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Unión Europea
Tribuna
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Ampliar la UE, un imperativo geopolítico fundamental

La ciudadanía espera de la Unión que muestre el camino a un mundo más justo y más seguro

Ursula von der Leyen
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, con el primer ministro albanés, Edi Rama, en el centro de la imagen, y el primer ministro de Macedonia del Norte, Dimitar Kovacevski, el 19 de julio de 2022 en Bruselas.Dursun Aydemir (Anadolu Agency / Getty)

Tanto Europa como el resto del mundo vienen afrontando en los últimos años problemas de orden general, como la lucha contra el calentamiento climático, la pandemia, la guerra en suelo europeo o la crisis energética. También se observan tentaciones de repliegue sobre uno mismo y se están poniendo en tela de juicio los principios básicos de la coexistencia pacífica y de la cooperación.

Desde hace cuatro años, la integración europea ha dado pasos de gigante para proteger mejor a los europeos frente a la magnitud insólita de estas crisis, poniendo en el centro de la actuación común nuestros valores de dignidad humana, democracia y solidaridad.

En diciembre de 2019 tomamos la decisión histórica de alcanzar la neutralidad climática en 2050. Desde entonces, otros han optado por la misma vía. Esa decisión europea la hemos aplicado después a través del Pacto Verde, que organiza en la práctica esta transición.

En 2020, la pandemia causó estragos, no solo sanitarios, sino también de orden emocional para todos nosotros, nuestras sociedades y nuestras economías. Sin embargo, entre los Veintisiete aunamos esfuerzos rápidamente, financiando la investigación y la compra conjunta de vacunas, y coordinándonos para proteger a la ciudadanía y las empresas de la crisis económica. Después adoptamos un plan de recuperación intensivo e inédito, financiado solidariamente también por los Veintisiete.

Tras la pandemia, la guerra de Rusia contra Ucrania ha sido la segunda perturbación de envergadura. No olvidaré nunca la llamada telefónica del presidente Zelenski el 24 de febrero de 2022 a las tres de la mañana. Me dijo: “Es una invasión a gran escala”. Y tampoco podré olvidar la reunión del Consejo Europeo, esa misma noche. Cuando la imagen de Volodímir Zelenski desapareció de la pantalla por la que se dirigió a nosotros, pensé que Europa estaba viviendo un momento decisivo. Tanto los veintisiete jefes de Estado o de Gobierno como yo mismo constatamos que se trataba de un ataque no solo contra Ucrania, sino también contra nuestro sistema de valores democráticos. Y decidimos apoyar a Ucrania por todos los medios necesarios: humanitarios, financieros e incluso, por primera vez en la historia de la Unión, militares.

La pandemia y el regreso de la guerra a nuestro continente han supuesto un punto de inflexión. En un Consejo Europeo crucial que tuvo lugar en Versalles un mes después del ataque de Rusia, decidimos asumir una mayor responsabilidad conjunta en pos de nuestra seguridad, reforzando nuestra soberanía europea. En este sentido, estamos actuando en tres planos: incremento de nuestras capacidades de defensa, reducción de nuestra dependencia energética y refuerzo de nuestra base económica, especialmente en el ámbito tecnológico.

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Por último, también hemos intensificado nuestro compromiso con el resto del mundo. El objetivo de la UE es ser más fuerte para poder defender sus intereses e influir más en la gestión de los desafíos mundiales. Estamos reforzando los vínculos estratégicos con otras grandes regiones del mundo, en particular con África, cuyo desarrollo y transición ecológica son fundamentales, y con la que hemos redefinido el paradigma de cooperación.

La UE ha conseguido consolidar su unidad y desarrollar su autonomía estratégica haciendo frente a las grandes crisis de los últimos cuatro años, pero el entorno internacional es cada vez más inestable y más complejo. El orden internacional basado en normas está sometido a tensiones: actualmente está siendo violado de manera flagrante por un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La competencia por los recursos y las tecnologías se está intensificando, lo que provoca brotes proteccionistas e incluso conduce al mundo hacia enfrentamientos peligrosos.

Estos retos son demasiado amplios para que una nación pueda afrontarlos por sí sola. Probablemente, nos encontramos en un punto de inflexión de este siglo. Ahora más que nunca, la UE debe tomar posición, con un enfoque basado en la acción colectiva. Cuanto más unidos estemos, más fuertes y dueños de nuestro destino seremos.

Para preparar nuestras orientaciones estratégicas para los próximos años nos reunimos este jueves y viernes en Granada con los veintisiete jefes de Estado o de Gobierno.

¿Cómo podemos reforzar la competitividad y la fortaleza de nuestras economías, aprovechar todo el potencial de las transiciones climática y digital, protegiendo nuestro modelo social de mercado, que constituye el núcleo de nuestro proyecto? ¿Cómo podemos mejorar nuestras capacidades de defensa y asentarlas en una base industrial sólida? ¿Cómo podemos dotar nuestra acción internacional de una influencia que esté a la altura de nuestro poder económico? ¿Cómo podemos seguir siendo un continente abierto al mundo, garantizando al mismo tiempo una gestión estricta de la migración que respete los valores y derechos fundamentales?

Por último, ¿cómo vamos a preparar a la Unión Europea —sus programas, presupuesto y métodos de decisión— para acoger en su seno hasta una decena de países candidatos cuya integración, cuando estén preparados, constituye tanto para ellos como para nosotros un imperativo geopolítico fundamental?

En una palabra: ¿qué queremos lograr juntos en los próximos años y cómo podemos conseguir que nuestros recursos estén a la altura de nuestras ambiciones? Estas cuestiones articularán sin duda alguna el debate democrático que se desarrollará en el marco de la campaña para las elecciones al Parlamento Europeo.

Esta reflexión, que iniciamos en Granada, la proseguiremos en cada una de nuestras próximas reuniones, con el fin de acordar la Agenda Estratégica de la UE para 2024-2029 el próximo mes de junio.

El mundo mira a nuestro continente europeo. Algunos esperan que fracasemos. Otros cuentan con que Europa muestre el camino hacia un mundo más sostenible, más próspero, más justo y más seguro. Y es eso también lo que desea nuestra ciudadanía: que seamos una fuerza de cambio para mejorar su vida cotidiana. Es responsabilidad nuestra, como dirigentes, demostrar que podemos trabajar juntos.

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