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Los programas de adoctrinamiento hutíes, detrás del aumento de los asesinatos familiares en Yemen

La milicia fundamentalista promueve campamentos para niños y adolescentes y cursos de movilización con un fuerte componente ideológico. La oposición de los parientes desencadena los homicidios, más de 160 desde 2021, según datos de la Red Yemení por los Derechos y las Libertades

Niños en un campo de adoctrinamiento hutí en Saná, Yemen, en abril.
Niños en un campo de adoctrinamiento hutí en Saná, Yemen, en abril.Hesham Al-Mahya

La conmoción y la incredulidad se apoderaron de los vecinos de la ciudad de Taiz, en el suroeste de Yemen, cuando Mohamed al Harazi, de 17 años, mató a sus padres tras acusarlos de herejía y traición al islam por sus críticas al régimen hutí, tras regresar, según testigos, de un campamento de adoctrinamiento de la milicia fundamentalista en el verano de 2023. El fusil kaláshnikov que utilizó le fue proporcionado como parte del entrenamiento. La presión local llevó a los oficiales hutíes a detener al joven, quien fue ejecutado en diciembre.

Tras la caída en 2014 de la capital, Saná, en manos de la milicia respaldada por Irán, el grupo ha implantado campamentos de verano de adoctrinamiento y conferencias intensivas de movilización en los territorios bajo su control, actualmente un tercio del país (gran parte del noroeste), donde vive el 70% de sus 35 millones de habitantes. Los hutíes “animan” a los padres a inscribir a sus hijos en estas campañas anuales de reclutamiento y organizan programas de movilización en escuelas, mezquitas y lugares públicos, a los que se obliga a asistir a estudiantes y ciudadanos. Según el líder hutí, Abdul Malik al Houthi, estos campamentos inculcan la “identidad religiosa” de Yemen, y protegen supuestamente a los jóvenes de influencias externas. Las organizaciones de derechos humanos relacionan estas actividades con un fuerte aumento de los homicidios en las familias.

La Red Yemení por los Derechos y las Libertades, una coalición de más de 50 grupos de derechos y de la sociedad civil, ha documentado más de 161 casos de homicidios intrafamiliares cometidos por personas que habían asistido a los programas desde 2021. El grupo ha advertido de que estos campamentos de adoctrinamiento son “bombas de relojería” que fomentan el extremismo entre los jóvenes yemeníes.

Interior de una clase de un campo de adoctrinamiento hutí en Saná, Yemen, en abril.
Interior de una clase de un campo de adoctrinamiento hutí en Saná, Yemen, en abril.Hesham Al-Mahya

Según una investigación del periódico yemení Al-Thawra, entre 2016 y 2024 se produjeron 100 casos de asesinatos de familiares, que causaron 179 muertos y 51 heridos. El medio afirma que estos datos, que muestran un fuerte aumento de estos crímenes desde 2021, no incluye todos los asesinatos, sino solo los publicados en la prensa local y que Al-Thawra pudo verificar. Entre las víctimas hay padres, madres, hermanos, esposas, hijos y nietos, incluidos bebés.

Las razones de los asesinos van desde “el rechazo de las víctimas a las ideas hutíes hasta su intento de impedirles regresar con los hutíes, o su negativa a unirse a los frentes de combate o a proporcionar donaciones”, afirma el medio yemení. El 80% de los crímenes que recoge fueron cometidos por “hombres armados afiliados a la milicia hutí”, y los cometieron “tras regresar de cursos intensivos de movilización o de los frentes de combate”.

“Infieles”

En 2021, Latifa Mohammed Ali Azuddin, de la aldea de Al Halah, en el distrito de Jabal al Sharq, provincia de Dhamar, fue asesinada por su hijo, Walid, tras regresar de un campamento hutí. Según un familiar, Walid ya había disparado 13 veces contra su padre sin conseguir matarlo cuando Latifa intentó intervenir, lo que provocó su muerte. Los vecinos contaron a EL PAÍS que Walid justificó sus acciones tachando a sus padres de “infieles” por oponerse a su lealtad a los hutíes.

En una tragedia similar ocurrida ese año, Jamal Abdulmalik al Kabsi, de la ciudad de Al Abr, abrió fuego contra su familia mientras dormían, matando a su madre, a su esposa, a cuatro hijos y un hermano. Un amigo de la familia, que pidió permanecer en el anonimato por motivos de seguridad, confirmó los detalles de la masacre.

Quienes se oponen al grupo son tachados de traidores, merecedores de los castigos más severos, incluida la muerte
Abdulaziz al Majidi, analista político

Bilal al Tayyib, periodista e historiador especializado en historia yemení, describe estos asesinatos intrafamiliares como un “acontecimiento peligroso y un hecho histórico sin precedentes en Yemen”. “Somos una nación musulmana y nunca se habían registrado crímenes de este tipo”, afirma. “Estas ideas extremas propagadas por los hutíes son la razón del aumento de este tipo de crímenes”.

Maher al Sharaabi, investigador social, coincide, y añade que los hutíes han incorporado ideologías al sistema educativo que refuerzan su programa y reafirman su control del poder. “El grupo adoctrina a niños y jóvenes en la idea de que los hutíes son la máxima autoridad, actuando como padres y gobernantes, y que oponerse a ellos es similar a la blasfemia”, señala. Esta “ideología perversa” legitima el asesinato de los disidentes, incluidos los miembros de la familia.

Añade que las familias son, por lo general, la primera línea de defensa frente al comportamiento anómalo. “Pero con los hutíes sembrando en las mentes jóvenes ideas de excluir y matar a sus adversarios, las familias se han vuelto vulnerables a la violencia de sus hijos”, recalca.

Reclutamiento infantil

El interés de la milicia en los niños y adolescentes es lo más alarmante para los expertos. Solo en 2024, según medios afiliados a los hutíes, más de 1,1 millones de niños y niñas fueron reclutados en estos programas de verano. Human Rights Watch ha informado de que la milicia se ha aprovechado de la simpatía generalizada hacia Palestina y de los ataques aéreos en curso de Estados Unidos y Reino Unido contra Yemen para acelerar el reclutamiento infantil.

El analista político Abdulaziz al Majidi explica que el grupo ha diseñado deliberadamente sus programas para adoctrinar a los jóvenes, inculcándoles lealtad a su líder y condenando cualquier disidencia tildándola de herejía o hipocresía. “Quienes se oponen al grupo son tachados de traidores, merecedores de los castigos más severos, incluida la muerte”, señala. “Aunque estas ideas pueden ayudar a los hutíes a mantener su control sobre el poder a corto plazo, podrían tener consecuencias perjudiciales para las generaciones yemeníes futuras”.

Un informe de 2023 del Grupo de Expertos del Consejo de Seguridad de la ONU reveló que los campamentos de verano y los llamados “cursos culturales” de los hutíes para niños y adultos forman parte de un esfuerzo más amplio para conseguir apoyo ideológico y reclutar combatientes. Otro estudio destaca que la propaganda del grupo califica a quienes rechazan el principio de la autoridad religiosa de “hipócritas”, término que se atribuye a los individuos que fingen que creen en ella, pero la rechazan en secreto, justificando así su persecución.

En junio de 2023, el Centro Estadounidense para la Justicia detalló el programa de adoctrinamiento de los hutíes, que se divide en tres niveles: uno dirigido a los niños de primaria, otro a los estudiantes de secundaria y bachillerato, y un tercero a los graduados de secundaria. Residentes y analistas confirman que el plan de estudios está repleto de mensajes que promueven una cultura de violencia, glorifican la muerte y fomentan el odio. El material favorece la división social al clasificar a las personas como muyahidin (luchadores por la causa) o “hipócritas”.

Los medios de comunicación hutíes también han compartido vídeos de niños participando en desfiles militares. Algunos de ellos aparecen diciendo a las cámaras que se convertirán en “misiles controlados por Abdul Malik al Houthi”, líder del movimiento.

Esta retórica extrema se refleja en los medios de comunicación hutíes. Por ejemplo, el escritor Hussein al Mahdi acusaba en un artículo del sitio web prohutí Ansar Allah a los detractores de los campamentos de verano de ser “agentes del sionismo” y “promotores de la inmoralidad”. En la misma línea, el escritor Yusuf al Hadri, les acusa de perseguir “objetivos perversos” e impedir que los jóvenes alcancen “el paraíso en la otra vida”.

Residentes y analistas confirman que el plan de estudios está repleto de mensajes que promueven una cultura de violencia, glorifican la muerte y fomentan el odio

Un joven de 18 años, identificado como M. S., relata que había evitado los campamentos de adoctrinamiento durante años, pero que en 2023, se vio obligado a asistir a uno en Saná, por miedo a que su familia fuera acusada de traición. “El plan de estudios en estos campamentos está en línea con los cambios realizados en el sistema educativo oficial, con un fuerte énfasis en la lealtad al líder hutí”, explica.

Otro participante comenta que muchas de las lecciones se centran en promover la yihad contra Israel, Estados Unidos y sus llamados “agentes”. Estos centros, además del adoctrinamiento ideológico, incluyen formación sobre armamento ligero y familiarizan a los participantes con otros tipos de armas.

Según uno de estos participantes, el plan de estudios omite cualquier mención de la paz, el amor, la coexistencia o la unidad nacional. Un ejemplo es el libro de texto de Lectura y Escritura utilizado en los campamentos, que consta de 78 páginas llenas de términos que incitan a la violencia y al terrorismo, como “maldición”, “muerte”, “mártir”, “matanza”, “arma”, “yihad”, “enemigos”, “lealtad” y “Estados Unidos”.

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