Los hutíes emergen como actor principal del debilitado “eje de la resistencia” de Irán contra Israel
La milicia yemení, antes considerada un miembro menor de la alianza liderada por Teherán, ataca el aeropuerto de Tel Aviv con un misil que el ejército israelí asegura haber interceptado
La milicia hutí de Yemen ha cumplido este viernes con el ojo por ojo que sus líderes habían anunciado la víspera al atacar con un misil balístico el aeropuerto David Ben Gurión de Tel Aviv, horas después de que Israel bombardeara este jueves el aeropuerto civil de Saná y otras infraestructuras vinculadas con Ansaru Allah (Partidarios de Dios), el nombre real del grupo. El misil fue interceptado, según el ejército israelí, pero, como sucedió el 21 de diciembre —cuando otro proyectil hirió a 20 personas cerca de la urbe—, los ataques reivindicados por esa milicia tomaron como objetivo el corazón de Israel; la región urbana que concentra a casi la mitad de sus 10 millones de habitantes. El jueves, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, había sellado la creciente estatura como enemigo de los hutíes al describirlos como “el brazo terrorista de Irán”, que su país amenazó con “cortar”.
Desde el inicio de los bombardeos israelíes en Gaza, horas después de los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023 —que acabó con 1.200 muertos y 250 personas secuestradas—, uno de los argumentos del Gobierno israelí para presentarse como un país “civilizado” rodeado por “bárbaros”, en expresión de Netanyahu, ha sido aludir a los “siete frentes” que su país dice tener abiertos. Son los de Hamás en Gaza y Cisjordania, el partido-milicia chií Hezbolá en Líbano, las milicias proiraníes de la llamada Resistencia Islámica de Irak, los grupos proiraníes de Siria, y los rebeldes hutíes de Yemen. Todos liderados por Irán, la némesis de Israel, en la alianza bautizada como “eje de la resistencia”, el núcleo sobre el que ha girado la política regional de Teherán y su enfrentamiento con el Estado judío y con Estados Unidos.
Entre esos enemigos designados por Israel, el más periférico, a más de 2.000 kilómetros de distancia, son los hutíes. Sin embargo, la estratégica situación a orillas del mar Rojo del territorio que controla esta milicia —el 30% de Yemen que concentra al 70% de la población del país— era una ventana de oportunidad para adquirir protagonismo en ese enfrentamiento y, de paso, peso internacional que la milicia decidió aprovechar a partir de noviembre de 2023, con el argumento de la solidaridad con Gaza.
Los hutíes empezaron entonces a atacar a los buques mercantes que transitaban por el Golfo de Adén en dirección al Canal de Suez. En teoría, solo a los relacionados con Israel, aunque dos meses después, el tráfico general por esa arteria marítima vital había caído ya el 30%, según el Fondo Monetario Internacional. Los ataques hutíes con drones de este último año contra Israel culminaron también el 19 de julio cuando uno de ellos impactó contra un edificio en Tel Aviv y causó una primera víctima mortal. Ese ataque desató un primer bombardeo aéreo israelí contra el estratégico puerto yemení de Al Hodeida.
La escalada ha aumentado definitivamente su tono y, sobre todo, se ha hecho más visible por el casi total desmoronamiento del eje de la resistencia de Irán. Con el arsenal de la joya de la corona del grupo, Hezbolá, muy mermado por la guerra de Israel en Líbano y sin posibilidad de reabastecerse con las armas iraníes que antes transitaban por la Siria del derrocado Bachar el Asad; con Hamás de rodillas en la asolada Gaza, donde los muertos en ataques israelíes rondan los 45.400, la milicia hutí ha adquirido ese protagonismo que buscaba. El grupo que durante décadas fue visto como “unos locos de las montañas que luego pasaron a ser una milicia regional”, es ahora un “actor internacional”, recalca la experta en Yemen Leyla Hamad.
Una frase de Netanyahu de este jueves confirmó que estos milicianos son uno de los pocos enemigos regionales que Israel considera aún por batir: “Acabaremos el trabajo”, dijo el primer ministro israelí. Solo las milicias proiraníes de Irak parecen seguir también en pie dentro del maltrecho eje de la resistencia iraní.
El propio Irán se muestra debilitado; en lo militar, pues el último ataque israelí de octubre probablemente destruyó o dañó sistemas de defensa aérea e instalaciones de producción de misiles, pero, sobre todo, por su difícil situación interna. En medio de una grave crisis económica que se ha traducido desde noviembre en apagones de luz, el desapego de buena parte de la población iraní hacia su régimen hace inviable que el país se embarque en una guerra total con Israel.
Clave interna
Los ataques de los hutíes contra Israel no representan “una amenaza real para Israel”, recalca Hamad, autora de Yemen, la clave olvidada del mundo árabe (Alianza Ensayo). El país árabe no solo dista más de 2.000 kilómetros de Israel sino que la mayor parte de los proyectiles y drones que reivindica el grupo son interceptados por las defensas antiaéreas y el escudo antimisiles israelíes. Los comunicados de esta milicia son recibidos en ocasiones con escepticismo. Por ejemplo, cuando afirma que algunos de sus misiles, como el de este viernes contra el Ben Gurión, son hipersónicos (capaces de quintuplicar la velocidad del sonido), una tecnología de la que solo han demostrado disponer Estados Unidos, Rusia, China e India, de acuerdo con el centro de estudios estadounidense Stimson.
El investigador Fernando Carvajal, miembro del Grupo de Expertos de la ONU sobre Yemen entre 2017 y 2019, cree incluso que la autoría real del lanzamiento de los misiles que los hutíes reclaman como propios podría corresponder a las milicias proiraníes de Irak, mucho más cercanas geográficamente a Israel y que mantienen una coordinación mucho más estrecha con Irán.
“Los hutíes suelen tomar el crédito de acciones ajenas para atraer la atención. Israel lo sabe, pero la escalada con estos milicianos ayuda a la propaganda de Netanyahu, que necesita la guerra para mantenerse en el poder. Al atacar a Yemen, Israel está demostrando su capacidad militar”, recalca Carvajal desde Los Ángeles. Para el ejército israelí, “Yemen es un campo de entrenamiento que demuestra al mundo árabe y a Irán que Israel es capaz de atacar eficazmente objetivos a larga distancia”.
Las motivaciones de los milicianos yemeníes al enfrentarse con el gigante israelí tienen también una lectura interna. “Hay un componente ideológico de compromiso con la causa palestina, masivo entre los yemeníes”, subraya Hamad. El respaldo de los hutíes a Gaza “les ha sido muy conveniente en un momento en que su legitimidad y su autoridad estaban bajo mínimos por la guerra que mantienen con el Gobierno internacionalmente reconocido de Yemen, la crisis humanitaria y la vulneración de los derechos humanos” en Yemen. De los más de 34 millones de habitantes del país árabe, 18,2 necesitan urgentemente ayuda humanitaria, según Naciones Unidas.
Uno de los réditos obtenidos por la milicia, legitimada con creces ante parte de su población por su aura de apoyar a los palestinos, son las exitosas “campañas de reclutamiento de los hutíes para luchar contra Israel, aunque es obvio que esas tropas no van a luchar contra ese país” y que han nutrido las filas del grupo, destaca la experta.
Los milicianos también han reforzado con sus ataques su peso frente a Irán y el resto de integrantes del agonizante eje de la resistencia. Un análisis del Instituto de Estudios de la Guerra del 10 de diciembre considera probable que Teherán “dé prioridad a corto plazo a desplazar el centro de gravedad del eje de la resistencia hacia el este, a Irak y Yemen”. En junio, los hutíes anunciaron el lanzamiento de ataques militares conjuntos contra Israel con las milicias proiraníes de Irak. Ese mismo mes, ambos grupos se atribuyeron un ataque contra el puerto israelí de Haifa y otra contra el de Ashdod. Un mes después, los milicianos yemeníes abrieron una oficina en Bagdad.
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