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Georgia desafía de nuevo a la UE al impulsar una ley de inspiración rusa contra el colectivo LGTBI

El Gobierno del país candidato a ingresar en el bloque comunitario presenta un proyecto para vetar el matrimonio homosexual, las operaciones de cambio de sexo y la adopción de menores

Georgia
Una mujer con las banderas de la Unión Europea y Georgia protesta frente a la policía después de que el parlamento tumbase el veto presidencial a la ley de agentes extranjeros el pasado 28 de mayo.DAVID MDZINARISHVILI (EFE)
Javier G. Cuesta

Las autoridades de Georgia, país candidato a la UE, han presentado un proyecto de ley para vetar el matrimonio homosexual, las operaciones de cambio de sexo y toda manifestación pública de las personas LGTBI. La medida ha sido anunciada por el partido gobernante, Sueño Georgiano, semanas después de que la formación lograse aprobar definitivamente su polémica ley de agentes extranjeros y alza un nuevo obstáculo insalvable en el proceso de adhesión del país a la Unión Europea. El partido fundado por el oligarca Bidzina Ivanishvili copia así una vez más las represivas leyes del Kremlin y demuele un puente con el bloque comunitario, al mismo tiempo que lanza un nuevo guiño a Rusia.

El presidente del parlamento de Georgia, Shalva Papuashvili, ha anunciado un paquete de ocho medidas denominado: “Sobre los valores familiares y la protección de los menores”. A diferencia de la “ley contra la propaganda LGTBI” rusa, el partido gobernante georgiano pretende tramitar de una tacada y en pocos meses todo el conjunto de normas represivas que el Kremlin ha aprobado entre 2013 y 2023; que empezó con la prohibición de hablar sobre homosexualidad delante de menores y ha acabado con la persecución al colectivo LGTBI, considerado como un movimiento extremista.

Las medidas promovidas por Sueño Georgiano incluyen prohibir la adopción de niños a las parejas “con una orientación sexual no tradicional” y denegar el cambio de sexo en los documentos oficiales. Asimismo, el Gobierno criminalizará todas las manifestaciones públicas que promuevan “relaciones no tradicionales”, incluidos los anuncios y las publicaciones en los medios con relaciones entre dos personas del mismo sexo.

“Nuestro objetivo es proteger los valores familiares y a las generaciones futuras de las consecuencias irreparables de la propaganda pseudoliberal”, ha manifestado Papuashvili, alto cargo de Sueño Georgiano, partido que culpa de la invasión de Ucrania a la supuesta conspiración de un “partido mundial de la guerra” y no a su presidente Vladímir Putin o a Rusia, con quién ha estrechado sus lazos estos últimos años.

La Unión Europea advirtió en mayo de que congelará la incorporación de Georgia si no retira la polémica ley de agentes extranjeros. Aunque Sueño Georgiano ha seguido adelante con la deseada adhesión al bloque comunitario —un 80% de la población lo apoya, según las encuestas—, al mismo tiempo ha impulsado esta represiva medida para defender su supremacía frente a una oposición fragmentada en un sistema político que concede prácticamente todo el poder a la formación más votada.

La ley de agentes extranjeros le ha servido a Rusia para proscribir y fundir a multas a las ONG y activistas que actúan al margen de su línea oficial. La versión georgiana de momento se limita a las organizaciones y personas que reciben más de un 20% de sus fondos del exterior, aunque el Ejecutivo podrá obligarles a informar de todos sus contactos.

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Para la Comisión de Venecia, órgano consultivo del Consejo Europeo, la ley de agentes extranjeros ya supone un enorme obstáculo para la adhesión del país a la UE. Según un informe fechado el 21 de mayo, “sus restricciones a los derechos, a la libertad de expresión, a la libertad de asociación y a la intimidad no cumplen con los requisitos de legalidad, legitimidad, necesarios en una sociedad democrática”.

A este golpe se suma ahora otra ley absolutamente discriminatoria —por ejemplo, la ONU remarca que el cambio de sexo es un derecho— y que copia punto por punto las medidas con las que el Kremlin ha silenciado a la minoría LGTBI, unas políticas que se han exacerbado desde que desató su guerra contra Ucrania. De hecho, este martes se ha hecho público que la plataforma de idiomas estadounidense Duolingo ha enviado una misiva al vigilante de internet ruso, Roskomnadzor, para informarle de que ha eliminado de su portal “todos los materiales que promuevan relaciones sexuales no tradicionales”.

El partido gobernante prevé que la tramitación del proyecto de ley contra el colectivo LGTBI se prolongará hasta después de las elecciones parlamentarias georgianas de octubre. Estos comicios serán decisivos para el futuro de Georgia: la presidenta del país, Salome Zourabichvili, ha llamado a toda la oposición a unirse contra Sueño Georgiano. Elegida por los ciudadanos en 2018, el veto de Zourabichvili sobre la ley de agentes extranjeros fue tumbado por el parlamento el 28 de mayo.

“Hoy, cuando el espectro de Rusia se cierne sobre nosotros, la asociación y el acercamiento con Europa son el verdadero camino para preservar y fortalecer nuestra independencia y paz”, afirmó Zourabichvili al presentar a finales de mayo su plan para frenar a Sueño Georgiano y reformar el sistema político del país. No será fácil, la mayoría gobernante cuenta hoy con 83 escaños frente a los 55 de la constelación opositora, aunque esta se ha visto reforzada por una marea humana en las protestas contra la ofensiva legisladora del Ejecutivo.

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