera la opción de ser canciller. El líder del FPÖ replicó con desdén que Van der Bellen es una “momia”, está “senil” y “comatoso”.

“No he tomado esta medida a la ligera. Velaré por el correcto cumplimiento de los principios y normas constitucionales”, ha señalado este lunes el presidente federal sobre las negociaciones que ha encargado al líder ultra para formar Gobierno con los democristianos de Stocker.

Varios centenares de personas, según los medios austriacos, se han congregado este lunes en torno al edificio de la Cancillería para protestar ante la perspectiva de un jefe de Gobierno ultra. A la convocatoria lanzada por una organización de estudiantes judíos se han sumado representantes de varias ONG y organizaciones civiles. Para el jueves está anunciada una manifestación con el mismo propósito, mostrar el rechazo a que por primera vez en democracia el partido ultra encabece la jefatura del Ejecutivo.

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