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Francisco Sagasti, expresidente de Perú: “Mi papel es contribuir a un adelanto de elecciones”

El antecesor de Pedro Castillo en la presidencia dice en esta entrevista con EL PAÍS que a los 78 años trabaja para que haya una renovación política en su país

Francisco Sagasti, expresidente de Perú, el 26 de julio de 2023, en Lima, Perú
Francisco Sagasti, expresidente de Perú, el 26 de julio de 2023, en Lima, PerúANGELA PONCE
Renzo Gómez Vega

Francisco Sagasti (Lima, 78 años) fue presidente de Perú durante ocho meses y diez días. El Congreso lo nombró en noviembre de 2020 sucesor de Martin Vizcarra, expulsado del poder por “incapacidad moral”, para conducir el país hasta el siguiente proceso electoral, en el que resultó elegido Pedro Castillo. Antiguo directivo del Banco Mundial y con décadas de experiencia en políticas públicas, Sagasti fue elegido precisamente por su trayectoria alejada de la primera línea. Junto a Valentín Paniagua se sienta en la mesa de los dos únicos mandatarios peruanos en este siglo que no cargan con denuncias de corrupción. Se le reconoce también su capacidad de gestión. Recibe a EL PAÍS en su casa en Lima. Acaba de publicar Gobernar en tiempos de crisis. Política e ideas en el Gobierno de Transición y Emergencia, Perú 2020-2021 (Planeta), un libro donde analiza su paso por el poder.

En los últimos meses, Sagasti ha vuelto a sentarse en el piano y está tratando de volver a coger su cámara y capturar paisajes, aunque le sea imposible volver a recorrer las calles sin pasar desapercibido. Prepara además su siguiente libro. En octubre cumplirá 79 años, pero todavía no piensa en escribir sus memorias. Militante del Partido Morado, sigue haciendo política, mientras recibe críticas por no ser más duro con el Gobierno de Dina Boluarte.

Francisco Sagasti
Francisco Sagasti.ANGELA PONCE

Pregunta. Que usted sea un expresidente en libertad es algo que llama la atención en Perú.

Respuesta. Es lo normal. Las otras cosas son una aberración.

P. Una aberración que se ha repetido con mucha frecuencia.

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R. Eso no quiere decir que gobernar de manera honesta, íntegra, sea un milagro. Ni siquiera en este país lo es. Yo creo que hemos tenido presidentes como [Valentín] Panigua, [Fernando] Belaúnde, José Luis Bustamante y Rivero que han dado la talla.

P.¿Cómo se explica que los únicos dos políticos que se fueron con mayor aprobación, usted y Paniagua, hayan sido presidentes de transición que no eligió el pueblo?

R. Tiene que ver en cómo funciona el sistema y el liderazgo político. En una campaña se crean una serie de distorsiones, porque en muchos casos quienes apoyan esperan algo en retorno. Ni Paniagua ni yo llegamos por esa ruta y, por tanto, no teníamos deudas que saldar.

P. En su libro cuenta que tuvo cinco encuentros con el expresidente Pedro Castillo cuando ya estaba en el Gobierno y hablaron de liderazgos. ¿Castillo tenía carencias en ese sentido?

R. Fue un esfuerzo tratar de plantearle algunas ideas sobre la manera de ejercer el poder. Aparentemente, no hubo suficiente receptividad de su parte o quizá comprensión de lo que quería hacer. Hicimos un último intento y pensé en dejarle unas notas en seis hojas. Desgraciadamente, esa reunión se retrasó y no tuvimos más de tres cuartos de hora. Fue muy breve y allí me di cuenta que más no se podía hacer.

P. ¿Se podía en entonces advertir el final anticipado del Gobierno de Castillo?

R. No esperé que llegara a esta situación. Estamos en un país con tanta desconfianza que si uno no otorga un mínimo de confianza al otro es prácticamente imposible establecer una relación sensata y duradera. No esperé nunca esa combinación de designaciones inapropiadas, de personas sin calificación e involucradas en actos de corrupción. Mucho antes de su incomprensible golpe de Estado, en marzo y abril de 2021, publiqué dos artículos indicando que la salida más conveniente era el adelanto de elecciones y un nuevo Gobierno de transición. Ya desde hace buen tiempo tenía claro que no era la persona adecuada. Lo que me sorprendió fue su total incompetencia y un Golpe de Estado fallido que no tenía ni pies ni cabeza.

P. ¿El adelanto de elecciones debe ser la salida a la crisis actual?

R. Creo que sí, recordemos que ya en el Congreso se planteó el adelanto de elecciones, ya la presidenta de la República también lo planteó. No estamos hablando de una idea que viene del aire, ha sido puesta en el tapete por varios actores políticos.

P. Usted afirma en su libro que entendió el carácter de Gobierno de transición.

R. Desde luego. Tuve una conciencia muy clara de que era un Gobierno temporal, de que estábamos en una crisis de salud tremenda por la pandemia, que no teníamos vacunas ni suficiente oxígeno, que no habíamos organizado un proceso razonable de contención del contagio del virus. Además de que estábamos a meses de un proceso electoral extremadamente polarizado, en el medio de una crisis económica con la peor caída del PBI en la región.

P. ¿Por qué la presidenta Boluarte no atendió el carácter transitorio de su Gobierno?

R. Como expresidente de la República no emito juicios de valor sobre quien está ejerciendo el cargo en la actualidad.

P. ¿Cómo nos encuentra como país estas Fiestas Patrias?

R. Muy dolidos, con muchas interrogantes y preguntas, y con un cierto grado de escepticismo por el comportamiento del Congreso, el Ejecutivo y algunas autoridades en otros poderes del Estado. Se llega con un ánimo un poco bajo.

P. ¿Más desunidos de lo acostumbrado?

R. No creo que estemos más desunidos, pero sí se ve con mayor nitidez la fragmentación política.

P. ¿Se ha preguntado cómo hubiese sido su Gobierno si hubiese durado cinco años y no ocho meses?

R. Francamente, no. Durante el ejercicio del Gobierno no hubo tiempo, había que resolver. Ahora he estado más dedicado a ver qué fue lo que hicimos y qué lecciones uno puede extraer para el futuro. Pero hay que ser muy claros: si la casa se está incendiando no vas a pensar de qué color quieres la manguera para apagar el fuego. ¿Qué hubiese sido diferente en un periodo más largo? Evidentemente se pudo hacer mucho más, pero al mismo tiempo las resistencias hubiesen sido peores.

P. ¿Se ha planteado sumarse a las últimas protestas?

R. Dígame usted en qué país del mundo se ha visto a un expresidente en una marcha por una variedad de temas que no generan consenso. Más puedo contribuir en otros espacios que saliendo a las calles. Mi papel está en otros lugares para contribuir a las mismas cosas: adelanto de elecciones, que no haya impunidad en el caso de las personas que murieron en las manifestaciones y que haya una renovación política.

P. Sus críticos consideran que eso es una tibieza de su parte.

R. Es una moderación radical. Yo me rehúso a ponerme en un extremo o en otro. Si consideran que es tibio hablar con claridad, allá ellos. Yo respeto a quienes salen a marchar, piden paro, hacen huelga de hambre, a quienes tuitean. Pero me rehúso a que haya una sola manera de expresar disconformidad. Basta, por favor.

P. ¿Entonces ya no postulará a ningún cargo público en el futuro?

R. No me lo estoy planteando. El tema ahora es ver cómo se resuelve esta situación, cómo salir del entrampamiento político.

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Renzo Gómez Vega
Periodista y escritor. Ha escrito en los medios peruanos 'El Comercio', 'La República', el semanario 'Hildebrandt en sus Trece' y 'Salud con Lupa'. Fundador de la revista digital 'Sudor'.

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