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La imputación de Trump por el gran bulo electoral empuja a EE UU a una situación insólita

El expresidente responderá este jueves ante la jueza que investiga el intento de subvertir el resultado de las presidenciales de 2020, el caso más explosivo de los tres a los que se enfrenta

Trump
El expresidente de Estados Unidos y candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, habla durante un mitin de campaña en Erie (Pensilvania) el sábado pasado.LINDSAY DEDARIO (REUTERS)
Macarena Vidal Liy

Estados Unidos nunca había vivido una situación así. Un expresidente deberá defenderse ante una jueza de la acusación de tratar de violentar la voluntad popular en unas elecciones presidenciales. Y este mismo expresidente es el que lidera, de largo, las encuestas para volver a presentarse como candidato por el Partido Republicano. La hipótesis de un presidente firmando decretos desde la cárcel ya no es inimaginable. La nueva imputación del fiscal especial Jack Smith contra Donald Trump por sus intentos de subvertir el resultado de las elecciones de 2020, es la más grave, con diferencia, de las tres que se han presentado contra él en los últimos cuatro meses.

Es la que más debe preocuparle por su alcance: los expertos constitucionalistas consideran el pliego de cargos el más importante de la historia para proteger la democracia y el Estado de derecho en un tribunal estadounidense. Y lo es por las implicaciones personales que pueda tener para el republicano: no solo seis de sus colaboradores se encuentran también imputados; la lista de posibles testigos en el futuro juicio incluye personalidades de la categoría más alta, incluido el exvicepresidente Michael Pence, uno de los grandes afectados por el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.

“[La nueva imputación] no es solo la acusación más grave, con diferencia, contra el expresidente. Es quizá la imputación más importante presentada jamás en un tribunal estadounidense contra alguien para proteger la democracia estadounidense y el Estado de derecho”, escribe el profesor Richard Hansen, de la Universidad de California-Los Angeles, en el digital Slate.

El caso afecta al corazón de la democracia estadounidense y le obliga a mirarse al espejo. Sobre cómo es posible que, ante la mirada alarmada del resto del mundo, un presidente en ejercicio pudiera poner en duda las prácticas electorales del país. Que pudiera alegar fraude y que otros le creyeran, hasta el punto de que una horda se lanzara contra el Capitolio en el momento más sagrado para el sistema, cuando el Legislativo confirmaba el relevo entre presidentes. Y, sobre todo, que un sospechoso de este tipo de ataques contra la Constitución pueda presentarse de nuevo, y contar con posibilidades nada desdeñables de ganar, en unas elecciones.

Bravatas en su red social

En medio de la tormenta, Donald Trump continúa con sus bravatas en su red social, Truth. “¡Muchas gracias a todo el mundo! Nunca había tenido tanto apoyo. Esta imputación sin precedentes de un ex (¡muy exitoso!) presidente y principal candidato, por mucha distancia, en el Partido Republicano y las elecciones de 2024, ha concienciado al mundo sobre la corrupción, escándalos y fracaso de Estados Unidos en los últimos tres años”, escribía este miércoles en su red social, aparentemente despreocupado de la gravedad de las acusaciones. “Estados Unidos es un país en decadencia, pero lo haremos grande de nuevo, más grande que nunca. ¡Los quiero a todos!”, agregaba el aspirante a entrar de nuevo en la Casa Blanca.

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Pero la realidad es que este jueves, a las 16.00 horas locales (22.00 hora peninsular española), el magnate inmobiliario y político debe comparecer ante la jueza Moxila Upadhyaya en un tribunal federal en Washington para responder de los cuatro cargos de los que se le acusa: manipulación de testigos, conspiración para defraudar al Gobierno estadounidense, obstrucción de un procedimiento legal y conspiración para violar derechos civiles. Todos ellos relacionados directa o indirectamente con el conato de asonada en el Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando una muchedumbre asaltó la sede del Congreso en un intento de impedir la confirmación formal del triunfo del demócrata Joseph Biden en las elecciones de 2020.

Asalto al Capitolio de EE UU, en Washington, en enero de 2021.
Asalto al Capitolio de EE UU, en Washington, en enero de 2021.LEAH MILLIS (REUTERS)

Hasta el momento no está claro si Trump tendrá que comparecer personalmente. Es una decisión que corresponde al tribunal, que desde la pandemia de coronavirus ha optado en ocasiones por celebrar audiencias por videoconferencia. Eso ocurrió este mismo martes, horas antes de que se recibiera la imputación contra el expresidente.

“Depende del tribunal, que es quien toma ese tipo de decisiones. Estamos dispuestos a acatar lo que digan las normas del tribunal. La jueza ha emitido una citación, y él [Trump] comparecerá bien virtualmente, bien en persona”, declaraba este miércoles el abogado del expresidente John Lauro a la cadena CNN.

Este caso se suma a los dos previos a los que se enfrenta. En Nueva York está acusado de falsificación contable en relación con pagos para comprar el silencio de una actriz porno sobre su supuesta relación sexual. Y en Miami debe responder a la acusación de que conservó documentos clasificados de manera ilegal tras dejar la Casa Blanca. Como ya ocurrió en esos dos casos, se espera que este jueves se declare no culpable de los nuevos cargos a los que se enfrenta.

Jueza favorable en Miami

Pero el resto de las circunstancias que rodean a estos procesos no pueden ser más diferentes. El caso neoyorquino es relativamente débil. Y en Miami, la jueza Aileen Cannon, nombrada por él mismo, se le ha mostrado favorable en el pasado. Pero la magistrada Tanya Chutkan —la que llevará el caso del gran bulo electoral, que fue nombrada por el expresidente Barack Obama— tiene fama de dura precisamente en los casos relacionados con el asalto al Capitolio.

Y los cargos que afronta Trump son mucho más graves. Nada menos que planear atrincherarse en el poder, pese a su derrota electoral, en una trama de intimidación, engaño y abuso de su cargo que acabaría llevando a un conato de insurrección en los pasillos del Capitolio, el sanctasanctórum de la democracia estadounidense.

En sus 45 páginas, el documento presentado por Smith no incluye grandes revelaciones. La mayor parte de su contenido ya se conocía, había sido revelado a lo largo de la investigación elaborada por un comité del Congreso. Pero sí incluye nuevos detalles que no habían salido a la luz pública hasta ahora, como el hecho de que el entonces vicepresidente Pence tomase notas durante sus conversaciones con Trump. Y, sobre todo, presenta un panorama devastador sobre las intenciones del expresidente.

“Pese a haber sido derrotado, el acusado estaba decidido a mantenerse en el poder”, escribe el fiscal especial, responsable también de la investigación sobre los papeles clasificados en poder de Trump en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida.

Para ello, contó con la ayuda de seis colaboradores. Smith no revela sus identidades en el texto, pero no resulta difícil deducir la mayoría. Entre ellos se encuentra el exalcalde de Nueva York y abogado personal de Trump, Rudy Giuliani, que encabezó los esfuerzos para conseguir que Trump permaneciera en la Casa Blanca. O la abogada Sidney Powell, que defendía extrañas teorías sobre la manipulación de las máquinas de voto electrónico.

Su testimonio puede ser fundamental una vez que se celebre el juicio encabezado por la jueza Chutkan. Como puede serlo el de otros testigos que, sin lugar a dudas, serán llamados a declarar. Entre ellos, el del propio Pence.

El vicepresidente se resistió en su momento a declarar en la investigación de Smith contra su antiguo jefe. Pero la imputación se basa en muy buena parte en su testimonio y las notas que tomó en sus conversaciones con Trump durante aquellos tiempos. Tras hacerse público el pliego de cargos, Pence apuntaba la noche del martes: “La acusación sirve de importante recordatorio: nadie que se ponga por encima de la Constitución debería ser jamás presidente de Estados Unidos”.

Clave en este caso será demostrar que Trump era consciente de que las urnas le habían derrotado y de que mentía al alegar la existencia de un fraude. Algo que Smith ha tratado de dejar claro en su contundente pliego de cargos: “El acusado sabía que [sus alegatos] eran falsos” —sostiene el fiscal especial—, y los mantuvo pese a acabar creando “un intenso clima de desconfianza e ira, y socavar la confianza pública en la gestión de las elecciones”.

Este clima continúa aún hoy, dos años y medio después de aquel asalto al Capitolio. Las encuestas apuntan que tres de cada diez estadounidenses creen que hubo algún tipo de tongo en las elecciones de noviembre de 2020. Trump nunca ha admitido su derrota en las urnas, y continúa presentándose como una víctima de una amplia conspiración para apartarle del poder e impedir su regreso a la Casa Blanca por todos los medios, muy especialmente los tribunales.

Georgia, posible próximo caso

A las tribulaciones judiciales que ya acumula Donald Trump está a punto de sumarse otra más. La fiscal Fani Willis, en el condado de Fulton del Estado de Georgia, ha dado señales de planear imputar al expresidente a mediados de este mismo mes, también por cargos relacionados con la intención del político republicano de alterar el resultado de las elecciones de 2020. Sería, de producirse, la cuarta imputación contra el magnate inmobiliario en cuatro meses.

Willis investiga, en concreto, los intentos de presionar en Georgia para revertir la victoria de Joe Biden en ese Estado, incluido un supuesto intento de recurrir a falsos funcionarios que certificasen el triunfo de Trump. El equipo legal de Trump ha tratado de poner fin a la investigación de la fiscal, nombrada por Obama, mediante diversos argumentos, aunque los jueces han rechazado de modo sistemático sus alegatos. 

La última ocasión ocurría esta misma semana, cuando un magistrado indicó que el expresidente no podía bloquear la investigación antes de resultar imputado.  Trump alegaba el daño sufrido por el caso, a lo que el juez John McBurney replicaba que “aunque ser el sujeto de una investigación muy pública es probablemente muy desagradable, ningún tribunal ha aceptado nunca que eso sea motivo para desestimar una investigación”. 

Sobre las acusaciones del equipo legal de Trump contra la actuación de Willis, a la que acusa de una motivación política, el juez también ha considerado que la fiscal no ha actuado en ningún momento de manera inapropiada.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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