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Rumania, el aliado silencioso que no quiere verse arrastrado por la guerra en Ucrania

Bucarest investiga restos de un supuesto dron ruso caídos en su territorio, aunque trata de mantener un tono prudente frente a Moscú tras los ataques próximos a su frontera

Ukraine war
Un almacén de grano destruido por un ataque ruso en el puerto del Danubio, en el suroeste de Ucrania, cerca de la frontera con Rumania, el pasado 16 de agosto.UKRAINIAN ARMED FORCES (REUTERS)

El ruido de las sirenas antiaéreas, un cielo nocturno crepitando y enormes bolas de fuego que aparecen de forma súbita en el lado ucranio del Danubio advierten de que a escasos metros de Rumania se libra una mortífera batalla. Desde la ruptura en julio de un acuerdo que permitía a Ucrania exportar sus cereales a través del mar Negro, el ejército ruso ha intensificado los bombardeos a los silos de cereales de los puertos ucranios de Izmail y Reni, que se habían convertido en la última salida marítima para transportar millones de toneladas de grano. Estos lugares se han convertido también en un escenario potencialmente peligroso al situarse justo en la frontera con Rumania, país miembro de la OTAN y, por tanto, bajo el paraguas que otorga el compromiso de seguridad colectiva de la alianza.

El último incidente se produjo en la madrugada del lunes. Un portavoz del Ministerio de Exteriores ucranio informó de que tenían una imagen en la que se identificaba la explosión de un dron de fabricación iraní Shahed en suelo rumano. Rápidamente, el Ministerio de Defensa de Rumania emitió su propio comunicado para negar de forma categórica la información. Se trataba de la segunda vez este año que Bucarest desmentía una afirmación de este calibre a Kiev. La insistencia de Ucrania provocó incluso irritación entre los dirigentes rumanos, que quieren evitar que su país se vea arrastrado por la guerra propagandística.

“Se registraron ataques que han sido verificados a 800 metros de nuestra frontera; en otras palabras, muy cerca”, declaró el martes el presidente rumano, Klaus Iohannis, durante una visita en la base militar de Cincu, en el centro del país. “No existió ninguna pieza, ni ningún dron, ni componentes de otro aparato que llegaran a Rumania; tenemos el control total sobre nuestro espacio aéreo”, incidió Iohannis, que se mostró preocupado por que los bombardeos ocurrieran “tan cerca de la frontera rumana”.

Sin embargo, el miércoles, el presidente rumano endureció su discurso. Lo hizo después de que el ministro de Defensa, Angel Tilva, confirmara a la cadena rumana Antena 3 que, tras el ataque ruso, “se encontraron piezas que podrían ser elementos de un dron”. Una amplia zona fue acordonada, aunque no se evacuó a su escasa población por considerar que los restos hallados no eran una amenaza. Tilva señaló también que los trozos encontrados se están analizando para confirmar su origen. Ante las revelaciones del ministro, el presidente Iohannis pidió esa misma tarde “una investigación urgente”. “Si se confirma que estos elementos provienen de un dron ruso, sería completamente inadmisible, una grave violación de la soberanía y la integridad territorial de Rumania, un aliado de la OTAN”, añadió el mandatario, que reiteró que el país está en alerta máxima y se ha reforzado la vigilancia desde hace semanas.

El experto en el espacio exsoviético Armand Gosu cree posible que algún dron haya atravesado o atraviese en el futuro el espacio aéreo rumano. Una posible incursión conlleva el riesgo de activar a la Alianza Atlántica. “El peligro”, dice este antiguo corresponsal de la BBC en Moscú, “radica en que así, Rusia pueda sondear los límites de lo permisible”.

El artículo 4 de la OTAN

Si el ataque en suelo rumano ocurriera, el ejército del país sabe qué hacer, aseguran fuentes del Ministerio de Defensa. Bucarest está preparada para gestionar la situación en caso de que un dron o un misil ruso caiga accidentalmente. Si así fuera y no se produjeran efectos devastadores, Rumania no tendría interés en una escalada de tensión. Bucarest se acoge, no obstante, a que puede solicitar la aplicación del artículo 4 del Tratado de la OTAN, según el cual los Estados miembros de la Alianza “celebrarán consultas conjuntas siempre que cualquiera de ellos considere que está amenazada su integridad territorial, su independencia política o su seguridad”.

Rumania se ha convertido en un importante aliado de Ucrania en el flanco oriental. Este se ha convertido en un verdadero cuello de botella para la exportación de maíz, colza y mijo ucranios, entre otros productos. Pero también para el tránsito de armas y materiales de guerra. El primer ministro rumano, Marcel Ciolacu, declaró en agosto, tras una reunión con su homólogo ucranio, Denis Shmyhal, que quiere que el 60% del transporte de cereales del país vecino pase por Rumania. Para ello, Ciolacu anunció que se duplicará la capacidad del puerto de Constanza en el mar Negro y de otras rutas hasta alcanzar los cuatro millones de toneladas al mes. “Se están realizando inversiones en el canal de Sulina”, dijo el jefe del Ejecutivo rumano, refiriéndose a la principal vía fluvial de Rumania que atraviesa el delta del Danubio.

“Bucarest ha realizado enormes esfuerzos para facilitar la exportación de cereales desde Ucrania”, explica Mihai Isac, experto en Relaciones Internacionales, “incluida la modernización de algunas líneas de tren con ancho de vía de modelo soviético, como la ruta entre Reni (Ucrania), Giurgiulești (Moldavia) y Galați (Rumania)”. “También se aceleró la ejecución de proyectos de renovación del canal de Sulina, que permitiría a partir de octubre también la navegación nocturna. Y Kiev podrá dragar el canal de Bîstroe, situado en la zona protegida del delta del Danubio”, añade este experto.

La navegabilidad de barcos de más tamaño por el Danubio significaría que Ucrania usaría menos los depósitos de cereales, por lo que se reduciría la posibilidad de que fueran objetivo de ataques rusos. Sin embargo, el tránsito del grano de Ucrania ha despertado el recelo de los agricultores rumanos, que han forzado a las autoridades de Bucarest a pedir ayuda financiera de la UE para compensarlos.

A pesar de las tensiones entre los dos países, como la situación de la minoría étnica rumana en Ucrania, Bucarest se movilizó masivamente en apoyo a Kiev desde el inicio de la invasión a gran escala. Más de un millón de refugiados ucranios han transitado por Rumania. Ahora quedan varios cientos de miles. “Además del apoyo político constante, Rumania también ha suministrado a Ucrania armamento, artillería de fabricación soviética o munición de armas ligeras”, explica Isac.

El Gobierno rumano no ha hablado públicamente de la ayuda militar a Kiev, pero Ciolacu manifestó que sus socios saben que Bucarest ofrece mucho más que asistencia humanitaria y apoyo logístico. El país también participará en la formación de pilotos ucranios para los aviones de combate F-16, y está a la espera de los documentos necesarios para autorizar el inicio de la formación. “Espero firmar los protocolos [para los pilotos] en los próximos días; este es el último obstáculo que queda”, indicó el primer ministro. Por otro lado, parte del material militar suministrado a Ucrania por Bulgaria, Turquía u otros Estados atraviesa territorio rumano.

“El próximo año, Rumania entra en un ciclo de elecciones [presidenciales, europeas, locales y legislativas], que marcarán las relaciones entre Rumania y Ucrania”, apunta el experto en Relaciones Internacionales. “La fuerza ultranacionalista Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR, que significa oro en rumano) está explotando electoralmente la difícil situación económica, exigiendo la limitación del apoyo a Ucrania, al tiempo que las redes sociales están inundadas de noticias falsas y otras teorías conspirativas, utilizadas por los medios extremistas para fortalecer su propia imagen”, añade. “Rumania”, concluye Isac, “está en primera línea de la guerra híbrida lanzada por la Federación Rusa contra la UE y la OTAN”.

Entre tanto, quedan varias cuestiones por resolver entre Bucarest y Kiev, incluido el reconocimiento por parte de Ucrania de la existencia de la lengua moldava ―Moldavia comparte frontera con Ucrania y Rumania―, aunque esta última apoya sin reservas la integridad territorial y la soberanía del país vecino. “[Rumania] también ayuda indirectamente a Ucrania a través del apoyo económico y político brindado a Moldavia”, zanja Isac, con el propósito de evitar la llegada al poder de políticos prorrusos.

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