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Una cadena de escándalos hunde al Sinn Féin en Irlanda con unas elecciones anticipadas a la vista

Mary Lou McDonald, líder del partido que durante décadas respaldó al IRA, se ve cuestionada por la supuesta ocultación de casos internos de presunto acoso sexual y pedofilia

Sinn Féin elecciones Irlanda
La líder del Sinn Féin, Mary Lou McDonald (izquierda) y la ministra principal de Irlanda del Norte, Michelle O´Neill, el 6 de mayo de 2022 en Belfast.JASON CAIRNDUFF (REUTERS)
Rafa de Miguel

El momento más propicio para cometer torpezas es cuando el éxito está casi al alcance de la mano. El Sinn Féin, el partido irlandés que durante décadas fue la voz política de la organización terrorista IRA, se halla inmerso en una cadena de escándalos que amenaza su pretensión de conquistar finalmente el poder.

El actual primer ministro de Irlanda, del Fine Gael, Simon Harris, o taoiseach (el término celta con que se hace referencia al cargo en la jerga política), está a punto de adelantar las elecciones, según él mismo admitió este domingo al Irish Times: “Espero que se celebren en 2024″. El consenso general sugiere que tendrán lugar a finales de noviembre o principios de diciembre. Los presupuestos recién aprobados recogen un superávit, engordado por los 14.000 millones de euros en impuestos que la justicia europea ha obligado a pagar al gigante tecnológico Apple, que el Gobierno irlandés ha comprometido ya para remediar la principal crisis de la república de las últimas décadas: la escasez de vivienda.

Hace cuatro años, Mary Lou McDonald, la abogada dublinesa que heredó del histórico Gerry Adams el liderazgo del Sinn Féin, reconfiguró su discurso político para hacerlo más social y atractivo a los jóvenes y logró sumar el mayor número de votos en unas elecciones generales. Los dos partidos irlandeses históricos —el Fianna Fáil y el Fine Gael, dos ramas del mismo árbol nacionalista surgido hace más de un siglo, una más social-conservadora, la otra conservadora a secas— tuvieron que forjar una coalición para frenar el ascenso al Gobierno de un partido al que hasta entonces habían situado en la marginalidad.

Si el Sinn Féin logró el respaldo de más de medio millón de votantes en 2020 (de un total de poco más de dos millones que acudieron a las urnas), unos miles por delante de las dos formaciones históricas, fue gracias a su promesa de proporcionar nuevos hogares a los jóvenes y a la clase media, y al auge del deseo de reunificar la isla provocado por un Brexit catastrófico para Irlanda del Norte.

Pero las cosas han cambiado desde entonces. El Brexit se ha diluido en el tiempo, la crisis del coste de la vida ha cambiado las prioridades de los irlandeses, y el Sinn Féin ha sido incapaz de responder con claridad ante un nuevo fenómeno para el que su discurso no estaba preparado: la llegada de miles de inmigrantes irregulares a una isla acostumbrada más a que emigren sus habitantes que a recibir personas ha provocado una respuesta xenófoba y un malestar general en la población. Pero lo que más ha desgastado a McDonald, haciendo buena aquella frase del histórico político italiano Giulio Andreotti que decía que “el poder desgasta, sobre todo al que no lo tiene”, ha sido la sucesión de escándalos que ha sacudido al partido.

Un escándalo tras otro

El primer escándalo surgió en Irlanda del Norte, y la dirección del Sinn Féin confió, ingenuamente, en que quedaría acotado a ese territorio. Aunque el partido nunca ha admitido oficialmente la partición de la isla —en su terminología no existe Irlanda del Norte como entidad territorial, solo “el norte de Irlanda”—, lo cierto es que la organización funciona de modo casi autónomo a ambos lados de la frontera.

En febrero de este año, Michelle O’Neill, la vicepresidenta del partido, se convirtió en la ministra principal del Gobierno autónomo norirlandés. Era la primera vez en la historia que el Sinn Féin accedía al poder en la isla, y como tal fue celebrado.

Para entonces ya no ocupaba el puesto de jefe de prensa de la formación Michael McMonagle, de 42 años. Había sido suspendido por la organización en agosto de 2021. Pero no fue hasta la semana pasada que salió a la luz que el experiodista había sido condenado, después de admitir sus delitos, por dos intentos de incitar al sexo a un menor y por 12 mensajes sexuales, también a menores.

El Sinn Féin supo de la investigación oficial y decidió, como hizo durante décadas la propia Iglesia Católica irlandesa con sus casos de pederastia, esconder el asunto bajo la alfombra. Dos cargos del departamento de prensa del partido escribieron incluso cartas de recomendación a McMonagle, que logró hacerse con un puesto de comunicación en la organización British Heart Foundation en septiembre de 2022.

El varapalo que recibió la ministra principal norirlandesa en la Asamblea Autonómica de Stormont llevó a su jefa y presidenta del partido, Mary Lou McDonald, a intentar una estrategia de contención de daños con el anuncio de una revisión de las normas y estructuras internas del Sinn Féin. “Siempre se exigirá responsabilidad ante conductas así. Me comprometo a que incidentes como este no vuelvan a suceder”, prometió.

La calma apenas duró unos días. La diputada del partido Patricia Ryan, que representaba al condado del sur de Dublín de Kildare, anunció abruptamente su dimisión. Se llevó con ella a 10 miembros del Sinn Féin, que van a colaborar en su próxima candidatura como independiente.

Ryan acusa a la dirección de la formación de haber vetado sus comentarios en redes sociales y los de los votantes de su circunscripción. Todos ellos expresaban su rechazo al campamento desplegado en la zona por cientos de inmigrantes irregulares. El Sinn Féin es incapaz de articular una respuesta firme ante las protestas populistas de muchos de sus propios votantes frente a la presencia en sus calles de solicitantes de asilo.

“La gente del condado de Kildare quiere que sus instalaciones públicas estén limpias, y que el dinero de los contribuyentes no se destine a limpiar este desorden”, escribió la diputada en Facebook.

Más mensajes sexuales

La explosión definitiva llegó el pasado martes, durante un debate en el Parlamento irlandés. La líder del Sinn Féin, McDonald, admitió que el exalcalde de Belfast y el presidente del Senado, Niall Ó Donnghaile, fue suspendido como miembro de la formación el 13 de septiembre del año pasado. Un afiliado de 17 años se había quejado ante la dirección, después de recibir mensajes de contenido sexual enviados por Ó Donnghaile.

El Sinn Féin no solo confirmó la excusa dada entonces por el político para su retirada —”problemas de salud”—, sino que la propia McDonald le despidió con un mensaje cargado de elogios, cuando ya se conocía el verdadero motivo de su cese.

“El historial de este partido en lo que se refiere al secretismo y a la falta de transparencia es pasmoso”, ha aprovechado para denunciar el ministro de Exteriores, Micheál Martin, líder del Fianna Fáil y hasta hace nada taoiseach en el Gobierno de coalición. Cada uno de los dos partidos ha disfrutado de la jefatura del Ejecutivo durante una de las mitades del mandato. “El Sinn Féin ha vuelto a mentir en un asunto grave, y de nuevo se ha visto involucrado en un intento de encubrimiento”, señalaba Martin. A la mente de muchos votantes regresaba el recuerdo del hermano de Gerry Adams, Liam, condenado por agresiones sexuales a su propia hija. Un asunto que el partido ocultó durante largo tiempo.

El promedio de las últimas encuestas sitúa al Sinn Féin empatado con el Fianna Fáil, con un 19% de apoyos. El Fine Gael tiene una cómoda mayoría del 25%. Si finalmente se convocan elecciones anticipadas, el partido de Mary Lou McDonald tendrá por delante una cuesta difícilmente remontable, y puede ver cómo de nuevo se esfuman sus aspiraciones de gobernar la isla.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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