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El partido de Mandela se enfrenta a sus elecciones más inciertas en Sudáfrica

El presidente Ramaphosa parte como favorito este miércoles pese a que los sondeos pronostican que el Congreso Nacional Africano perderá la mayoría absoluta por primera vez en 30 años

Elecciones Sudafrica
Seguidores del partido opositor Alianza Democrática (DA) durante el mitin final de campaña de su partido en Johannesburgo el pasado domingo.KIM LUDBROOK (EFE)
José Naranjo

El Congreso Nacional Africano (ANC, en sus siglas en inglés), el histórico partido de Nelson Mandela, que ha dominado sin discusión el panorama político de Sudáfrica durante tres décadas, se enfrenta este miércoles a sus elecciones más inciertas. Las últimas encuestas revelan que, por primera vez desde 1994, año en el que se celebraron los primeros comicios con sufragio universal —Mandela venció con más del 62% de los votos—, claves para poner fin al régimen del apartheid, el apoyo al ANC podría caer por debajo del 50% de los votos. De ser así, perdería la mayoría absoluta en el Parlamento, lo que le obligaría a alcanzar acuerdos con otras formaciones políticas para que Cyril Ramaphosa, su candidato y actual presidente, pueda obtener la reelección.

El ANC ha sufrido una lenta pero continuada sangría de votos en los últimos años. En los comicios generales de 2014 obtuvo un 62% de las papeletas, pero sus resultados cayeron al 57% en 2019 y hasta al 46% en las elecciones locales de 2021, una pérdida de poder impensable apenas una década atrás. La última encuesta del centro de análisis sudafricano Fundación de Investigación Social apunta a que este miércoles tan solo recibirá el respaldo de un 44% de los sudafricanos en unas elecciones en las que están llamados a votar unos 28 millones de ciudadanos. Otros sondeos le atribuyen incluso peores resultados, en torno al 40%.

Tres rivales políticos

El desempleo ocupa un lugar central en el desencanto de los sudafricanos. El país tiene una elevada tasa de paro, en torno al 33%, y la mitad de sus jóvenes no tiene trabajo. Uno de los frutos de la incertidumbre laboral es el incremento de la delincuencia: las estadísticas policiales más recientes indican que se comete un asesinato cada 20 minutos y las violaciones se han disparado en Johannesburgo y Ciudad del Cabo. Asimismo, los recurrentes cortes de agua y luz que sufren las grandes ciudades han acabado por minar la paciencia de millones de sudafricanos. Finalmente, la corrupción política es una de las grandes preocupaciones de los ciudadanos y el mayor lastre que arrastra el ANC.

Entre los 70 partidos que optan al Parlamento, las tres principales amenazas para los herederos políticos de Mandela son la mayor fuerza opositora, Alianza Democrática (DA, en sus siglas en inglés), liderada por el aspirante blanco John Steenhuisen, a quien las encuestas otorgan hasta un 27% de las papeletas; el partido fundado por el expresidente Jacob Zuma, uMkhonto weSizwe (MK), a quien los sondeos otorgan entre un 8% y un 13% pese a la ausencia de su líder en la candidatura por sus causas judiciales, y el grupo de izquierdas Luchadores por la Libertad Económica (EFF) de Julius Malema, marxista y panafricanista, a quien sus rivales acusan de ser un radical que promueve la violencia.

Pese a todo, el ANC, que cuenta en la actualidad con 230 asientos en un Parlamento de 400 diputados, sigue siendo el partido con más respaldo en Sudáfrica. Ramaphosa logró superar en 2022 una investigación por corrupción después de que apareciera medio millón de euros en efectivo escondido bajo unos cojines en su finca de Phala Phala. Acosado por la oposición y en pleno escándalo mediático, el presidente logró ser elegido candidato a la reelección. Tras 30 años en el poder, el ANC mantiene un indudable gancho entre los electores y sigue siendo una poderosa maquinaria política. Al menos hasta ahora.

Los dirigentes del ANC, que se han visto envueltos en este y otros casos de corrupción, aseguran haber “aprendido de sus errores” y prometen crear hasta cuatro millones de puestos de trabajo así como combatir la inmigración irregular procedente de los países vecinos, otro de los caballos de batalla de la campaña. La DA, por su parte, propone recetas neoliberales y se ha propuesto privatizar las empresas públicas para sacar a seis millones de sudafricanos de la pobreza, mientras que desde la oposición de izquierdas, el EFF de Malema quiere expropiar tierras a los blancos que siguen siendo propietarios y nacionalizar bancos y empresas mineras. Finalmente, los partidarios de Zuma se plantean dotar de más poder a los líderes tradicionales.

La guerra en Gaza

Aunque las cuestiones internas son las que más agitan al electorado, la guerra en Gaza se ha colado también en la campaña. El Gobierno sudafricano fue el promotor de la denuncia contra Israel ante la Justicia internacional y millones de sudafricanos sienten casi como propia la causa palestina al considerar que este pueblo sufre un apartheid similar o incluso peor que el que afectó durante décadas a la población negra en Sudáfrica. En el último mitin del ANC en el emblemático barrio de Soweto, el propio Ramaphosa entusiasmó a unos 70.000 seguidores con el polémico eslogan de “Palestina libre, desde el río hasta el mar, Palestina será libre”.

El millonario presidente, de 71 años, se mostró contundente en ese acto: “Nos reunimos aquí llevando juntos las esperanzas y aspiraciones de millones”, dijo. “Nuestro pueblo decidirá si nuestro país sigue avanzando con el ANC hacia un futuro más brillante o vuelve a un pasado terrible”.

Si el ANC cae por debajo del 50% de los votos, tal y como predicen las encuestas, tendrá que buscar apoyo en sus rivales para mantenerse en el poder. A priori parece difícil que firme un pacto con el MK de Zuma, al que acusa de traición, pero si este obtiene un importante respaldo en la populosa región de KwaZulu-Natal, un histórico feudo de votos del ANC, cualquier combinación es posible. Parece también descartado de entrada un acuerdo con la DA, que se percibe como el partido que defiende a la minoría blanca, mientras que el EFF de Malema ya se ha ofrecido a dar sus votos a una posible investidura de Ramaphosa si logra entrar en el Gobierno.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).
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