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La agresión a un diputado muestra la crispación creciente en la política italiana

La sensación de tolerancia ante el conflicto parlamentario crece en un país en el que estos incidentes no provocan un gran rechazo

Pelea entre parlamentarios, este miércoles en la Cámara de los Diputados, en Roma. Foto: MAURO SCROBOGNA/LaPresse | Vídeo: EPV

La secuencia de la última trifulca entre parlamentarios, en pleno hemiciclo, no deja indiferente a nadie. Un rutinario debate sobre la ley de autonomía diferenciada para las regiones en la Cámara de los Diputados de Roma acabó el miércoles por la tarde en una escena grotesca. Empujones, patadas, golpes... Un diputado de la oposición abandonando el hemiciclo en silla de ruedas. Otro lanzando un objeto contra la bancada del Gobierno. Esta refriega es un ejemplo extremo de la crispación política que se respira en Italia.

La tensión es una constante en la política italiana, tanto dentro de las frecuentes coaliciones gubernativas como entre el Gobierno y la oposición. Desaires, confrontaciones... Todo ello ocurre habitualmente. La violencia no es tan frecuente, pero tampoco es algo completamente inusual, a diferencia del Parlamento español, donde los enfrentamientos son retóricos, no físicos. En Italia prácticamente todos los años se produce algún encontronazo violento entre diputados y senadores, algo que ha sucedido con distintos gobiernos. Pese a estos episodios, lo que ocurrió el miércoles, con la intervención de los equipos médicos para atender al diputado agredido, fue especialmente grave.

La crispación que se está viviendo en la política italiana se alimenta con algunas propuestas de ley de la coalición del Gobierno ultraderechista particularmente espinosas que están levantando ampollas. Una es la ley de autonomía diferenciada, propuesta por la Liga y que pretende establecer el mecanismo por el que las regiones que lo consideren puedan solicitar autorización al Gobierno para gestionar de manera autónoma algunas materias sobre las que actualmente tiene competencia el Estado central, como fiscalidad, educación, transportes o sanidad. La oposición acusa al Ejecutivo de Meloni de querer “partir en dos al país” y denuncia que la norma penalizará a las regiones del sur, tradicionalmente más atrasadas, y que incrementará la brecha con el norte.

Otra es la reforma del premierato, que se está debatiendo en el Senado y que implica un cambio en la Constitución con el objetivo de reforzar los poderes del primer ministro. La idea del Gobierno ultraderechista es que los ciudadanos elijan al jefe del Ejecutivo directamente en las elecciones, con sus votos, sin pasar por el Parlamento, como se hace hasta ahora en Italia y en la mayoría de democracias parlamentarias.

Las últimas trifulcas, con empujones, insultos y gritos incluidos, dentro del Parlamento y en los aledaños, han sido a cuenta de temas dispares como la carne cultivada, como cuando en noviembre de 2023 un grupo de diputados protagonizó un tumulto con varios miembros de asociaciones de agricultores frente a la sede del Gobierno; las finanzas, como en abril de 2022, cuando en una sesión de la Comisión Parlamentaria de Finanzas volaron los micrófonos; el salario mínimo, como en diciembre de 2023, cuando hubo empujones en el Parlamento durante un debate sobre este tema; o la autonomía de las regiones, una cuestión tradicionalmente delicada, que el pasado abril ya produjo un roce entre parlamentarios.

A pesar de que la Constitución establece que “los ciudadanos que tengan encomendadas funciones públicas tienen el deber de desempeñarlas con disciplina y honor”, en Italia se ha extendido la sensación de una cierta tolerancia hacia el conflicto parlamentario sin límites y la idea de que todo vale, ya que hasta ahora, este tipo de disturbios no ha tenido consecuencias destacables y no ha despertado grandes muestras de rechazo, tampoco en la ciudadanía.

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El espectáculo del miércoles empezó de una forma que no hacía prever el nada edificante desenlace. Algunos miembros de la oposición cantaban el himno nacional y ondeaban banderas como crítica a la norma propuesta por la Liga liderada por Matteo Salvini, que, según ellos, supondrá una gran desventaja para el sur. Un diputado del Movimiento 5 Estrellas, Leonardo Donno, intentó entregar una bandera italiana al ministro de Asuntos Regionales, Roberto Calderoli, de la Liga, en señal de protesta. Dos vigilantes de seguridad le impidieron que se acercara al gobernante. En apenas unos segundos, un grupo de diputados de la coalición de Gobierno irrumpió en avalancha y, sin mediar palabra, se produjo un tumulto. En el fragor de la batalla uno de los parlamentarios llegó a empujar involuntariamente al ministro, poco después otro lo tomó por los hombros y lo sacó de escena. Igor Iezzi, diputado de la Liga muy cercano a Salvini, lanzó varios puñetazos hacia la cabeza del diputado Donno, que cayó al suelo y acabó abandonado la sala en silla de ruedas escoltado por un equipo médico.

La escena se completó con el presunto lanzamiento de una silla por parte del diputado del Partido Democrático Nico Stumpo contra las bancadas del Gobierno y con cánticos y gestos provocativos cruzados. El diputado de la Liga Domenico Furgiuele fue expulsado por realizar con las manos el gesto de una X dirigiéndose a la oposición, que en ese momento estaba entonando el himno partisano Bella Ciao. El gesto de Furgiuele se interpretó como una referencia a la Decima Flottiglia MAS (X MAS), la unidad militar que estaba bajo las órdenes directas del dictador Benito Mussolini. El parlamentario se justificó después alegando que realizó una cruz con las manos, como hacen los jueces del programa televisivo Factor X para mostrar su desagrado hacia los cánticos de la oposición.

“Fuera los fascistas”

El jueves, cuando se retomó el debate en la Cámara de los Diputados, aún quedaban rescoldos de hostilidad. Los parlamentarios de la oposición volvieron a entonar el Bella Ciao y gritaron “fuera los fascistas del Parlamento”, después de que el número dos de la Liga, Andrea Cripp, defendiera que cantar el himno partisano es “peor” que hacer el signo de la X MAS, “porque el comunismo causó millones de muertos”. “Por desgracia, los comunistas siguen existiendo en este Parlamento”, agregó el político.

Antes de reanudar las intervenciones en el hemiciclo, Elly Schlein, secretaria del Partido Democrático, pidió a sus filas que evitaran “caer en provocaciones” y anunció que hablaría con otros miembros de la oposición “para evaluar posibles acciones conjuntas”. “No dejaremos pasar esta agresión como un hecho normal, lo que ha ocurrido no puede silenciarse”, clamó la líder de la oposición. Y advirtió: “La oposición será extremadamente dura contra las reformas que desmonten la estructura constitucional del país”, en referencia a las últimas normas propuestas por el Ejecutivo de Giorgia Meloni, la de la autonomía diferenciada de las regiones y la reforma que pretende introducir la elección directa del primer ministro, hasta ahora competencia del Parlamento.

Desde el Gobierno han tratado de restar importancia a lo ocurrido y han denunciado que se trata de un intento de ensombrecer “el G-7 de Giorgia Meloni” en alusión a la cumbre internacional que reúne a los líderes de los países más ricos del mundo estos días en el sur de Italia. “Estamos dando una imagen peor de la que damos normalmente. Me parece un harakiri”, ha protestado el presidente del Senado, Ignazio La Russa, de Hermanos de Italia.

La oposición italiana también ha denunciado el modo en el que quedó recogida la refriega en el acta parlamentaria de la sesión del miércoles, que habla de “desórdenes” en la sala. “Evidentemente, lo que ocurrió ayer no se puede resumir en el acta con la palabra desórdenes, es una agresión. Tiene que quedar claro entre nosotros”, lamentó el diputado del Partido Democrático Federico Fornaro. “No fue un desorden, sino una agresión de escuadristas”, denunció Marco Pellegrini, del M5S, utilizando una palabra que hace alusión a las acciones violentas que practicaban grupos fascistas en la época del fascismo italiano.

Este jueves, la oposición ha protestado durante los debates en la Cámara alta mostrando banderas del país, mientras que los senadores del Gobierno han respondido entonando el himno nacional.

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