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Los republicanos llegan sin candidato claro a la votación para presidente de la Cámara de Representantes

Tras una maratoniana jornada de reuniones, ningún aspirante tiene garantizado suceder a Kevin McCarthy, destituido la semana pasada tras una sublevación del ala dura del partido

Iker Seisdedos
Jim Jordan
Jim Jordan camina por los pasillos del Capitolio este martes hacia una reunión con representantes de Florida para hablarles de su candidatura.MICHAEL REYNOLDS (EFE)

Fue otra de esas interminables jornadas en el Capitolio. Pasaban las nueve de la noche de este martes y aún seguían las reuniones de los dos candidatos a presidir la Cámara de Representantes, Jim Jordan (Ohio) y Steve Scalise (Luisiana), con miembros de su partido, el Partido Republicano, para reclamar los votos que les permitirán suceder a Kevin McCarthy. El speaker fue destituido en una votación histórica la semana pasada: por primera vez en 234 años quedó vacante el puesto de tercera autoridad del país y segundo en la sucesión presidencial tras una moción de censura planteada por un solo hombre, el representante de Florida Matt Gaetz, y asumida por siete otros miembros del ala más dura, que sumió al Congreso en el caos y a Estados Unidos en la parálisis legislativa.

Los republicanos están convocados a una ronda de votaciones secretas este miércoles por la mañana. Si uno de los aspirantes saca los votos suficientes (217) su candidatura se llevará al pleno, donde se espera que los demócratas, que están en minoría (con 212 escaños), voten en contra de cualquiera de las opciones. Al final de una jornada de intenso proselitismo, declaraciones de intenciones y promesas varias, todo quedó en el aire. Preguntados por los reporteros en los pasillos del Capitolio, muchos aún se declaraban indecisos sobre a cuál de los suyos piensan promover.

El ataque sin precedentes de Hamás de este pasado fin de semana y la declaración posterior de guerra de Israel han venido a añadir presión a la crisis institucional en Washington. El órdago un tanto nihilista de Gaetz no puede llegar en peor momento para la política internacional de Estados Unidos. Con el Congreso cerrado, incapaz de discutir ni de votar nada hasta que no se elija un nuevo speaker, los legisladores conservadores, muchos de los cuales corrieron estos días a solidarizarse con Israel, tienen las manos atadas para avanzar ninguna medida, ni siquiera simbólica. Al menos 14 de sus compatriotas permanecen secuestrados por las milicias de Hamás en la franja de Gaza.

El tiempo corre: la ayuda militar a Ucrania está congelada y por el horizonte asoma el 17 de noviembre, día en que expira la prórroga firmada con los demócratas para evitar un cierre parcial de la Administración. Aquel fue el compromiso que le costó el puesto a McCarthy. Podría votarse tan pronto como mañana. También es posible que la agonía se alargue durante varios días. Los republicanos esperarán a estar seguros de tener un candidato viable. Quieren ahorrarse el espectáculo que ofrecieron en enero pasado, cuando hicieron falta 15 votaciones, otro caso sin apenas precedentes, para que saliera adelante el anterior presidente de la Cámara. Para garantizarlo, ha surgido una propuesta para alterar las reglas. Hasta ahora, bastaba que alguien obtuviese el 50% de los votos en una votación secreta del partido para que su nombre se llevara al hemiciclo. Con el cambio, ese umbral pasa a 217, lo que les permitirá dirimir sus diferencias a puerta cerrada y no en público.

Giro a la derecha

Lo único claro a estas alturas es que tanto la elección de Jordan como la de Scalise significarían un giro a la derecha del partido con respecto al rumbo que le imprimía McCarthy, quien la semana pasada anunció que no se volvería a presentar para el puesto, pero este lunes añadió más emoción diciendo que se prestaría a volver si sus compañeros se lo pedían. Varios congresistas moderados maniobraron durante el martes para recabar apoyos a su candidatura. Gaetz reaccionó a esa posiblidad en Twitter/X, con un mensaje en el que dudaba de que llegaran a ser suficientes. “Es hora de seguir adelante”, sentenció. El propio McCarthy insistió a los reporteros: “Se presentan dos personas. No soy una de ellas”.

Jordan ha obtenido el apoyo público de Donald Trump, cuya figura sigue teniendo una enorme influencia en el partido, pero sobre todo conserva un inoxidable hechizo sobre en torno a una tercera parte de los electores, indispensables para cualquiera de los suyos que quiera reconquistar la Casa Blanca. El respaldo del expresidente no fue una sorpresa: Jordan es un trumpista convencido y colaboró con sus intentos de revertir el legítimo resultado electoral tras su derrota en las elecciones de 2020, una derrota que el magnate y más que probable candidato de su partido en 2024 sigue negándose a aceptar.

El congresista por Ohio “sabía más sobre lo que se preparaba para el 6 de enero [de 2021], que ningún otro miembro de la Cámara de Representantes”, dijo la semana pasada su excompañera de las filas republicanas Liz Cheney, que participó en la comisión bipartidista que investigó durante año y medio el ataque al Capitolio. En el informe presentado al final de esos trabajos, el nombre de Jordan aparece en 22 ocasiones, algunas de ellas, en pasajes incriminatorios. La idea de que un simpatizante de aquella maniobra que pretendió interrumpir el trámite del Congreso del traspaso de poder a Joe Biden pueda acabar dirigiéndolo despierta las suspicacias del ala moderada.

Scalise, por su parte, aglutinó el martes el respaldo de algunos miembros centristas, así como de representantes de distritos indecisos. El espectáculo ofrecido por los republicanos durante la semana pasada tiene el potencial de alienar a los votantes no convencidos, de esos que unas veces votan demócrata, y otras, republicano. Hasta la salida de McCarthy, Scalise era su segundo de a bordo, aunque fueron manifiestos los desencuentros entre ambos.

Ambos han prometido que resolverán la amenaza de cierre del Gobierno de manera duradera, aunque no está aún claro cómo piensan lograrlo. Y Jordan ha dicho que el dinero destinado a Ucrania, congelado desde antes de la destitución del speaker de la semana pasada, pasará a enviarse a Israel si resulta elegido.

En un discurso este martes desde la Casa Blanca, el presidente Joe Biden aseguró que Estados Unidos garantizará que Israel será capaz de defenderse “como siempre hemos hecho”. Pero para eso, necesita un Congreso en funcionamiento. Y no las tiene todas consigo

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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