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Siete mares rentables para los cruceros

La industria creció un 7% en 2015 y se abre a nuevos destinos con barcos cada vez más grandes

Fernando Gualdoni
Vista aérea de la bahía de Shangái.
Vista aérea de la bahía de Shangái. Getty Images/View Stock RM

En los astilleros Meyer Werft en Papenburgo, una localidad al noroeste de Alemania, Bernard Meyer, sexta generación de la empresa creada en 1795 y que hoy es uno de los constructores de cruceros de lujo del mundo más reputados, alzó hace un par de semanas una copa de champán para celebrar la puesta de la quilla del navío Norwegian Joy, el primero del mundo diseñado exclusivamente para el mercado chino. El brindis era, por supuesto, una buena noticia para los más de 3.000 trabajadores del astillero, pero también un hito para toda la industria del turismo de cruceros, que crece imparable desde los años noventa y cuyas previsiones de tocar techo no están a la vista. El sector facturó casi 40.000 millones de dólares el año pasado, cuando registró un crecimiento del 7% con respecto a 2014, según Cruise Market Watch.

Mientras Meyer bebía por el Norwegian Joy —que entrará en servicio en abril de 2017—, detrás de él, en otra parte del gran astillero alemán, sus empleados trabajaban en otro crucero de lujo para el turismo asiático encargado por el Grupo Genting de Malasia. Además, esta misma semana, el astillero entregó a la empresa de cruceros Royal Caribbean el Ovation of the Seas. El navío es el tercer barco de la clase Quantum construido en Meyer Werft y se unirá a los otros cuatro barcos del grupo estadounidense que operan en China. “La demanda de cruceros va en aumento y nosotros estamos bien situados. Para sobrevivir en Papenburgo a la competencia teníamos que ofrecer algo diferente, y la construcción de estos navíos, en la que comenzamos en los ochenta, se ha convertido en un gran negocio”, comenta Peter Hack­mann, portavoz de Meyer Werft.

A finales de 2015 había 298 cruceros disponibles en todo el mundo, con capacidad para transportar a casi medio millón de pasajeros. Y aunque no hay una previsión exacta, la industria calcula que este año se añadirán en torno a una media docena de buques. El mercado está en manos de tres grandes grupos con sede en Miami: Carnival, Royal Caribbean y Norwegian, que controlan más del 80% del negocio, seguidos de un buen número de compañías como MSC, Disney, Thompson, Tui, etcétera.

El 75% de los usuarios de cruceros procede de Norteamérica y Europa, sobre todo de Reino Unido y Alemania, y los destinos más populares son las rutas caribeñas y mediterráneas. Los turistas de Asia representan sólo el 8,5% del total, pero la industria de cruceros prevé que en un par de años la demanda china superará la europea y, como dice Roger Frizzell, de Carnival Cruises, “en algún momento el mercado chino será mayor que todos los actuales combinados”.

A pesar de que las empresas han tenido que bajar los precios de las travesías por la contracción de la economía china, las tarifas siguen estando entre las más altas y el nivel de ocupación es alentador para el negocio. En 2015 un millón de turistas chinos coparon los cruceros, y para 2020 se espera que sean 4,5 millones. Carnival ya tiene cuatro barcos operativos en la zona y este año añadirán dos más las marcas Costa y Princess, dos de sus filiales. “Además”, dice Frizzell, “nos hemos asociado con CSSC [China State Shipbuilding Corporation] para crear la primera empresa de cruceros puramente local”. De momento, las travesías que prefiere el cliente chino no duran más de una semana y se limitan a tocar puertos de Corea del Sur y Japón.

Lejos de Asia, el otro punto caliente para los cruceros este año es Cuba. El pasado 21 de marzo Carnival anunció a bombo y platillo que el Gobierno de La Habana le había otorgado el permiso para realizar viajes a la isla a partir del primero de mayo, con lo que se convertiría en la primera de cruceros estadounidense en más de 50 años en operar un crucero en Cuba. La empresa empezará con el buque Adonia, con capacidad para 704 pasajeros, a través de la línea Fathom. El viaje de siete días ya admite reservas a partir de 1.800 dólares por pasajero. Norwegian espera unirse pronto a un mercado que la italiana MSC, la cuarta mayor del mundo, lleva explotando desde finales de 2015.

Nuevos rivales

Aunque el sector parece saturado de navieras, nuevos actores apuestan por hacerse un hueco. Un sonado caso es el del multimillonario Richard Branson, que a mediados de 2015 anunció la puesta en marcha de Virgin Cruise, cuyos primeros tres barcos capaces de transportar a más de 4.000 pasajeros y tripulantes, encargados a la empresa italiana Fincantieri, se harán a la mar en 2020. Virgin apuesta por un destino seguro para este tipo de turismo, como es el Caribe, pero por un usuario que de momento no es muy entusiasta de los cruceros: los millenials. “Sabemos cómo crear algo que llevará a millones de personas que actualmente no hacen cruceros, que nunca soñarían con hacer un crucero, a probarlos”, dijo Branson tras el anuncio de su nueva aventura empresarial. Virgin hace cuentas: hay 95 millones de potenciales clientes nacidos entre 1980 y 2000 sólo en Estados Unidos, el mercado más activo en el turismo de cruceros.

El pasajero que opta por una de estas vacaciones en el mar tiene hoy una media de 49 años, está casado y cuenta con unos ingresos anuales de 114.000 dólares, según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros con sede en Washington. Los menores de 30 años apenas suponen el 7% de los clientes.

Las grandes empresas innovan constantemente en entretenimiento tecnológico para atraer un público más joven. El Norwegian Joy, por ejemplo, incorporará un simulador de fórmula 1 y una pista de karts a bordo. Los ejecutivos de la empresa creen que aunque está pensado para el turista chino, este tipo de atracción acabará incluyéndose en los navíos que surcan los mares de Occidente.

Sin embargo, la tecnología no es la única baza para atraer nuevos turistas al sector de los cruceros. Muchas compañías, sobre todo las medianas y pequeñas, compiten por el público menos estándar con experiencias muy distintas a las de un gran crucero convencional. Hay viajes por zonas más inexploradas como la Antártida, los hay que incluyen el ecoturismo, existe una tendencia hacia los cruceros solidarios (en los destinos se dan clases de inglés a niños o se ayuda en obras comunitarias), o hacia aventuras en travesías invernales por los fiordos noruegos. Incluso hay alianzas como las de la naviera Holland America con BBC Earth o la de Princess Cruises con Discovery Channel para vender cruceros inspirados en los programas de televisión.

Beneficio económico

El turismo de cruceros crece y con este toda una economía a su alrededor. El último informe publicado por la Asociación Internacional de Líneas de Crucero (CLIA) de Europa, Contribution of Cruise Tourism to the Economies of Europe, señaló que en 2014 operaron 60 líneas de crucero en Europa con 183 barcos con capacidad para 255.000 personas. Un total de 5,85 millones de pasajeros embarcaron en algún punto europeo y visitaron alguna de las 250 ciudades portuarias del continente. El gasto directo de las líneas de cruceros, pasajeros y tripulaciones ascendió a 16.600 millones de euros y el impacto económico de toda esta industria se cifró en 40.200 millones de euros. Los empleos creados en torno a este sector se calcularon en 350.000. Puertos del Estado, a su vez, evaluó que los datos de CLIA, extrapolados a España, supusieron un volumen de negocio para el país de 1.200 millones de euros y la generación de unos 25.500 trabajos.

Si los datos de 2014 ya eran abrumadores respecto a lo que el sector aporta a la economía, los registros del año pasado apuntalaron el crecimiento. Sólo en España, el tráfico de pasajeros de cruceros ascendió a 8,4 millones en 2015, lo que supuso un aumento del 9,4% respecto al año anterior. La cifra de España supera la de CLIA para Europa porque un mismo pasajero se cotabiliza en todos los puertos españoles que toca.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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