Estados Unidos paraliza el envío de 3.500 bombas a Israel para evitar su uso en Rafah
La medida es temporal y responde al impacto que el uso de los proyectiles podría tener en entornos urbanos densos de Gaza
Estados Unidos paralizó la semana pasada el envío a Israel de 3.500 bombas, preocupado por su posible uso en Rafah, la zona más meridional de Gaza, donde viven 1,5 millones de palestinos, la gran mayoría de ellos desplazados desde otras zonas del enclave, según han informado fuentes gubernamentales. Esa decisión sin precedentes recientes supone un gesto político con el que Washington deja clara la importancia que da a evitar una ofensiva terrestre a gran escala sobre Rafah.
El secretario de Defensa, Lloyd Austin, ha señalado a una subcomisión del Senado que Estados Unidos pausó “un envío de municiones pesadas”. El cargamento retenido incluía 1.800 bombas de unos 900 kilos de peso y 1.700 bombas de unos 225 kilos, según Associated Press. La preocupación de Estados Unidos se centraba en los explosivos de mayor tamaño y en cómo podrían utilizarse en un entorno urbano denso. El Pentágono está estudiando también si retener el envío de otras municiones, incluidos complementos que convierten algunas bombas de gran potencia en municiones guiadas de precisión.
“Vamos a seguir haciendo lo necesario para garantizar que Israel tiene los medios para defenderse”, ha dicho Austin. “Pero dicho esto, actualmente estamos revisando algunos envíos de ayuda a la seguridad a corto plazo en el contexto del desarrollo de los acontecimientos en Rafah”, ha añadido el jefe del Pentágono.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha advertido al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, de que lanzar la ofensiva terrestre sobre Rafah podía tener consecuencias en las relaciones entre Washington y Jerusalén. Desde el principio se especuló con que esas “consecuencias”, de las que habló inicialmente la vicepresidenta, Kamala Harris, podrían consistir en el cese del flujo de armas, algo que ella no descartó.
Estados Unidos ha proporcionado históricamente enormes cantidades de ayuda militar a Israel y sigue siendo a día de hoy su principal aliado. La interrupción del envío de municiones refleja el creciente distanciamiento entre Biden y Netanyahu y las discrepancias sobre Rafah, que Biden expresó por última vez este lunes a Netanyahu en una conversación telefónica.
“Hemos dejado muy claro que no apoyamos una gran operación terrestre en Rafah, operaciones en general que pongan en mayor riesgo a las más de un millón de personas que se refugian allí”, manifestó este martes el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, en una rueda de prensa en la Casa Blanca.
Biden ha pedido a Netanyahu que haga mucho más para proteger la vida de los civiles inocentes de Gaza, pero a la vez ha reiterado su apoyo “férreo” a Israel. “Mi compromiso con la seguridad del pueblo judío, la seguridad de Israel y su derecho a existir como Estado judío independiente es férreo, incluso cuando no estamos de acuerdo”, dijo este martes en el Capitolio, en un acto en recuerdo de las víctimas del Holocausto.
La paralización del envío de bombas a Israel es una medida temporal. No se ha tomado ninguna determinación final sobre si se procederá a su entrega más adelante, según señalaron fuentes del Gobierno a varios medios estadounidenses. La noticia de la paralización del envío de armamento a Israel se conoció el pasado fin de semana a través del digital Axios, que citaba fuentes israelíes, pero sin que trascendiesen muchos detalles.
Dicha publicación aseguraba que en la visita de la semana pasada del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a Netanyahu, el jefe de la diplomacia estadounidense advirtió al primer ministro israelí de que una operación de envergadura en Rafah llevaría a que Estados Unidos se opusiera públicamente a ella y repercutiría negativamente en las relaciones bilaterales.
John Kirby también subrayó la semana pasada que Biden “es sincero” cuando habla de la posibilidad de cambios en la política estadounidense respecto a la guerra de Gaza “si siguen adelante con algún tipo de operación terrestre en Rafah que no tenga en cuenta a los refugiados”.
Biden está sujeto a la presión de relevantes sectores del Partido Demócrata, que llevan semanas pidiendo al presidente que detenga el envío de armas a Israel. Aunque entre los congresistas demócratas el apoyo a Israel sigue siendo muy mayoritario, entre las bases del partido el descontento es creciente, especialmente entre los jóvenes y la población árabe americana, cuyo voto puede resultar decisivo en las presidenciales de noviembre, en las que Biden se juega la reelección frente a Donald Trump.
El Gobierno de Estados Unidos se ha pronunciado en varias ocasiones en contra de la anunciada invasión de Rafah y ha pedido un plan integral para proteger al más de un millón de civiles refugiados en esa ciudad. El objetivo de la Casa Blanca es evitar una expansión del desastre humanitario que vive Gaza a causa de la guerra declarada por Israel contra Hamás tras el ataque perpetrado el 7 de octubre pasado por ese grupo en territorio israelí.
Las fuerzas militares israelíes tomaron este martes el control del cruce fronterizo de Rafah con Egipto y cortaron el paso de personas y mercancías, mientras seguían bombardeando la zona. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, dijo que Israel describió la operación a lo largo de la frontera entre Gaza y Egipto en Rafah oriental como “una operación de escala y duración limitadas” destinada a cortar el contrabando de armas de Hamás.
Tanto Kirby como el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, dijeron que hay que ver los pasos siguientes para saber su alcance. “Han dicho, creo que con bastante claridad, que no es ningún secreto que quieren llevar a cabo una operación militar importante allí. Hemos dejado claro que nos oponemos a tal operación”, indicó Miller.
Más de 34.700 palestinos han muerto y más de 78.000 han resultado heridos en Gaza desde que, hace siete meses, Israel declaró la guerra a Hamás, a raíz de un ataque por sorpresa en territorio israelí por parte de esa organización considerada terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. El ataque del 7 de octubre causó unos 1.200 muertos y además Hamás tomó como rehenes a unas 250 personas, de las cuales se cree que siguen con vida y en su poder menos de 100.
En El Cairo, las cinco delegaciones que participaron este martes en las conversaciones de alto el fuego ―Hamás, Israel, Estados Unidos, Egipto y Qatar― reaccionaron positivamente a la reanudación de las negociaciones este miércoles. El director de la CIA, Bill Burns, viajará de El Cairo a Israel para reunirse con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Israel declaró el lunes que la propuesta de tres fases de alto el fuego aprobada por Hamás era inaceptable porque las condiciones se habían suavizado. Según funcionarios de la milicia palestina, el plan incluía una primera fase con un alto el fuego de seis semanas, una afluencia de ayuda a Gaza, el regreso de 33 rehenes israelíes, vivos o muertos, y la liberación por parte de Israel de 30 niños y mujeres palestinos por cada rehén israelí liberado.
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