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El Kremlin advierte a Occidente de que no se entrometa en la desaparición de Navalni

Un medio ruso apunta a que el opositor, sobre el que pesan tres décadas de cárcel por tres condenas diferentes, ha sido trasladado de prisión para ser juzgado de un cuarto delito de vandalismo

Rusia Navalni
Captura de una intervención del opositor ruso Alexéi Navalni durante una audiencia por videoconferencia celebrada desde la cárcel el 22 de junio de este año.SERGEI ILNITSKY (EFE)
Javier G. Cuesta

El Kremlin ha advertido a Occidente de que la desaparición del opositor Alexéi Navalni (Butyn, en la región de Moscú, 47 años) es un asunto estrictamente suyo, aunque se haya desentendido de los ruegos para que se aclare su paradero. “Ni tenemos intención ni somos capaces de seguir el destino de los reclusos y los procedimientos de las instituciones [carcelarias]”, ha manifestado este martes el portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov, tras la inquietud que han expresado tanto la UE como Estados Unidos sobre la falta de noticias del opositor. Peskov ha recalcado que el destino del disidente, desaparecido desde hace una semana, solo está en manos de su justicia: “Estamos hablando de un preso que fue condenado culpable bajo la ley —rusa— y cumple condena. Aquí consideramos inaceptable e inadmisible cualquier injerencia, incluida la de Estados Unidos”.

A las súplicas del entorno más cercano del opositor para conocer su paradero se han sumando las diplomacias europeas y norteamericanas. “La desaparición de Navalni durante siete días es una noticia muy preocupante. El liderazgo político ruso es responsable y rendirá cuentas por su seguridad y su salud en prisión”, ha advertido en X, el nuevo nombre de Twitter, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, antes de insistir en su liberación: “El bloque reitera su llamamiento a su inmediata e incondicional puesta en libertad de una encarcelación políticamente motivada”.

La representante de Navalni dio definitivamente la voz de alarma este lunes. Kira Yarmish denunció que los funcionarios de la prisión IK-6 de la región de Vladímir, a más de 230 kilómetros al este de Moscú, dijeron a los abogados del disidente que ya no se encontraba allí tras intentar visitarle infructuosamente desde el 6 de diciembre. A la preocupación del entorno del opositor se sumó este mismo lunes el Gobierno estadounidense, que mostró su inquietud ante el incierto destino del político ruso.

“No tenemos ninguna información sobre su paradero. Estamos profundamente preocupados por el bienestar del señor Navalni después de que sus abogados declarasen que no han podido contactar con él en casi una semana y no apareciera en la audiencia judicial prevista hoy”, manifestó este lunes el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Matthew Miller.

“Hemos comunicado al Gobierno ruso que son responsables de lo que suceda con el señor Navalni mientras esté bajo su custodia y que responderán ante la comunidad internacional”, agregó Miller, que hizo un llamamiento a Moscú “para que ponga fin a su represión continua de las voces independientes de Rusia” . “Seguiremos los casos de todo el mundo que ha sido detenido ilegalmente en Rusia”, prometió el portavoz del Departamento de Estado.

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional norteamericano, John Kirby, también exigió que se aclare su paradero. Ha desaparecido una semana y ni sus representantes ni su familia saben dónde está. Debe ser puesto en libertad, pero en primer lugar nunca debió haber sido encarcelado”, dijo Kirby a la prensa estadounidense mientras volaba en el Air Force One en un viaje oficial junto al presidente Joe Biden.

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El canal de noticias ruso Baza asegura que el disidente está siendo trasladado desde la prisión IK-6 de Vladímir, a más de 230 kilómetros al este de Moscú, a la capital para continuar con los trámites de un nuevo caso penal abierto en su contra. Según una de sus fuentes, Navalni, encarcelado desde enero de 2021, será juzgado en Moscú por un supuesto delito de vandalismo grupal. La pena de prisión contemplada bajo ese artículo, el 214º del Código Penal ruso, es de hasta tres años de cárcel.

Este mismo martes fue suspendida una nueva audiencia judicial por videoconferencia del líder de la Fundación contra la Corrupción, organización que las autoridades rusas han declarado “organización extremista”. Inquieto por conocer qué ha sucedido con el activista, su círculo más próximo pide cualquier tipo de ayuda. “Prometemos una recompensa por obtener información fiable y completa”, ha anunciado Iván Zhdánov, jurista y directivo de la fundación de Navalni.

Los abogados rusos explican que el traslado de un preso de una cárcel a otra puede tomar hasta un mes y realizarse de forma opaca. No obstante, la desaparición del opositor ha coincido con el inicio informal de la campaña electoral rusa, cuyos comicios de tres días culminarán el próximo 17 de marzo. El Kremlin reveló el pasado 8 de diciembre la postulación de Putin a una quinta legislatura, un día después de que el comité electoral central fijase la fecha de las elecciones y el equipo de Navalni pusiera en marcha una campaña contra el presidente ruso en la que pedía el voto a cualquier otra candidatura menos la suya.

Aquel mismo 7 de diciembre, un tribunal de Moscú amplió la detención de preventiva de tres de los abogados de Navalni, arrestados en octubre bajo la acusación de formar parte de una supuesta organización extremista. Las autoridades piden su encarcelamiento por presuntamente pasar escritos de Navalni, recluido en una prisión bajo un régimen de control estricto, a su equipo político. La Plataforma contra la Corrupción fue declarada “extremista” en 2021, y ello implica que cualquier contacto o colaboración con sus miembros es delito.

Sobre Navalni pesan tres décadas de prisión en total por tres condenas diferentes: una de 19 años de cárcel por haber liderado la Fundación contra la Corrupción, organización que ha sido declarada extremista por el Kremlin; otra de nueve años y medio por supuestamente defraudar decenas de miles de euros a tres de sus miles de donantes, a los que el equipo de Navalni acusa a su vez de haberles tendido una trampa; y su primera condena, de tres años y medio por haber violado los términos de su libertad condicional cuando fue hospitalizado en Alemania en el año 2020 tras su envenenamiento en un viaje en Siberia.

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