El partido de Mandela pierde la mayoría absoluta en Sudáfrica por primera vez en 30 años
Con el 61% de las papeletas escrutadas, el Congreso Nacional Africano obtiene un 42% de los votos frente a un 23% del principal partido opositor
Las elecciones celebradas este miércoles han supuesto un terremoto político en Sudáfrica. El Congreso Nacional Africano (ANC, en sus siglas en inglés), el histórico partido de Nelson Mandela, ha perdido la mayoría absoluta que le ha mantenido en el poder desde 1994, tras el fin del apartheid. Con el 60% de los votos escrutados, el ANC obtiene un 41,9%, una estrepitosa caída de 16 puntos con respecto a los últimos comicios generales de 2019 en los que logró un 57,5% de las papeletas. A estas alturas del recuento ya queda claro que tendrá que buscar acuerdos con otras formaciones políticas para que su candidato y actual presidente, Cyril Ramaphosa, se mantenga en el cargo.
Por su parte, el partido liberal Alianza Democrática (DA, en sus siglas en inglés) obtiene el segundo puesto con un 22,9% de los votos, el mejor resultado de su historia. En 2019 logró el 20,7%, por lo que se trata de una discreta subida que lo confirma como el principal partido de oposición. Sin embargo, la sorpresa de estos comicios la protagoniza el uMkhonto weSizwe (MK), el movimiento político creado por el expresidente Jacob Zuma, que en su primera participación electoral ha logrado situarse como el tercer partido en liza con el 11,6% de los apoyos. Finalmente, el grupo de izquierdas Luchadores por la Libertad Económica (EFF), liderado por Julius Malema, obtiene el respaldo de 9,5% del electorado.
Los numerosos casos de corrupción en los que se han visto envueltos altos cargos del Gobierno y del ANC en los últimos años están entre las primeras causas del desgaste sufrido por este partido, una continua pérdida de votos que se ha precipitado en estas elecciones y que le ha llevado a perder la cómoda mayoría de la que disfrutaba. Igualmente, las altas tasas de paro cercanas al 33%, así como el incremento de la inseguridad ciudadana y la mala calidad de los servicios públicos, con cortes de luz y agua en las grandes ciudades, han contribuido al desencanto de la población hacia sus gobernantes.
Aunque habrá que esperar a la publicación de los resultados provisionales completos, que está prevista para este fin de semana, así como a la asignación de escaños, una de las principales incógnitas que habrá que resolver tras la proclamación oficial de los resultados es la de los pactos postelectorales. El partido EFF, que se define como marxista y panafricanista, se perfila como uno de los posibles socios preferentes del ANC. El propio Malema, que fue líder de las juventudes del ANC, ya ofreció a Ramaphosa durante la campaña la posibilidad de formar un Gobierno de coalición y reclamó para los suyos el Ministerio de Economía.
Tanto la DA de John Steenhuisen, considerado un defensor de la minoría blanca y en las antípodas ideológicas del ANC, como el partido de Zuma, a quien sus antiguos compañeros acusan de traición, parten con menos opciones para alcanzar algún tipo de acuerdo, aunque todo dependerá de la aritmética parlamentaria. Además, Zuma se ha visto envuelto en varios escándalos de corrupción. El Tribunal Superior de Sudáfrica le investiga por su participación en una trama de tráfico de armas y sobornos por valor de 4.600 millones de euros. En concreto, está acusado de 12 cargos de fraude, dos de corrupción, uno de lavado de dinero y otro por asociación ilícita. En 2021 fue condenado a 15 meses de cárcel por desacato en esta misma causa, lo que ha impedido su candidatura en estas elecciones. Pese a ello, su partido, de reciente creación, ha logrado colocarse en una posición de privilegio con casi el 10% de los votos en su primera participación electoral, restando apoyos al ANC.
La DA, por su parte, se ha mostrado muy crítica con la posibilidad de un acuerdo de gobierno entre el Congreso Nacional Africano y el EFF, al que ha calificado de “pacto del Juicio Final” y “desastre para Sudáfrica”, asegurando que espantaría a los inversores. La otra incógnita es el propio futuro de Ramaphosa. Cuando llegó al poder en 2018 en sustitución de Zuma, prometió devolver al ANC a su antiguo esplendor. Sin embargo, bajo su liderazgo el partido ha ido perdiendo votos, elección tras elección, y se espera que en el seno de la ANC surjan voces críticas, tal y como ocurrió en 2022, cuando se halló medio millón de euros en efectivo escondidos bajo unos cojines en su finca de Phala Phala. En medio de las acusaciones de corrupción, Ramaphosa logró el respaldo in extremis de sus compañeros, pero su escaso tirón electoral le podría pasar factura y hacer que el partido opte por otro perfil para llevar las riendas del país.
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