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El Gobierno de Scholz rescatará a la naviera Meyer Werft

El grupo necesita algo más de 2.600 millones de euros para concluir sus pedidos para construir barcos, que se firmaron antes de la espiral inflacionista

El canciller alemán, Olaf Scholz, visita una de las fábricas del fabricante de buques de lujo Meyer Werft en Papenburgo, Alemania.
El canciller alemán, Olaf Scholz, visita una de las fábricas del fabricante de buques de lujo Meyer Werft en Papenburgo, Alemania.Carmen Jaspersen (REUTERS)
Elena G. Sevillano

Meyer Werft no es una empresa cualquiera, sino “una joya de la corona de la industria” alemana, aseguró este jueves el canciller alemán, Olaf Scholz, durante una visita a la sede de esta naviera con 229 años de historia. La compañía, una de las mayores constructoras de cruceros del mundo, está a punto de ser rescatada por el Gobierno. La visita de Scholz esta semana a Papenburg, en Baja Sajonia, confirmó que el Ejecutivo está decidido a ayudar a Meyer Werft a salir de la difícil situación en la que quedó tras el aumento de los costes energéticos y de las materias primas por la pandemia. Todavía no se conocen los detalles, pero los medios apuntan a una participación mayoritaria temporal.

Meyer Werft necesita más de 2.600 millones de euros para hacer frente a la construcción de los pedidos que tiene en cartera, especialmente los de la compañía estadounidense Disney, que opera cruceros temáticos por el Caribe, Alaska y Canadá, entre otras rutas. Recientemente el gigante del entretenimiento le ha encargado cuatro embarcaciones, el mayor contrato de su historia. La empresa tiene una cartera de pedidos de 11.000 millones de euros y un futuro sólido, según destacó Scholz, que apuntó a que la compañía paga 500 millones de euros al año en impuestos y cotizaciones a la seguridad social. Alemania no duda en salir al rescate de su industria, ya lo hizo con el gigante Siemens Energy o con la aerolínea Lufthansa durante la pandemia.

El diario económico Handelsblatt informó el domingo pasado sobre un principio de acuerdo según el cual el Gobierno federal y el Estado de Baja Sajonia se harían cargo de entre el 80 y el 90% de las acciones del astillero. Scholz no confirmó en Papenburg los términos del acuerdo, pero recordó que en cualquier caso necesitará el visto bueno del Bundestag (Parlamento alemán) y de la Comisión Europea, al tratarse de una ayuda de estado.

La naviera atraviesa la peor crisis de su bicentenaria historia. La mayoría de sus contratos, firmados con mucha antelación por el tiempo que requiere la construcción de cada embarcación, se negociaron antes de la pandemia. Desde entonces los costes de la energía y de las materias primas se han disparado y la empresa se ha visto incapaz de atender sus compromisos. Los clientes abonan el grueso del precio en el momento de la entrega, lo que obliga a la empresa a endeudarse para cubrir los costes de construcción.

Scholz aseguró el jueves a los trabajadores que el Gobierno está trabajando con los propietarios y los bancos para sacar adelante a la compañía. “Queremos asegurar la existencia continuada del astillero, y de todo lo que depende de él”, señaló en un discurso durante una reunión del comité de empresa. El ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, tampoco quiso confirmar que se hubiera llegado a un acuerdo, pero dijo que su departamento lleva “semanas trabajando intensamente” en ello y que “las soluciones son posibles”.

Además de hacerse cargo de al menos el 80% de las acciones, el Gobierno federal y el land de Baja Sajonia también quieren aportar 400 millones de euros en capital y asegurar préstamos bancarios con garantías, según los medios alemanes. Parte del acuerdo incluye un derecho de tanteo para la familia Meyer en caso de salida del Estado en los próximos años. “No lo haremos para seguir siendo socios para siempre; no nos dedicamos a construir barcos”, aseguró Scholz en Papenburg. “Se trata de sentar las bases de un buen futuro para el sector privado”.

El caso más reciente de inversión y posterior desinversión del Gobierno en una empresa privada es el de Lufthansa. El Gobierno adquirió una participación del 20% en 2020, en plena pandemia de coronavirus, que vendió dos años después. Alemania rescató también durante la crisis al turoperador TUI con 2.000 millones de euros, que recuperó poco después con pingües beneficios.

El paralelismo entre el anuncio de Scholz y el rescate que aprobó otro canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, de la empresa constructora Holzmann en 1999 no ha pasado desapercibido para los medios alemanes. “Olaf se marca un Schröder”, titula el semanario Stern. Para la revista, el canciller quiere contrarrestar las malas perspectivas electorales y marcar perfil frente a sus socios de coalición -verdes y liberales-, con los que no ha dejado de pelearse desde que en diciembre de 2021 echó a andar el primer gobierno tripartito de la Alemania reunificada.

En noviembre de 1999, Schröder negoció un acuerdo con los acreedores de la maltrecha constructora, incluidos los bancos alemanes más importantes. Pactaron un paquete de ayudas millonarias, al que el Gobierno federal contribuyó concediendo un préstamo de 150 millones de marcos y una garantía de 100 millones. Schröder, hundido en las encuestas, celebró la salvación de 17.000 puestos de trabajo en Alemania atribuyéndose el mérito: “¡Lo hemos conseguido!”. La operación fue saludada con gritos de “Gerhard, Gerhard” e imágenes en televisión de los trabajadores con lágrimas en los ojos.

La quiebra de Meyer Werft sería un desastre para la región en la que opera, ya que el astillero da trabajo, directa o indirectamente a unas 18.000 personas. Los defensores de la operación destacan también que la desaparición de la compañía perjudicaría a todo el sector en Alemania, ya que Meyer Werft es un líder en la industria naviera europea, que todavía mantiene una posición dominante en la construcción de cruceros frente a los astilleros de Asia.

Según la empresa, la cartera de pedidos incluye diez cruceros, un buque de investigación y la construcción de las plataformas de cuatro estaciones transformadoras de energía eólica offshore (en el mar). Y el tiempo apremia: el acuerdo definitivo debería alcanzarse antes del 15 de septiembre, la fecha en la que Meyer Werft se quedará sin dinero para seguir fabricando.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.
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