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Elon Musk irrumpe en la política italiana atacando a los jueces y la inmigración

El incidente ha descolocado a Meloni, gran amiga del magnate, que ha guardado silencio y finalmente ha sido el presidente de la República quien ha salido a defender la soberanía del país

Giorgia Meloni y Elon Musk
Giorgia Meloni y Elon Musk, durante la ceremonia de los premios Global Citizen celebrada en Nueva York el pasado septiembre.FILIPPO ATTILI/US PALAZZO CHIGI (EFE)
Íñigo Domínguez

Giorgia Meloni mantiene una amistad especial con Elon Musk. Cuando la primera ministra italiana anunció su separación en redes sociales, en octubre de 2023, el magnate respondió con un “me gusta”. El pasado septiembre, Musk le entregó en Nueva York el premio Global Citizen 2024 en una lujosa gala, diciendo que Meloni era una persona “incluso más bella por dentro que fuera”, y se publicó una foto de los dos cenando juntos en la que se miraban con notable sintonía. Ante los comentarios sarcásticos, el millonario tuvo que desmentir en su red social X: “Estaba con mi madre. No hay absolutamente ninguna relación romántica con la premier Meloni”. Por eso ahora unos repentinos e insólitos ataques del multimillonario a los jueces italianos, por frenar el plan de deportaciones de migrantes a Albania, han dejado a Meloni en una situación muy incómoda. De hecho, ha guardado silencio. Y ha tenido que ser el presidente de la República, Sergio Mattarella, quien ha respondido a Musk con dureza.

El mensaje de Mattarella, a mediodía del miércoles, ha sido este: “Italia es un gran país democrático y tengo que repetir, con las palabras usadas el 7 de octubre de 2022, que sabe arreglárselas por sí misma. Todos, particularmente quien, como se ha anunciado, está por asumir un importante papel de Gobierno en un país amigo y aliado, deben respetar la soberanía y no pueden atribuirse la tarea de impartir prescripciones”. La referencia al 7 de octubre de 2022 es muy intencionada. Se trata de la respuesta que dio el jefe de Estado, tras la victoria de Meloni en las elecciones, a la ministra francesa de Asuntos Europeos, Laurence Boone, cuando dijo que vigilaría el respeto de los derechos en Italia. Como para decir a la primera ministra que las palabras de su amigo son igual de inadmisibles, y recordarle que entonces él la defendió.

Musk hizo el mediodía del martes un comentario despectivo a los magistrados italianos en su red social, después de que el Tribunal de Roma rechazara por segunda vez la retención de migrantes en el campo de internamiento de Albania: “Estos jueces se tienen que ir”. Tras el primer revés judicial a las deportaciones, el mes pasado, ya había dicho simplemente de los magistrados: “Insensatos”. Y en septiembre, tras la petición fiscal de seis años de cárcel al vicepresidente del Ejecutivo, Matteo Salvini, por impedir en 2019 el desembarco de migrantes del barco español Open Arms, tuiteó: “Tendría que ser ese fiscal loco el que debería ir a prisión seis años”. Entonces hubo críticas, pero ahora ha atacado de forma agresiva a los jueces, uno de los poderes del Estado.

Fuentes de la presidencia del Ejecutivo italiano intentaron relativizar las opiniones del magnate, diciendo que era un ciudadano privado, libre de decir lo que piensa. Pero lo cierto es que las cosas han cambiado: justo este miércoles Trump ha nombrado a Musk como responsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental de su nuevo Gobierno. Sin embargo, Meloni ha guardado silencio.

La oposición, y también la magistratura, clamó durante todo el martes contra lo que consideraba una intolerable intromisión en la soberanía italiana. Y exigió una respuesta del Gobierno. En vano, entre otras cosas porque también se han escuchado otras barbaridades del Ejecutivo hacia la judicatura en las últimas semanas. “Es vergonzoso que estos soberanistas de casa se hagan dictar la línea de un millonario americano. Deberían defender a los jueces, también esta es soberanía nacional”, reprochó la líder del Partido Democrático (PD), Elly Schlein. El presidente de la Asociación Nacional de la Magistratura, Giuseppe Santalucia, fue en la misma dirección: “Un magnate americano tan influyente en la nueva Administración de Estados Unidos habla de asuntos internos del Estado soberano italiano y se entromete en las cuestiones de Italia (…) sin que nadie del Gobierno se plantee responderle”.

Pasaron las horas y finalmente el miércoles Mattarella intervino a mediodía. Subrayó precisamente la condición de Musk como próximo responsable político, al contrario de lo que trataba de transmitir el equipo de Meloni, para hacer ver la gravedad de sus declaraciones. Luego la primera ministra tardó más de tres horas en decir simplemente una frase: “Escuchamos siempre con gran respeto las palabras del presidente”. Pero para entonces, Musk había empeorado aún mas las cosas, con otro tuit en el que ponía en duda el Estado de derecho en Italia y se preguntaba, de nuevo sobre los jueces: “¿El pueblo italiano vive en una democracia o es una autocracia no elegida la que toma las decisiones?”.

Trump y Salvini

El incidente pone de manifiesto las habituales dificultades de Meloni para delinear su posición ante los exabruptos de sus amigos menos presentables, como le pasa en Europa con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y demás dirigentes de la ultraderecha más radical. Pero ahora es la primera vez que debe confrontarse con el entorno de Trump tras su victoria electoral. Y lo cierto es que, en principio, el mejor amigo del nuevo presidente de Estados Unidos en el Gobierno italiano no es ella, sino su socio Salvini. El líder de La Liga, que ya va por ahí con corbata roja, como Trump, fue de los primeros en celebrar su triunfo, como si le hubiera tocado la lotería. En cambio, Musk es la conexión de Meloni con el círculo del líder republicano, con quien intenta restablecer buenas relaciones tras acercarse a Joe Biden y no tomar partido por Trump durante la campaña. Y por lo que se ha visto no tiene intención de ponerla en peligro.

Tras las elecciones estadounidenses, Meloni se apresuró a anunciar en redes que ya había hablado por teléfono “con el amigo Elon Musk”. Se mostró convencida de que “su empeño y su visión podrán ser un importante recurso para Estados Unidos y para Italia, en un espíritu de colaboración”. Le respondió el brazo derecho de Musk en Italia, Andrea Stroppa: “Italia puede y debe construirse un papel de protagonista en los sectores del futuro. Convertirse en el socio europeo privilegiado debe ser el objetivo”. Italia no oculta que aspira, como Gobierno de ultraderecha de referencia en Europa, a ser interlocutor predilecto de Trump en la UE.

Pero el mensaje de Stroppa es interesante más allá de lo político. Musk e Italia están hablando de negocios desde hace tiempo, sobre todo de la implantación de la red de satélites Starlink en Italia, para dar servicio de internet a zonas de escasa cobertura, y también para el uso en los ministerios, en el ejército y en la red diplomática. Se trata de un negocio de 1.500 millones de euros, según los medios italianos. También hay conversaciones sobre la producción en Italia de camiones y furgones eléctricos Tesla. Todo iba bien hasta que una investigación de corrupción llevó al arresto del director general del Sogei, una sociedad del Ministerio de Economía, por una serie de contratos y actividades bajo sospecha. Y entre los investigados está, precisamente, Andrea Stroppa. Italia paró entonces las negociaciones. Un motivo más para Musk para no tener buena opinión de los jueces italianos.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.
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