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Robert Fico, el líder populista de Eslovaquia que volvió radicalizado en 2023

El político prorruso dimitió en 2018 por las protestas sociales tras el asesinato de un periodista de investigación

El primer ministro eslovaco, Robert Fico, en Budapest en enero. Foto: DENES ERDOS (AP/ LAPRESSE) | Vídeo: EPV
Gloria Rodríguez-Pina

Hacía décadas que el término magnicidio no acompañaba el nombre de ningún dirigente europeo. Hasta este miércoles, cuando Robert Fico, un político populista prorruso que lleva poco más de medio año de vuelta al frente del Gobierno eslovaco, ha sido víctima de un intento de asesinato. El primer ministro nacionalista había salido a saludar a un grupo de ciudadanos a las puertas de la Casa de la Cultura de Handlová, a unos 200 kilómetros al noreste de Bratislava, cuando recibió varios disparos.

El tiroteo de este miércoles es el epítome de un panorama político extremadamente convulso en el país que la ex secretaria de Estado de EE UU Madeleine Albright describió como el “agujero negro” de Europa. Fico, de 59 años, lo conoce bien. El político —que se autodefine como socialdemócrata, pero defiende posturas abiertamente homófobas, xenófobas y misóginas—, estuvo al frente del Gobierno eslovaco en un primer mandato entre 2006 y 2010. Volvió de nuevo en 2012 y gobernó hasta 2018, cuando se vio obligado a dimitir. El país había estallado en protestas masivas tras el asesinato del periodista Jan Kuciak y su pareja, Martina Kusnirova, cuando el reportero investigaba las conexiones entre personas cercanas a Smer, el partido de Fico, y la mafia italiana, así como escándalos de corrupción del Gobierno.

Todo el mundo en el país dio por amortizada la carrera del veterano político. Pero en las elecciones legislativas del pasado otoño dio la vuelta a esos pronósticos con la victoria que le permitió liderar un nuevo Ejecutivo de coalición. Fico ganó con un discurso más radical que nunca, populista, prorruso, antioccidental y nacionalista.

Desde que tomó posesión en octubre, ha confirmado los temores que su regreso generó en Bruselas, acercando el país hacia la senda de su vecino del sur, la Hungría del ultraconservador Viktor Orbán. Tanto en lo relacionado con la salud democrática como con la guerra en Ucrania, respecto a la que Fico se posiciona más del lado de Moscú que de Kiev. “Sabemos que Ucrania es uno de los países más corruptos del mundo y que su régimen de Gobierno está muy lejos de los estándares democráticos”, ha dicho Fico cuando le han preguntado por la adhesión del país a la UE, a la que se opone.

Ajuste de cuentas

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Durante el tiempo en el que Fico estuvo fuera del poder político, las autoridades eslovacas emprendieron una profunda lucha contra la corrupción. Varias personas cercanas a él y a su partido fueron condenadas y hay más de 100 a la espera de juicio. El propio primer ministro fue acusado en 2022 de apoyar el crimen organizado, aunque el fiscal general, cercano al dirigente, dio carpetazo al caso. Nada más volver al Gobierno, el político emprendió una serie de reformas con sabor a ajuste de cuentas que ya le ha valido un toque de atención de las instituciones europeas por vulnerar el Estado de derecho.

Para empezar, el Ejecutivo de coalición —que incluye a una escisión de Smer y a un partido ultranacionalista— aprobó una reforma del Código Penal con una tramitación exprés para rebajar las penas de delitos graves y adelantar los plazos de prescripción. Además, decretó el cierre de la fiscalía especial, que investigaba los casos más importantes de corrupción.

Después de esa intervención en el ámbito judicial, Fico se puso en marcha para controlar el mediático. El político, conocido por atacar permanentemente a los medios de comunicación y tildar a los periodistas de “prostitutos antieslovacos” y enemigos de la nación, ha iniciado una reforma de la radiotelevisión pública para, según sus periodistas, convertirlas en órganos al servicio del Gobierno. Mientras, veta sistemáticamente a varios medios independientes en los actos del Ejecutivo. Este miércoles, políticos de los partidos de coalición culparon a los medios del intento de asesinato y amenazaron con reformas.

En su viaje político desde sus inicios en la década de los noventa, tras la caída del régimen comunista, Fico ha ido abandonando el pragmatismo que le definía. Uno de los principales hitos de su carrera había sido la entrada del país en la eurozona en 2008, a pesar de que había hecho campaña en su contra. Pese a sus grandes declaraciones contra la OTAN, EE UU, Bruselas o Kiev, por ahora el país, de 5,4 millones de personas, no se ha unido a Hungría en los vetos con los que el ultraconservador Orbán suele paralizar la toma de decisiones europeas.

Las protestas organizadas por el partido Eslovaquia Progresista han sido permanentes desde la vuelta al poder de Fico. En las recientes elecciones presidenciales, los oponentes del Gobierno acariciaron la idea de que un candidato independiente prooccidental ocupase la jefatura de Estado y sirviese, como la presidenta actual, Zuzana Caputová, como contrapeso. Fue en vano. Los comicios los ganó el 7 de abril Peter Pellegrini, un aliado del primer ministro cuya victoria le sirvió para cimentar su poder y que alcanzará la jefatura del Estado el próximo junio.

La presidenta europeísta y ecologista saliente decidió no intentar repetir mandato tras el acoso recibido durante su tiempo como jefa de Estado. Caputová incluso anunció su intención de demandar a Fico por difamación, después de que este la hubiera acusado de traición y de ser una agente de EE UU. Este miércoles, en un mensaje en vídeo dirigido a la nación, la presidenta condenó el ataque y llamó a la calma y a detener la retórica del odio en el país. “Todos estamos conmocionados por el horrible ataque contra el primer ministro Robert Fico. Un ataque al primer ministro es ante todo un ataque a una persona, pero también un ataque a la democracia”, afirmó la presidenta. “Cualquier tipo de violencia es absolutamente inaceptable. La retórica de odio que presenciamos en la sociedad conduce a actos de odio. ¡Por favor, detengámosla!”, imploró.

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