Un bombardeo israelí causa una matanza en una escuela de Gaza que servía como refugio
La mayoría de víctimas rezaba en la sala de oración. Los servicios de emergencia cifran los cadáveres en 93, 11 de ellos niños, y el ejército de Israel asegura que fue “preciso” y contra un “escondite de Hamás”. La matanza desata las críticas internacionales
Otra escuela repleta de desplazados, otra matanza en Gaza. Al menos 93 personas, entre ellos 11 niños y seis mujeres, han muerto este sábado en un triple bombardeo aéreo israelí en un colegio en el barrio de Al Daraj de Gaza capital, según los servicios de emergencia. El Gobierno de Hamás en la Franja eleva la cifra a más de 100, que Israel cuestiona. Fue al alba, cuando unas 250 personas practicaban el primer rezo del día en el islam en una sala de oración en la planta baja de la escuela. Otras se encontraban en aulas cercanas y fueron alcanzadas por la metralla o ardieron, ya que el ataque causó un incendio, informa la cadena de televisión Al Jazeera. “Hay aún restos por identificar”, ha señalado el portavoz de la Defensa Civil Palestina, Mahmud Bassal. Al Ahli, el hospital al que fueron transportados, recibió en poco tiempo 70 cadáveres que saturaron sus capacidades, según su director, Fadl Naim. Ha tenido que reutilizar material médico para las curas.
Los ataques israelíes a colegios en Gaza que albergan civiles no son excepcionales: la oficina de derechos humanos de la ONU contabiliza 21 desde el 4 de julio, con al menos 274 muertos, entre ellos mujeres y niños. Pero las imágenes (cadáveres despedazados, un Corán ensangrentado...), el balance (uno de los más letales en diez meses de guerra) y el momento (en medio de un renovado impulso por alcanzar un alto el fuego) han provocado condenas internacionales más duras de las habituales.
El ejército israelí asegura que su objetivo era un “centro de control y mando que servía de escondite para terroristas y mandos” y ha difundido las fotos y nombres de 19 “eliminados” que vincula a Hamás y a la Yihad Islámica. En un comunicado, señala que tomó previamente “numerosas medidas para mitigar el riesgo de dañar a civiles” y cuestiona el balance de víctimas porque empleó “tres municiones precisas” (sin especificar) que “no causan esa cantidad”. Según un miembro del buró político de Hamás, Izzat el Reshiq, “ni un solo combatiente” perdió la vida en el bombardeo.
En las imágenes del lugar se ven trozos de cuerpos por el suelo, y otros cubiertos por mantas. También a niños heridos entre los escombros y gente rezando frente a cadáveres. Solo este mes Israel ha bombardeado otras cuatro escuelas que albergaban desplazados, todas en la capital de la Franja, dejando en conjunto unos 80 muertos, que acercan aún más a 40.000 el balance de diez meses de guerra.
Las tropas israelíes han regresado además esta semana a la ciudad de Jan Yunis, tras forzar el enésimo desplazamiento forzoso de sus habitantes, que ha dejado nuevas imágenes de civiles cargando con sus pocas pertenencias en largas filas en dirección a otro lugar. Ya a principios de julio ordenó a la población abandonar zonas del este de la ciudad y lanzó una ofensiva que duró ocho días.
En esta, que ha iniciado con unos 30 bombardeos aéreos (según datos del ejército), “operará con fuerza” contra los “grupos terroristas en la zona”, ha advertido su portavoz en lengua árabe, Avijai Adraee. En los últimos días, los milicianos que se esconden de las tropas han lanzado varios cohetes contra territorio israelí, sin causar muertos, una parte de ellos desde Jan Yunis.
El bombardeo coincide con un renovado impulso internacional por alcanzar un alto el fuego en Gaza. Hace dos días, los países que median desde hace meses para poner fin a la guerra (Estados Unidos, Egipto y Qatar) convocaron una reunión para el jueves en Doha y emitieron un comunicado conjunto para pedir a las partes que sellen un acuerdo “sin más tiempo que perder ni excusas”.
Por ello, y en una reacción inusual, el Ministerio de Exteriores de El Cairo ha hablado de “asesinato deliberado” que muestra la ausencia de “voluntad política” del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, por alcanzar un pacto que ponga fin a la invasión y permita el regreso de los más de 100 rehenes en la Franja. Críticos se han mostrado también Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, y David Lammy, ministro de Exteriores del Reino Unido, que ha cambiado el tono desde la llegada al poder de Keir Starmer, el mes pasado. El primero se ha declarado en X, la red social antes llamada Twitter, “horrorizado por las imágenes” y subrayado que “no hay justificación para estas masacres”. El segundo, “consternado” por la “trágica pérdida de vidas”, ha pedido un “alto el fuego inmediato”.
Los comunicados parecen también consecuencia de una cierta sensación de déjà vu y de cansancio ante una guerra cuya continuación Netanyahu tiene que justificar a sus interlocutores internacionales porque no la entienden, ni creen que vaya a cambiar ya nada, según él mismo admitió recientemente. Pero la clave sigue siendo su gran aliado, Estados Unidos, en plena vorágine electoral y con un presidente con el tiempo tasado (Joe Biden) que acumula diez meses de entrega de armamento y ha desplegado buques de guerra y cazas de última generación en Oriente Próximo y el Mediterráneo Oriental. La Casa Blanca se ha mostrado “profundamente preocupada” sobre “las informaciones de muertos civiles”.
Ningún aliado recibe anualmente más ayuda militar y por eso atrae tanta atención cada palabra al respecto de Kamala Harris, la candidata demócrata que se enfrenta a Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre. Este viernes, al escuchar cánticos en solidaridad con Palestina durante un mitin en Arizona, respondió con la frase: “Ahora es el momento para un alto el fuego”.
Algunas reacciones este sábado han ido, de hecho, más dirigidas a Washington que a Tel Aviv, donde está la base en la que se reúne el liderazgo político y militar. Nabil Abu Rudeina, portavoz del presidente palestino, Mahmud Abbas, ha hecho a Estados Unidos “directamente responsable” de la matanza, por las armas que suministra al Estado judío, y le ha pedido poner fin al “apoyo ciego” que le presta.
La posibilidad de que callen las armas ha cobrado impulso a raíz de una conversación telefónica entre Netanyahu y Biden y, sobre todo, por el temor a una guerra regional tras el doble asesinato ―reconocido o atribuido a Israel― la semana pasada que ha puesto Oriente Próximo en un momento delicado: los del número dos de Hezbolá, Fuad Shukr, en Beirut; y el líder de Hamás, Ismail Haniya, en Teherán. Este martes, el movimiento islamista palestino eligió a Yahia Sinwar, cerebro de los ataques del 7 de octubre de 2023 y el hombre más buscado por Israel, para reemplazarlo.
Los mediadores tratan a toda prisa de ofrecer a Teherán y a su milicia libanesa aliada el fin de la invasión de la Franja a cambio de que modulen su anunciada represalia. Ali Fadavi, subcomandante de la Guardia Revolucionaria iraní, ha subrayado este viernes que están preparados para cumplir las órdenes “claras y explícitas” del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, de aplicar un “duro castigo y venganza por la sangre de Ismail Haniya”. No obstante, hay divergencias internas sobre su alcance y los sectores más pragmáticos, como el nuevo presidente, Masoud Pezeshkian, que ganó las elecciones con un mensaje de distensión exterior, como la reanudación de las negociaciones del acuerdo nuclear de 2015, herido de muerte con la salida de Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump.
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