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Musk y Putin, la doble injerencia que inquieta en Europa

El apoyo del magnate trumpista a AfD en Alemania y los insultos al Gobierno británico, sumados a la crisis rumana tras la suspensión de las presidenciales ganadas por un candidato prorruso, siembran el nerviosismo en las capitales

Elon Musk
El canciller alemán, Olaf Scholz, el primer ministro de Brandeburgo, Dietmar Woidke (izquierda), y Elon Musk asisten a la ceremonia de inauguración de la nueva fábrica de Tesla en Grünheide, el 22 de marzo de 2022.Patrick Pleul (Pool/REUTERS)

Ya no es solo Rusia. La injerencia en los procesos democráticos europeos viene también de Estados Unidos. Y provoca nervios en algunas capitales a unas semanas de las elecciones generales en la primera economía de la Unión Europea, y su país más poblado, Alemania.

La amenaza, vista desde Berlín, Londres o Bruselas, no es solo el presidente ruso, Vladímir Putin, y la llamada guerra híbrida, ni los intentos de desestabilizar campañas electorales. El caso más reciente fueron las elecciones presidenciales en Rumania del pasado noviembre, suspendidas por el Tribunal Constitucional por la supuesta campaña de desinformación y manipulación en favor del candidato de extrema derecha y prorruso Calin Georgescu.

Hoy aparece otra forma de injerencia, ni clandestina ni ilegal, sino a cara descubierta y descaradamente reivindicada. Es la injerencia que practica Elon Musk, el hombre más rico del mundo, amo de Tesla, SpaceX y la red social X, y miembro de la nueva Administración de Donald Trump, que asumirá sus funciones el 20 de enero.

En el Reino Unido, los ataques de Musk contra el primer ministro, Keir Starmer, se han convertido en uno de los problemas más urgentes que afronta el Gobierno laborista. El multimillonario señala en X a Starmer con acusaciones apocalípticas y un propósito claramente incendiario. En Alemania, y después de ser objeto también de mensajes difamatorios del magnate tecnológico, el canciller Olaf Scholz ha llamado este sábado a la “calma” ante “las declaraciones erráticas de un milmillonario de EE UU.”

“Solo AfD puede salvar Alemania”, escribió Musk en X el 19 de diciembre, en alusión a las siglas del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania. El pasado domingo, el magnate desarrolló el argumento en un artículo en el diario conservador Welt am Sonntag: “Alemania se encuentra en un momento crítico. Su futuro se tambalea al borde del derrumbe económico y cultural”. Musk está en todas las salsas. Unos días antes, cuando el Constitucional rumano anunció la polémica anulación de las elecciones presidenciales tras la victoria del prorruso Georgescu en la primera vuelta, lanzó: “Cómo puede un juez cancelar unas elecciones y no ser considerado un dictador”.

Todo esto sucede en el contexto de una Europa con varias convocatorias electorales en 2025: además de las legislativas alemanas y la repetición de las presidenciales rumanas, Polonia y otros países acudirán a las urnas. Ocurre con la guerra de Ucrania en un momento crítico. Y con partidos de extrema derecha que sienten el viento a favor. AfD, según los sondeos, será la segunda fuerza en las elecciones del 23 de febrero.

“La influencia externa”, ha alertado el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, “es un peligro para nuestra democracia, tanto si es encubierta, como ocurrió hace poco en las elecciones en Rumania, como si es abierta y descarada, como se practica actualmente de manera especialmente intensiva en la plataforma X”. “Tirano antidemocrático”, le respondió Musk.

Alice Weidel
La colíder y candidata a canciller de Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, durante un mitin en Magdeburgo el 23 de diciembre.Axel Schmidt (REUTERS)

En Alemania, Musk ha ofrecido a la extrema derecha y a su candidata a la cancillería, Alice Weidel, un doble sello de respetabilidad. Sometida en su país a un estricto cordón sanitario, es la elegida por el hombre más rico del mundo y el amigo del próximo presidente de EE UU. Y el apoyo se publica nada menos que en las columnas del diario Die Welt y su dominical Welt am Sonntag, un diario del poderoso grupo mediático Axel Springer. En unos días, este partido que integra a nostálgicos del viejo nacionalismo alemán y al que incluso la francesa Marine Le Pen considera demasiado radical, ha dado pasos de gigante hacia su normalización.

“Alice Weidel no puede creerse la suerte que ha tenido con esta recomendación electoral”, dice Thorsten Benner, director del Global Public Policy Institute en Berlín. “Diría que no hay tanta gente que no hubiese pensado en votar por ellos y que ahora vaya a hacerlo porque Musk lo recomendara, pero que Axel Springer haya publicado este artículo es un paso importante para AfD”.

En el Reino Unido, Musk ha resucitado un escándalo de hace 10 años que conmocionó a los británicos para cargar directamente contra Starmer, que estaba entonces al frente de los fiscales. Más de 1.400 niñas al cargo de los servicios de protección social sufrieron los abusos sexuales de grupos organizados compuestos en su mayoría por hombres de origen paquistaní, según un informe independiente encargado por el Gobierno. “Starmer debe dimitir y hacer frente a la acusación por su complicidad en el peor crimen en masa cometido en la historia del Reino Unido”, ha escrito Musk.

En Rumania, miembro de la OTAN, las injerencias han abierto una crisis política y constitucional. Los servicios secretos sospechan de “acciones híbridas rusas” contra la infraestructura de internet, similares a otras dirigidas por Moscú en las vecinas Moldavia y Ucrania, y de la “explotación abusiva” del algoritmo de TikTok, la plataforma de vídeos cortos con más de 2.000 millones de usuarios en todo el mundo que fue definitiva para aupar al candidato extremista.

El caso rumano

“Rumania es un caso de estudio muy interesante sobre cómo nuestra democracia puede ser vulnerable”, remarca el veterano analista rumano Radu Magdin. Este caso, según Magdin, sirve de lección sobre la necesidad de mejores y más transparentes leyes sobre la financiación de campañas partidistas en redes y colaboraciones pagadas con influencers que acumulan millones de seguidores.

Sorin Ionita, del laboratorio de ideas rumano Expert Forum, cree que el paralelismo entre las injerencias en Rumania y en Alemania “no es el adecuado”. “Musk es una persona identificable con una agenda conocida. Es como un cowboy loco, pero vemos lo que hace. En Rumania es totalmente distinto”. En su país, dice, la campaña externa se ha aprovechado de las debilidades internas, y se ha beneficiado de la existencia de políticos e instituciones “opacos e incompetentes”.

Calin Georgescu
El candidato prorruso Calin Georgescu, que ganó la primera vuelta de las presidenciales, se dirige a los medios tras recurrir la anulación de los comicios, en diciembre en Bucarest.BOGDAN CRISTEL (EFE)

Marietje Schaake, autora del libro The Tech Coup: How to Save Democracy from Silicon Valley (El golpe tecnológico: cómo salvar la democracia de Silicon Valley), explica: “Cuando Musk abiertamente tuitea sus opiniones, o hace un donativo, es algo distinto del papel no transparente que los algoritmos de X ejercen a la hora de movilizar votantes. Resulta perturbador verlo usando su voz, su riqueza y su plataforma en los medios sociales para apoyar a los líderes de la extrema derecha nacionalista. Musk ocupa demasiadas funciones sin los necesarios contrapesos y controles”.

Schaake, que fue eurodiputada liberal de Países Bajos y ahora investiga en la Universidad de Stanford, afirma que, “en el caso de Rusia, los métodos son más silenciosos, desinformando y sembrando divisiones de una manera no transparente”. Y, sin embargo, hay puntos en común: “Los actores rusos explotan los modelos de negocio de las compañías tecnológicas americanas para buscar y alcanzar a sus audiencias”.

Otros países han detectado campañas de injerencia, fundamentalmente de Rusia. El potencial de las redes sociales para desestabilizar, manipular y escorar unos comicios está cada vez más claro. Pero Rumania ha sido el primer país en tirar del freno de emergencia y parar unos comicios a punto de celebrar la segunda vuelta. Una acción radical y de enorme controversia que abre un “peligroso precedente”, opina una alto cargo europea. El politólogo Camil Ungureanu, profesor en la Universidad Pompeu Fabra, cree que “la intervención del tribunal puede empeorar la situación”. Y añade: “Parece plausible que la decisión [judicial] venga también motivada por el miedo del establishment de perder su posición privilegiada”.

Para el Kremlin, la anulación electoral alimenta el relato sobre las democracias liberales supuestamente incapaces de aceptar los resultados. “Estoy seguro de que los observadores más o menos objetivos entienden perfectamente estos juegos”, dijo el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. El de Rumania es el primer caso de elecciones anuladas por injerencia en las redes sociales. Y pone en alerta a otros países en un año delicado ante la guerra híbrida de Rusia, que dispone de una agencia de espionaje con unidades especialmente dedicadas a la injerencia electoral y tiene una potente maquinaria para difundir y amplificar noticias falsas y campañas de desinformación que muchas veces beben de problemas y casos reales, según varias investigaciones.

Debate en Alemania

“Lo que ocurrió en Rumania podría ocurrir en cualquier lugar de Europa”, alerta el eurodiputado Siegfried Muresan, del Partido Popular Europeo. “El objetivo [de Rusia] es favorecer a los candidatos extremistas antieuropeos, con el fin de desestabilizar a los Estados miembros de la UE y perturbarla en su conjunto. Lo han hecho a menor escala en el pasado. Lo que estamos viendo ahora es un nuevo nivel”.

Benner, del Global Public Policy Institute, cree que, en Alemania, la reacción no debería limitarse al enfado con Musk, sino que podría adoptar formas concretas. Por ejemplo, una mayor regulación de X. O una campaña para no comprar los automóviles Tesla. “Y además”, añade, “es necesario encontrar buenos argumentos en campaña sobre temas que movilizan a los votantes”. Temas como el malestar social y la crisis económica que, precisamente, alimentan a la extrema derecha. El magnate trumpista en este caso actúa como una distracción. “Criticar a Elon Musk”, dice, “no resuelve ni un solo problema de los votantes alemanes”.

El debate alemán no es solo político. Es periodístico. En las redacciones de Die Welt y Welt am Sonntag, las discusiones han sido intensas y ha dimitido la jefa de Opinión, Eva Marie Kogel. Junto al artículo de Musk, el diario publicó otro de su redactor jefe, Jan Philipp Burgard, contradiciéndolo. Axel Springer no es un grupo mediático cualquiera. Desde la posguerra figura en sus estatutos el apoyo a Israel. De ahí, la sorpresa para algunos lectores al ver en sus columnas una petición de voto para un partido que el propio diario califica de “en parte antisemita.”

“No puedo recordar, en la historia de las democracias occidentales, un caso comparable de injerencia en la campaña electoral de un país amigo”, ha declarado Friedrich Merz, candidato democristiano y favorito para suceder a Scholz en la cancillería. En el Reino Unido, en cambio, los exabruptos del magnate reciben el aplauso de la oposición británica. La nueva líder conservadora, Kemi Badenoch, ha apoyado los ataques de Musk al reclamar la investigación sobre pasados abusos, que los gobiernos en los que ella fue miembro rechazaron impulsar. Y el líder populista Nigel Farage también jalea al multimillonario, alentado por la promesa de financiación masiva para su partido, Reform UK.

Badenoch y Farage juegan con fuego, porque el dueño de X también ha lanzado una campaña para la liberación del ultraderechista Tommy Robinson, exlíder de la Liga de Defensa Inglesa, en prisión por difamar con falsedades a un refugiado de apenas 15 años. Musk presenta falsamente a Robinson como el paladín de la libertad de expresión que se atrevió a denunciar las supuestas maniobras del poder para ocultar los escándalos sexuales y favorecer así, según él, a una minoría musulmana.

Marietje Schaake, la autora de El golpe tecnológico, cree que la receta ante las injerencias es más transparencia y rendición de cuentas. “De modo general”, dice, “la distribución de información y la financiación de campañas y candidatos es aceptable mientras se enmarque en los límites de la ley”. Y avisa: “Creo que es el momento de revisar críticamente las leyes actuales para evitar las interferencias inadecuadas”.

Según Ionita, del rumano Expert Forum, lo sucedido en su país es una señal para Europa. “Si en Rumania alguien estuvo interesado en amplificar disputas internas y la incompetencia de las autoridades, en Alemania lo que está en juego es 10 veces mayor”, dice. “Si políticamente se destruye Alemania, así es como se arruina Europa”.

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