Un día sin bombas en Gaza: “Estamos disfrutando del olor a libertad por primera vez en casi 50 días”
Los residentes en la Franja aprovechan el inicio de la tregua para buscar comida y tratar de averiguar si sus seres queridos siguen vivos
“Estamos disfrutando el olor de la libertad por vez primera en casi 50 días”, dice Karim, un vecino de Rafah, en el sur de la franja de Gaza, donde este viernes —el primero de los cuatro días de tregua entre Hamás e Israel— no se oyen explosiones ni disparos. La escena que describe a través del teléfono es la de miles de personas que toman las calles con la tranquilidad de que no van a ser bombardeadas. “Caminan como los pájaros que están aprendiendo a volar sin miedo. Lo primero que tienen en mente muchos es visitar o confirmar el estado de familiares y amigos. Yo, es lo primero que he hecho al empezar el día [...]. ¡Qué maravilla sentirse libre!”, señala Karim, empleado de una ONG que prefiere, por seguridad, que no se publiquen más datos sobre él.
Han pasado 49 días desde que Israel comenzó a bombardear Gaza como respuesta al ataque de Hamás del 7 de octubre, en el que murieron unas 1.200 personas. Desde entonces, dice Karim, los gazatíes, especialmente los niños, han vivido “momentos indescriptibles, oyendo bombas, disparos… Nadie se sentía seguro”. “Todos pensábamos que podíamos ser el siguiente objetivo y hoy estamos disfrutando el momento, felices por esta tregua temporal. Cualquier cosa nos viene bien, aunque sea ir a la tienda a aprovisionarnos, aunque apenas quedan cosas”, añade. De los 2,3 millones de habitantes que se hacinan en este pequeño territorio palestino de 365 kilómetros cuadrados —algo más de la mitad de la superficie de la ciudad de Madrid—, más de 14.800 no viven hoy para disfrutar de este parón en la guerra, según cifras de las autoridades locales de Hamás.
Karim no se engaña. Sabe que esta tregua es un paréntesis temporal de las hostilidades. Así lo ha reiterado el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, que ha dicho que no habrá un alto el fuego permanente. Pero se conforma de momento con salir a la calle sin bombardeos. “Solía pedalear con mi bicicleta sintiendo el miedo permanentemente. No andábamos por la calle más allá de las seis de la tarde, era muy peligroso, pero ahora la gente puede hacer lo que le apetezca, al menos durante estos cuatro días de tregua”. Ahora, con el optimismo que trae la ausencia de bombardeos, vuelve a hablar de su sueño de viajar a Barcelona para ver un partido de fútbol en su estadio.
Israel y Hamás han pactado la posibilidad de añadir un día más a la pausa en la guerra por cada 10 rehenes adicionales que se liberen desde Gaza, además de los 50 que se prevé sean devueltos a Israel en estos cuatro días de cese de los bombardeos, a cambio de la libertad de 150 palestinos en cárceles israelíes.
En Rafah reina la calma, pero sus vecinos, dice este gazatí, no quitan ojo a lo que sucede unos kilómetros más al norte. Varias personas que trataban de regresar a sus casas en el norte de la Franja han sido tiroteadas este viernes por soldados israelíes a la altura del puesto de control que Israel ha situado en el centro de Gaza y que parte en dos mitades el territorio, señala por teléfono el periodista gazatí Mahmoud Assad. Israel ha advertido de que el norte, de donde se ordenó a la población que saliera el 12 de octubre, es una “zona de guerra” en la que está prohibido penetrar. Los militares israelíes solo permiten los desplazamientos de norte a sur, a la denominada “zona segura”, donde, no obstante, hasta este viernes no habían cesado los bombardeos.
Harina y pan
Doaa Ulyan, de 33 años, es una de los 1,7 millones de gazatíes que se refugia en la región meridional del enclave palestino. Lo hace con sus hijos, de ocho y 10 años, y su marido. Han tratado de hallar protección en un refugio en la localidad de Jan Yunis y siente que, “por fin”, van a poder “descansar un poco” tras tantos días y, sobre todo, tantas noches de pesadilla. “Mi marido ha ido al centro de la ONU para que le den harina y poder hacer pan para mis hijos”, explica. Si la tregua “continúa”, dice, su esposo intentará “conseguir ropa de invierno para los niños, ya que está empezando a hacer más frío”.
Por efímera que vaya a ser, esta tregua es un respiro para los gazatíes. Algunos incluso han ido a la playa a caminar por la arena o bañarse en el mar, según reflejan imágenes en las redes sociales. Ese alivio lo es sobre todo para los más pequeños. Al menos 6.150 menores, según datos del Gobierno local de Hamás, han muerto en la guerra. “Mis hijos están muy, muy felices”, dice Ulyan. Los niños “creen que la guerra ha terminado y me han preguntado cuándo podemos volver a casa. Aún no les hemos dicho que ya no tenemos casa a la que volver”, afirma esta madre. La mujer les ha explicado que la tregua solo durará cuatro días. Y concluye: “Les hemos dicho que recen para que sea definitiva”.
Azmi Keshawi, desplazado también con su familia desde la capital a Jan Yunis, dice que ya no tiene “adónde volver en el norte”, pero que esta tregua permitirá a muchos gazatíes “entender qué pasa” con sus familias. “Desde la distancia y con las comunicaciones cortadas, es casi imposible”, afirma. La pausa en la guerra, asegura, no solo les permite salir sin miedo a por alimentos. También prestarse dinero unos a otros para sobrevivir, lo que se ha acabado “convirtiendo en importante en el sur porque la comida escasea”. “Hay muy pocas cosas y muy caras”, añade.
Los gazatíes “carecen de todo”, confirma desde la misma ciudad Jalil Abu Shammaleh, exdirector de la ONG Addameer. Este trabajador humanitario de 53 años no se fía de los israelíes, “que pueden romper la tregua en cualquier momento”. Tampoco confía en que la entrada de más ayuda humanitaria durante los cuatro días de tregua que incluye el acuerdo entre Israel y Hamás sea suficiente para cubrir ”las enormes necesidades” que han dejado tras de sí 48 días de bombardeos. Entre el 21 de octubre y el 23 de noviembre, víspera del inicio de la pausa de los combates, solo 1.723 camiones con suministros básicos han entrado en Gaza a través de la frontera egipcia. Antes del día del ataque de Hamás y del inicio de las hostilidades, 10.000 camiones entraban mensualmente de media con ayuda humanitaria y mercancías básicas.
Los camiones con suministros ya están entrando por el paso fronterizo con Egipto en Rafah. El Cairo ha dicho que el convoy llevará, entre otros bienes, 130.000 litros diarios de diesel y cuatro camiones de gas para cocinar. Solo para las operaciones humanitarias básicas, como el reparto de ayuda, se precisan 150.000 litros diarios de combustible, según la agencia de la ONU para los Refugiados palestinos (UNRWA). En total, este viernes entraron en Gaza 137 camiones con ayuda.
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