Más de 1.400 niñas sufrieron abusos en una ciudad inglesa
Los servicios sociales denunciaron tres veces los casos pero fueron ignorados
“Nadie conoce la verdadera escala de la explotación sexual infantil en Rotherham durante años. Nuestra estimación conservadora es que aproximadamente 1.400 criaturas fueron explotadas de 1997 a 2013”. Esa es la principal conclusión de la investigación llevada a cabo por Alexis Jay, una experta independiente, sobre los abusos sexuales a menores que se han cometido en Rotherham, una ciudad de unos 260.000 habitantes de South Yorkhsire, en el norte de Inglaterra.
La amplitud del problema ha causado una gran sorpresa. Se sabía ya que había habido problemas graves de abusos a niñas cuando, en 2010, fueron condenados cinco hombres de origen paquistaní. Pero no se sabía de la dimensión de esos abusos ni el nivel de violencia.
El informe señala que algunas niñas solo tenían 11 años y que un tercio de ellas habían tenido algún tipo de contacto con los servicios sociales debido a sus problemas. “Es difícil describir la espantosa naturaleza de los abusos sufridos por las criaturas. Fueron violadas por múltiples criminales, llevadas a otras ciudades del norte de Inglaterra, secuestradas, apalizadas e intimidadas”, denuncia el texto. Algunas “fueron rociadas con gasolina y amenazadas con ser quemadas vivas, amenazadas con pistolas, obligadas a presenciar violaciones brutales y amenazadas con ser la siguiente si decían algo”, añade.
Tampoco se sabía que el problema había sido denunciado reiteradamente por trabajadores sociales del Ayuntamiento y que “no podía haber sido descrito con más claridad” en tres informes sucesivos rechazados por la policía y el Ayuntamiento en 2002, 2003 y 2006.
En el primer caso, el informe “fue suprimido porque los altos mandos no se creyeron los datos”. Los otros dos fueron simplemente ignorados.
Un informe de los trabajadores sociales del Ayuntamiento “fue suprimido porque los altos mandos no se creyeron los datos"
Uno de los factores que ha tenido gran importancia para que no se atajaran los abusos es el temor a ser señalados como racistas. Las víctimas coincidían desde el principio en describir a los agresores como “asiáticos”, que en este país significa fundamentalmente de origen indio, paquistaní o bangladesí y en este caso la comunidad señalada con el dedo es la paquistaní. Pese a ello, “los concejales no confrontaron directamente a la comunidad de origen paquistaní para afrontar juntos el problema”, señala el informe.
“Algunos concejales parecían creer que se trataba de un problema ocasional y confiaban en que se acabaría. Varios empleados han descrito su nerviosismo a la hora de identificar el origen étnico de los perpetradores por miedo a ser considerados racistas; otros recuerdan instrucciones muy claras de sus superiores para que no lo hicieran”, detalla el informe.
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