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Los hutíes de Yemen se preparan para un pulso largo con EE UU en el mar Rojo

El grupo islamista respaldado por Irán usa el apoyo popular que logra por su defensa de la causa palestina para blindar posiciones, usar nuevo armamento y reclutar a combatientes con los que seguir perturbando la ruta comercial marítima

Varios hutíes portan armas durante una protesta en apoyo del pueblo palestino, en la ciudad de Saná (Yemen), el pasado 28 de febrero.Foto: YAHYA ARHAB (EFE) | Vídeo: EPV
Marc Español

A finales de enero, un patrullero de la guardia costera de Estados Unidos desplegado en el mar Arábigo abordó a un buque procedente de Irán sospechoso de estar transportando armas avanzadas y ayuda militar a zonas de Yemen controladas por el movimiento de los hutíes. En su interior, según informó el Comando Central estadounidense (Centcom), se incautaron de más de 200 paquetes con componentes para fabricar misiles de medio alcance y equipos de comunicación militar. También encontraron piezas de drones submarinos.

Tres semanas después, el 18 de febrero, el Centcom anunció que sus fuerzas navales en el mar Rojo habían destruido un vehículo submarino no tripulado lanzado por los hutíes; el primero detectado en la escalada de violencia que vive la región desde noviembre, cuando este movimiento islamista yemení empezó a perturbar la navegación por esta arteria crucial para el transporte marítimo a fin de presionar para un alto el fuego de Israel en Gaza.

El empleo de estos escurridizos drones submarinos se ha interpretado como una muestra más de que el despliegue militar de Estados Unidos en la zona y los ataques que está dirigiendo contra objetivos yemeníes no están disuadiendo al grupo. En este sentido, el movimiento, que cuenta con el apoyo de Irán, ha blindado sus posiciones en las últimas semanas y ha adaptado sus tácticas con la aparente intención de plantear un pulso largo a Washington.

La estrategia de Estados Unidos para frenar a los hutíes ha incluido su designación como organización terrorista y nuevas sanciones. También un fuerte despliegue naval en el mar Rojo, para proteger la navegación comercial, y ataques aéreos y con misiles, llevados a cabo con el Reino Unido y otros países aliados, contra decenas de objetivos militares del movimiento en Yemen. Desde enero han efectuado al menos cuatro rondas de ataques.

Los hutíes, sin embargo, no se han detenido y desde mediados de enero han ejecutado 16 ataques, según el Centcom. Desde noviembre han realizado más de 60. En uno de los últimos, el 19 de febrero, dispararon dos misiles contra un barco de bandera griega y propiedad estadounidense que se dirigía al puerto yemení de Adén para entregar ayuda humanitaria. El día antes impactaron con misiles a un buque de bandera de Belice y propiedad británica que se hundió el sábado con miles de toneladas de fertilizante a bordo.

Trincheras y túneles blindados

En medio de este toma y daca, el grupo yemení ha ampliado y blindado en las últimas semanas sus trincheras y túneles en las remotas y escarpadas montañas de la provincia de Hajjah, al noroeste de la capital, Saná, con el objetivo de proteger mejor su arsenal militar, sobre todo misiles, y lanzar ataques desde posiciones más seguras y orientadas al mar Rojo y al golfo de Adén, según ha informado la agencia Bloomberg citando fuentes sobre el terreno.

El grupo yemení se ha valido asimismo de nuevo armamento para expandir la tipología de sus ataques, incluidos los drones submarinos, que son más difíciles de fabricar que los aéreos pero más baratos de producir que los misiles. También son más complicados de interceptar y amenazan las partes más vulnerables de los buques. El líder de los hutíes, el hermético Abdelmalik Al Huthi, fue citado recientemente en un canal yemení afín augurando que la introducción de esta nueva tecnología submarina “preocupará al enemigo”.

La milicia ha recurrido asimismo a una mayor movilidad para sortear las embestidas de Estados Unidos, aprovechando su falta de buena información de inteligencia. “Desde que comenzó la campaña [de ataques], no he visto un solo objetivo diferente a los que fueron atacados desde 2015 y hasta la tregua con los saudíes”, apunta el analista político yemení Ammar al Aulaqi, refiriéndose a la intervención militar en Yemen contra los hutíes liderada por Arabia Saudí tras la caída del Gobierno reconocido internacionalmente.

Los hutíes están sacando partido de su enfrentamiento con Estados Unidos y la defensa de la causa palestina, muy popular entre los yemeníes y en toda la región, para ampliar sus propias filas. En esta línea, desde octubre el grupo ha acelerado sus campañas de reclutamiento y se calcula que ha alistado a decenas de miles de nuevos combatientes. “Están usando su lucha contra el Gran Demonio, las fuerzas estadounidenses, para reavivar su retórica de reclutamiento”, señala Al-Aulaqi.

La recepción de ayuda militar de Irán, por su parte, sigue en gran medida su curso. “La única tendencia nueva es el aumento de las incautaciones de embarcaciones por Estados Unidos. [Pero] el modus operandi sigue siendo el mismo: barcos de madera pequeños, utilizados históricamente para pescar y transportar mercancías, usados para transportar armas ilícitas”, apunta Mohammed al Basha, investigador del grupo de análisis Navanti.

Dudas sobre la estrategia

Ante este escenario, altos cargos estadounidenses han admitido en los últimos días que su estrategia ha reducido los ataques, pero no los ha cesado. Y su apuesta por la vía militar genera dudas desde el inicio porque requiere un despliegue de efectivos y armamento muy caros comparados con el coste de los drones y misiles de los yemeníes.

Gabrielle Reid, directora asociada de inteligencia de la consultora de seguridad S-RM, considera que, aunque los ataques aéreos liderados por Estados Unidos puedan reducir temporalmente sus arsenales de armas y material, “es poco probable que la estrategia actual degrade fundamentalmente sus capacidades en las próximas semanas o meses”.

La estrategia de la Casa Blanca en el mar Rojo contrasta con la adoptada contra milicias apoyadas por Irán en Irak y Siria. Allí, el ejército de Estados Unidos, que cuenta con tropas sobre el terreno, ha optado por matar a varios comandantes de estos grupos y ha logrado detener los ataques contra sus posiciones que estos habían reanudado a raíz de la invasión israelí de Gaza.

Washington también señala a Teherán como el gran suministrador de armas y tecnología militar de los hutíes. Pero se considera que el temor a ampliar el conflicto hacia una escalada que ponga en riesgo la tregua con Riad está frenando medidas más agresivas. Los límites legales de la acción estadounidense y la insistencia de los hutíes en que solo detendrán los ataques cuando Israel cese su agresión a Gaza causan dudas adicionales.

Los ataques hutíes han tenido un fuerte impacto en el transporte marítimo en la zona. La navegación por el estrecho de Bab el Mandeb, que conecta el golfo de Adén en el océano Índico con el mar Rojo, ha caído casi un 57%, según la plataforma de monitoreo del comercio marítimo PortWatch, y la circulación por el cabo de Buena Esperanza, frente a Sudáfrica, ha subido más de un 100%. Hasta octubre fluía por el mar Rojo más del 10% del comercio mundial.

El corte de cables submarinos amenaza el tráfico de internet

El operador de telecomunicaciones de Hong Kong HGC afirmó el lunes que al menos cuatro de los más de 15 cables de datos submarinos tendidos en el mar Rojo han quedado recientemente cortados, lo que podría impactar en el 25% del tráfico de internet y telecomunicaciones que fluye entre Asia y Europa a través de esta vía.

El motivo del corte, sin embargo, no está claro, y los hutíes —cuya capacidad para realizar una operación de este tipo está en duda— han negado estar implicados. Estos cables submarinos también pueden resultar dañados por anclas de barcos. HGC aseguró que ya han elaborado un plan para desviar el tráfico afectado por otros cables.

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