Michael Walzer, filósofo: “Una confederación de Israel, Palestina y Jordania sería una solución maravillosa”
El intelectual estadounidense, judío y de izquierdas, cree que la guerra está legitimada moralmente pero no ahorra críticas al Gobierno de Netanyahu
Una mezuzá, el pergamino con versículos de la Torá que se coloca en la jamba derecha de la entrada de los hogares judíos, señala el apartamento del filósofo Michael Walzer (Nueva York, 88 años) en un edificio de Manhattan. Profesor emérito de Filosofía Política de la Escuela de Ciencias Sociales del Instituto de Estudio Avanzado de Princeton, en su libro Guerras justas e injustas (1977) actualizó la teoría agustiniana sobre la legitimidad de los conflictos armados desde una óptica laica e izquierdista. Como judío, se alinea con la respuesta de Israel a Hamás pero no sin críticas, sobre todo al Gobierno de Benjamín Netanyahu. Del imperativo de responder al terrorismo a la dificultad de librar guerras asimétricas o la propia vulnerabilidad de Israel, Walzer aborda los dilemas morales que envuelven el conflicto.
Pregunta. ¿Qué tipo de guerra es esta, una justa o injusta?
Respuesta. Bueno, la guerra contra el terrorismo es siempre justa. Empecé a escribir [el libro] en los setenta en contra del terrorismo del IRA en Irlanda, el FLN en Argelia, y la OLP en Palestina. El asesinato deliberado de civiles inocentes para algún tipo de propósito político siempre es injusto, así que las respuestas a ese terrorismo están justificadas. Otra cosa es la calidad de la respuesta [armada]…
P. ¿Está siendo proporcional, como exigen las reglas de la guerra, la respuesta de Israel? ¿O más bien ilimitada?
R. Una guerra asimétrica es una guerra entre un ejército de alta tecnología y una insurgencia de baja tecnología. Los insurgentes se esconden detrás o en el seno de la población civil. Por lo que sé de Hamás, disparan cohetes desde patios de colegio y aparcamientos de hospitales y barrios residenciales. Esto significa que exponen deliberadamente a sus propios civiles, porque cuantos más civiles mueran, más probabilidades tendrán de ganar la guerra. De ganarla políticamente, digo, incluso aunque el coste militar sea muy alto. Ese fue el problema de los estadounidenses en Vietnam, que fracasaron, no resolvieron el problema.
P. ¿No importa el número de bajas si justifican el relato?
R. Le pongo el ejemplo de Afganistán. Un coronel estadounidense dijo en 2010: “Cuantos más civiles matemos, más seguro es que perderemos la guerra”. Así que ese es el dilema de la guerra asimétrica y los israelíes. ¿Cómo se responde a una andanada de cohetes disparados contra tu territorio desde el patio de un colegio? Eso plantea el cómo responder. ¿Cuán cuidadoso eres en tu respuesta? Si es el patio de una escuela, ¿respondes por la noche? Eso es todo lo que puedes ser, cuidadoso. Y creo que los israelíes han sido muy cuidadosos a veces y probablemente otras veces no.
P. Escribió su libro en los setenta. ¿Cuánto han cambiado las guerras desde entonces?
R. Bueno, si nos fijamos en las guerras de Oriente Próximo, fueron en el 48 [tras la fundación de Israel] y en el 67 [Guerra de los Seis Días]. Y en el 73 [Guerra del Yom Kippur]. Eran todas bastante convencionales, guerras técnicas, entre ejércitos. Pero desde el 82 [Líbano], las guerras han involucrado a organizaciones como Hezbolá o Hamás, que no tienen un Estado detrás ni un ejército convencional. Y que luchan de la forma que acabo de describir. Creo que los problemas políticos para Israel se han multiplicado con la guerra asimétrica.
No hay ninguna justificación para un asedio, así que no estuvo bien que Israel cortara la electricidad, el agua y el suministro de alimentos a Gaza”
P. Otra de las reglas de la guerra es no atacar a los civiles. Dos millones de personas en Gaza son potenciales objetivos y están sometidas a un asedio.
R. Esa es una de las razones del viaje de [el presidente de EE UU, Joe] Biden [a Israel]. Sí, eso es muy importante. Para empezar, no hay ninguna justificación para un asedio. Así que no está bien que Israel haya cortado la electricidad, el agua, el suministro de alimentos a Gaza… Porque es la gente la que lo sufre. Y eso es políticamente maravilloso para Hamás. Así que creo que hay que abrir los pasos fronterizos [la entrevista se realizó antes de que empezara el envío de ayuda]. Obviamente, hay que evitar que entren suministros militares y asegurarse de que entren solo alimentos y medicinas. Egipto tampoco quiere una avalancha de palestinos entrando en el Sinaí, porque ve a Hamás como la versión palestina de los Hermanos Musulmanes. Cabe recordar que el bloqueo de Gaza fue una operación conjunta israelí y egipcia.
P. Además de una guerra asimétrica entre un Estado y una milicia, ¿es también una guerra regional?
R. Hay elementos de guerra proxy [regional]. Hamás y Hezbolá están entrenados por Irán, pero creo que tienen su propia política y sus propios objetivos. Pueden servir, obviamente, a los propósitos de Irán, pero creo que las decisiones cruciales son locales. Porque ambos grupos tienen una motivación muy fuerte: desde su carta fundacional, Hamás está comprometido con la destrucción de Israel. Y ese objetivo precede a cualquier participación iraní.
Israel es, por un lado, muy fuerte, y por otro, extremadamente vulnerable”
P. ¿Y los Estados de la región?
R. Es posible que a los Estados árabes suníes les gustara que Israel aplastara a Hamás, pero en cualquier caso no van a ayudar.
P. ¿Cree que hay un riesgo real de extensión del conflicto?
R. Sí, pero creo que hay buenas razones por las que [los países vecinos] podrían no querer entrar [en la guerra]. Líbano es extremadamente frágil, otra cosa es Hezbolá… Mucha gente habla de Israel como si fuera una potencia militar poderosa, la más avanzada de Oriente Próximo. Y sin embargo, si Hezbolá entrara en acción, con cohetes desde el norte, y desde el sur los de Hamás, más de la mitad de Israel resultaría inhabitable. Es importante que la gente se dé cuenta de que Israel es, por un lado, muy fuerte y, por otro, extremadamente vulnerable. Aunque Israel tuviera armas atómicas, ¿de qué servirían? Por eso la posición de la izquierda, que es la mía, defiende la solución de los dos Estados, la esperanza de una retirada de Cisjordania…
La guerra contra los nazis me vacunó contra el pacifismo. Fue la guerra justa por antonomasia”
P. ¿Las manifestaciones contra la reforma judicial del Gobierno han debilitado a Israel o muestran la fortaleza de su sociedad civil?
R. Hay un Gobierno terrible, derechista, ultranacionalista y fanático religioso. Y hay un levantamiento liberal laico contra ese Gobierno, que fue maravilloso. Todos mis amigos estaban en las calles con sus hijos y nietos. Y me contaban historias maravillosas sobre la solidaridad de los manifestantes semana tras semana. Pero la atrocidad del ataque de Hamás ha creado, al menos temporalmente, no sé si cohesión interna, pero sí una solidaridad. Estoy seguro de que hay israelíes que esperan que no haya una invasión terrestre, y que los militares encuentren alguna otra forma que no implique la participación de 100.000 soldados. Pero el país está preparado para una guerra total. Hamás no solo perpetró esas atrocidades el 7 de octubre, sino que las filmó y las enseñó por doquier. Todo el mundo en Israel ha visto estas horribles imágenes. Es muy duro. Muchos de mis amigos instan a la moderación, y espero moderación por parte de las autoridades. Pero es muy difícil.
P. ¿Tiene Israel el enemigo en casa? Me refiero a grupos como Naturei Karta, que rechaza la existencia del Estado y es antisionista…
R. Israel es una sociedad plural. Naturei Karta es un grupo muy pequeño, pero los ultraortodoxos seguramente han sido también antisionistas, convencidos de que no debería haber un Estado hasta la llegada del Mesías. Pero me temo que los ultraortodoxos en el actual Gobierno son ahora más sionistas que nadie, porque parecen haberse unido a los ultranacionalistas. Al principio, el sionismo era un movimiento socialista laico.
Hay una respuesta obscena de la extrema izquierda apoyando las atrocidades de Hamás, por considerarlos fruto de la opresión palestina. Está haciendo mucho ruido en los campus de EE UU”
P. La tensión se replica en EE UU. Grupos de judíos progresistas han tomado el Capitolio en defensa de la paz.
R. Ha habido una respuesta obscena en la extrema izquierda apoyando incluso las atrocidades de Hamás. Un grupo pequeño, pero muy ruidoso en los campus estadounidenses. Y esta es una posición muy antigua de la izquierda de que los pueblos oprimidos pueden hacer lo que quieran; no empezó siquiera con Israel. No hay límites morales, dicen, no podemos juzgar lo que hacen porque es producto de su opresión. Todo esto comenzó con la guerra de Argelia. De hecho, uno de mis primeros artículos se titulaba Las obligaciones del oprimido, argumentando que incluso la gente oprimida tiene obligaciones morales o límites sobre lo que puede hacer. Así que es muy molesto leer lo mismo de siempre. El mismo tipo de justificaciones que se hicieron para el terrorista argelino que puso una bomba en un café, o los terroristas del IRA que mataban a civiles. Me he opuesto a ese tipo de izquierda toda mi vida. Y luego hay gente que simplemente dice que hay que acabar con la violencia, que debe declararse un inmediato alto el fuego, pero eso es muy difícil de decir a los israelíes después de la atrocidad masiva de Hamás. Solo espero que el castigo sea dirigido a los perpetradores, a los terroristas.
P. De cara al futuro, ¿cree que la solución de los dos Estados aún es posible?
R. Cada vez es más difícil imaginar una solución de dos Estados y, sin embargo, debe pelearse. Estoy involucrado en grupos que apuestan por una modificación de esa idea, por una federación o confederación. Son propuestas quizá más realistas que la de los dos Estados. Estoy seguro de que al rey [Abdalá] de Jordania no le haría feliz, pero una confederación de Israel, Palestina y Jordania, cooperando en asuntos ecológicos y de otro tipo, incluidas cuestiones de seguridad, sería una solución maravillosa.
P. Como estadounidense, ¿qué opinión le merece el veto de EE UU a una resolución de la ONU para un alto el fuego humanitario en Gaza?
R. ¿Pausas humanitarias, como decía el texto de la resolución? No sé si tendría sentido. ¿Seguro que abrir las fronteras a la ayuda humanitaria tiene sentido? ¿Antes de que Hamás haya sido derrotado? Creo que los israelíes piensan que es demasiado pronto. Y aparentemente, la Administración estadounidense está de acuerdo con ellos, por eso votó en contra. El alcance del compromiso de Washington es realmente extraordinario. El mismo discurso de Biden [en defensa de Israel], más sionista que cualquier israelí, fue extraordinario.
P. Si tuviera que escribir su libro ahora, ¿escogería el mismo título?
R. Sí, sí. Mire, yo crecí durante la II Guerra Mundial, tenía 10 años, y eso me inmunizó contra el pacifismo, porque la guerra contra los nazis fue la guerra justa por antonomasia. Nuestra tarea en tiempos de guerra es hacer juicios, y creo que este es el vocabulario correcto, aunque inicialmente sea un vocabulario católico. Mi libro es una especie de versión laica, claro, pero creo que sí, que sería lo suficientemente bueno para San Agustín (risas).
P. ¿Una guerra justa es compatible con el pacifismo?
R. No. Respeto a la gente que por motivos religiosos dice “no puedo matar”, pero frente a las atrocidades de Hamás o la invasión rusa de Ucrania, creo firmemente que lo correcto es devolver el golpe. Frente a una agresión, frente a la brutalidad, sí, debe haber oposición.
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