Luís Montenegro, líder de la oposición conservadora en Portugal: “No vamos a tener en el Gobierno ni políticas ni políticos racistas”
El jefe del centroderecha portugués, que ha endurecido su posición hacia la ultraderecha, reclama a los socialistas de España y Portugal que aclaren si repetirían en sus países las coaliciones con las formaciones a su izquierda
Un poco antes de que el líder del Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha) de Portugal, Luís Montenegro (Oporto, 50 años), llegase al barrio de chabolas de Santa Marta do Pinhal, en Seixal, lo hicieron varias excavadoras enviadas por el Ayuntamiento para derribar almacenes de madera. En el asentamiento, a media hora de coche de Lisboa, viven unas 200 familias de Cabo Verde, Santo Tomé, Mozambique y Angola. Algunos acaban de llegar y otros ya son la segunda generación que crece en la miseria. Hay árboles veteranos en algunos patios y cables de enganches ilegales a los postes de electricidad. Hay también un bar, O cantinho do Zouk, donde Montenegro y sus acompañantes entran a tomar un café.
—Presidente, esto avergüenza a cualquier portugués, comenta Pedro Alves, coordinador nacional de municipios del partido.
—Es verdad, asiente Montenegro.
En mayo de 2022, el abogado Luís Montenegro se convirtió en presidente del principal partido de la oposición con un abrumador respaldo interno en primarias (75% de votos). La relación con Chega, el partido de ultraderecha que lidera André Ventura y que se convirtió en tercera fuerza con 12 diputados en la Asamblea de la República, es la pregunta que más persigue a Montenegro desde entonces. También EL PAÍS, que le acompaña en el coche entre Seixal y la costa de Caparica, inquiere sobre sus futuras alianzas. “Nunca vamos a violar nuestros principios socialdemócratas. No vamos a tener en el Gobierno políticas ni políticos racistas, xenófobos e inmaduros”, responde.
—¿André Ventura es racista?
—Fijamos principios y no personas.
Chega marca a menudo el debate político, como ocurrió durante las protestas por la visita de Estado del presidente brasileño Lula da Silva en abril, pero el líder de la oposición ha endurecido su discurso hacia ellos en los últimos meses. En Portugal no hay ningún Gobierno que incluya a la ultraderecha, aunque en Azores el PSD recibió su apoyo para alcanzar la presidencia regional. Montenegro trata de trasladar la presión hacia sus rivales. “Hay mucha curiosidad sobre nuestro lado, pero no sobre la izquierda. Tanto en España como en Portugal hay una cuestión previa que los socialistas deberían aclarar y es si están dispuestos a respetar la voluntad popular o van a hacer una geringonça [la alianza parlamentaria del Partido Socialista con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Portugués], como ya hicieron en los dos países”.
—¿Identifica al PCP y Bloco con Chega?
—Todos son radicales y populistas, a la izquierda y a la derecha. Todos plantean problemas a la izquierda y a la derecha. El PCP y el Bloco no se identifican con la OTAN y a veces tampoco con la UE. El PCP es un partido que incluso tiene dificultades para condenar la invasión de Ucrania.
Luís Montenegro lleva 22 años en política y unos cuantos aspirando a liderar su formación. En el partido le reconocen que dio la cara como líder del grupo parlamentario cuando el Gobierno del PSD de Pedro Passos Coelho aplicaba la cirugía sin anestesia diseñada por la troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea). “La vida de las personas no está mejor, pero el país está mucho mejor”, resumió entonces con crudeza Montenegro. Es un pasado con doble filo: mérito interno y lastre exterior. Los portugueses recuerdan los días de la austeridad con espanto.
Después de ganar, Montenegro dio varios giros a algunas políticas de su formación, como retirar su apoyo al referendo sobre regionalización en 2024 y pedir una consulta sobre la eutanasia. Además, inició una serie de estancias semanales para conocer más el país y las comunidades lusas en el exterior. El programa, que se prolongará casi dos años, se llama “Sentir Portugal” y ya le ha llevado por una decena de distritos, además de Francia, Alemania y Bélgica. Tiene previsto también visitar a los emigrantes portugueses en España y el Reino Unido. “Es la forma de conseguir hablar con gente que de otra forma no lo lograríamos y de percibir cosas como la existencia de estos barrios de chabolas. Es extraordinario que existan aún, tienen que ser erradicados con políticas del Gobierno y los ayuntamientos”, sostiene.
La semana que paseó entre las chabolas de Seixal estaba dedicada al distrito de Setúbal, un territorio esquivo para el PSD. “Es el único donde nunca hemos conseguido ganar una alcaldía”, destaca Paulo Cavaleiro, secretario general adjunto del partido, mientras camina junto a una playa de la costa de Caparica donde está previsto un encuentro con pescadores. La margen sur del Tajo, que creció con la llegada de obreros, emigrantes y retornados de las colonias, es un bastión comunista que en los últimos años ha cedido terreno a los socialistas, pero que se resiste al PSD, mucho más arraigado en el norte del país, donde nació Montenegro.
Desde que perdieron el Gobierno en 2015, los socialdemócratas viven un tanto noqueados. Tuvieron una gran alegría en las elecciones municipales, cuando arrebataron la Alcaldía de Lisboa a los socialistas después de 14 años, pero las últimas legislativas fueron una ducha gélida. En lugar de acusar siete años de desgaste de poder, António Costa alcanzó una histórica mayoría absoluta, con el 41,37% de los votos, frente al 27,67% de Rui Rio, el candidato del centroderecha. Aunque no fue el único elemento que influyó, el temor a un pacto entre PSD y Chega ayudó a concentrar el voto sobre Costa.
El líder del PSD tiene previsto participar en la campaña electoral española para apoyar a Alberto Núñez Feijóo, el candidato del Partido Popular que se reunió con el portugués durante su última visita a Lisboa. Ambos pelean para lograr un cambio de ciclo político en la península Ibérica y ambos, de cumplirse los sondeos, carecen de respaldo suficiente para hacerlo en solitario. A diferencia de Feijóo, Montenegro dispone de otros potenciales socios a la derecha, como Iniciativa Liberal, que cuenta con ocho diputados y cuyo apoyo no incomodaría en el PSD, como ocurre con Chega. Hace pocos meses Montenegro comió con el líder liberal, Rui Rocha, para explorar vías de entendimiento.
Las encuestas, sin embargo, apuntan hacia el crecimiento de la extrema derecha. Y aunque el PSD ha mejorado sus expectativas en el último año, Montenegro no ha rentabilizado por completo las inesperadas crisis del Gobierno de mayoría absoluta. “Lo tienen todo para aguantar cuatro años, pero el hecho de hablar tanto de elecciones anticipadas, ya nos dice mucho sobre su incompetencia”, afirma.
Luís Montenegro fue socorrista en la playa de Espinho, el lugar donde comenzó su carrera política y donde se ha construido una casa de seis pisos. A la vista de los sondeos, los portugueses no acaban de verle como el socorrista que el país necesita. Él cree que remontará más cerca de las elecciones, “igual que ocurrió en España”, y salvará al PSD de la anemia política que sufre desde 2015, cuando António Costa ganó la moción de censura a Pedro Passos Coelho con el apoyo de la izquierda. “Yo no sería capaz de hacer lo que hizo António Costa”, subraya. “Fue una tergiversación de la voluntad popular. Esto es una cuestión mía personal, solo gobernaré después de ganar las elecciones. Puede que el PSD tenga otra idea, pero conmigo no será”.
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