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El equipo del disidente Alexéi Navalni lo localiza en buen estado en una remota cárcel del Ártico ruso

Sus colaboradores habían denunciado que estaba en paradero desconocido desde el día 6

Valeri Boyárinev prisión de Navalni
El disidente ruso Alexéi Navalni, en una captura de una comparecencia en vídeo durante el último juicio contra él, en agosto, en una imagen cedida por el servicio de prisiones ruso.Denis Kaminev (AP)

El político opositor ruso encarcelado Alexéi Navalni (Butyn, en la región de Moscú, 47 años) “está bien” y ha sido localizado en una cárcel situada en una remota región ártica del norte de Rusia, ha informado este lunes en la red social Telegram su portavoz, Kira Yarmysh, después de que sus colaboradores perdieran el contacto con él durante casi tres semanas, en las que ha estado en paradero desconocido. La prisión a la que ha sido trasladado Navalni es la colonia penal IK-3 de Jarp, en la región de Yamal-Nenets, a unos 1.900 kilómetros al noreste de Moscú, ha precisado Yarmysh. Esta portavoz ha informado también de que el abogado del disidente ha logrado reunirse con él este lunes.

“Esta prisión será mucho peor que la cárcel en la que estaba antes”, declaró Yarmysh a Reuters a través de una videollamada desde un lugar que no reveló por motivos de seguridad. “Están intentando hacer su vida lo más insoportable posible. Definitivamente, intentan aislar a Alexei y hacer más difícil acceder a él”.

El Kremlin había advertido a Occidente el día 12 de que la desaparición de Navalni era un asunto estrictamente interno, y se había desentendido de los ruegos para que aclarara su paradero. “Ni tenemos intención ni somos capaces de seguir el destino de los reclusos y los procedimientos de las instituciones [carcelarias]”, manifestó ese día el portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov, tras la inquietud que habían expresado tanto la UE como Estados Unidos sobre la falta de noticias del opositor. “Estamos hablando de un preso que fue condenado culpable bajo la ley —rusa— y cumple condena. Aquí consideramos inaceptable e inadmisible cualquier injerencia, incluida la de Estados Unidos”, recalcó entonces Peskov.

El traslado de Navalni a una de las llamadas colonias de “régimen especial”, el grado más duro del sistema penitenciario ruso, estaba previsto, pero los abogados del opositor dieron la voz de alarma sobre su desaparición tras perder el contacto con él después de una última reunión con su equipo legal el día 6. La nueva cárcel de Navalny, conocida como la colonia “Lobo Polar”, está considerada una de las prisiones más duras de Rusia. La mayoría de los presos han sido condenados por delitos graves. Los inviernos son duros y está previsto que, durante esta semana, las temperaturas se desplomen hasta los 28 grados bajo cero. La prisión, situada a unos 60 kilómetros al norte del círculo polar ártico, se fundó en la década de 1960 como parte de lo que fue el sistema de gulag de campos de trabajos forzados soviéticos, según el diario Moskovsky Komsomolets.

“Muchas gracias a nuestros simpatizantes, activistas, periodistas y a los medios de comunicación que se preocupan por la suerte de Alexéi y que no se cansan de escribir sobre la situación”, ha declarado el abogado de Navalni, Ivan Zhdanov.

Zhdanov ha asegurado que los simpatizantes del disidente enviaron 618 solicitudes de información al Kremlin sobre su paradero. Hasta su traslado, Navalni estaba encarcelado en Mélejovo, una colonia penal a 235 kilómetros al este de Moscú. El penal donde el disidente ha sido trasladado ahora es uno los “más remotos” de Rusia, con condiciones extremadamente “duras”, ha subrayado el letrado. El traslado del político que es quizá el disidente del régimen de Vladímir Putin más conocido del mundo, demuestra cómo “el sistema trata a los presos políticos, intentando aislarlos y reprimirlos”, ha argumentado Zhdanov.

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El 4 de agosto, el disidente había sido condenado a 19 años más de prisión por un tribunal que lo acusó de “apoyar al extremismo”. Navalni fue considerado culpable de seis cargos penales, entre ellos incitación y financiación de actividades extremistas, así como de la creación de una organización con tendencias extremistas, en referencia a su formación política. Los cargos presentados estaban relacionados con su papel en el movimiento político que lideraba, ahora extinto en Rusia. Las autoridades alegan que dicho movimiento buscaba fomentar una revolución al intentar desestabilizar la situación sociopolítica de Rusia.

El fallo, emitido a puerta cerrada, extendió la pena de cárcel de nueve años que ya cumplía por supuesto fraude, acusado de enriquecerse con las donaciones realizadas a su plataforma contra la corrupción. Esta pena ya se había sumado a otra de 2,5 años emitida en 2021 por desvío de fondos en el denominado caso Kirovles, que se remonta a 2013. La defensa del opositor, así como sus seguidores, afirman que ese caso fue fabricado para mantener a Navalni lejos de la esfera política por un periodo aún más prolongado de tiempo.

Navalni, que en la década de 2010 movilizó a decenas de miles de personas contra el régimen de Putin, fue detenido en enero de 2021 tras regresar a Moscú desde Alemania, donde había sido tratado debido a un envenenamiento con un agente nervioso de la era soviética, según determinaron varios expertos occidentales.

El Kremlin, que en un momento lo acusó de trabajar para la CIA con la finalidad de socavar a Rusia, negó su participación en el envenenamiento y que persiga a Navalni. Pero lo ha retratado como un agente perturbador. También rebaja su papel como opositor y sostiene que su caso es un asunto exclusivamente judicial. Para los seguidores de Navalni, el opositor es una versión rusa de Nelson Mandela, que algún día será liberado de prisión para gobernar el país.

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