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“La alianza entre los ucranios y los rusos que los apoyan se forja con sangre”

Denis Sokolov recluta a través de la plataforma Consejo Ciudadano a voluntarios del país invasor dispuestos a combatir en el bando de Kiev

Pilar Bonet
Denis Sokolov
Denis Sokolov, encargado de reclutar a rusos dispuestos a luchar a las órdenes de Ucrania, en una imagen facilitada por el Consejo Ciudadano.

“La alianza de los ucranios y los rusos que combaten contra Putin se forja con sangre”. Así lo afirma Denis Sokolov, encargado de reclutar a rusos dispuestos a luchar a las órdenes de la Dirección Central de Inteligencia (GUR, por sus siglas en ucranio) del Ministerio de Defensa de Ucrania. Combatientes rusos reivindican haber participado en las incursiones perpetradas recientemente en Bélgorod, una provincia rusa fronteriza de Ucrania.

Procedente de San Petersburgo, Sokolov trabajó como antropólogo en el Cáucaso antes de exiliarse. Hoy actúa desde una plataforma denominada Consejo Ciudadano (CC), donde coordina la recepción y el traslado de los rusos que desean alistarse en la denominada Legión Internacional de Ucrania.

Desde Varsovia, Sokolov conversó con esta periodista a través de una red social, la misma que el CC utiliza abiertamente para el reclutamiento. Las declaraciones de este activista partidario de la lucha armada proporcionan un atisbo sobre las relaciones internas de los grupos de voluntarios y de sus vinculaciones con el GUR. Los datos sobre el número de integrantes de los contingentes rusos armados y la cadena de transmisión de órdenes en las que se insertan son difíciles de verificar. Las denominaciones de “batallón”, “regimiento” o “cuerpo”, por otra parte, no permiten averiguar el número de personas que aglutinan.

La Legión Internacional de Ucrania, subordinada al GUR, consta de unidades de diversa procedencia, entre ellas de los países de la antigua URSS, como Georgia o Bielorrusia. Los procedentes de Rusia, en gran parte, se han integrado en el Cuerpo de Voluntarios Rusos (RDK, por sus siglas en ruso).

Pero “el RDK abandonó el Consejo Ciudadano de común acuerdo, porque no cumplía los principios del manifiesto que habíamos firmado [el respeto a la Convención Europea de Derechos Humanos]”, dice Sokolov, que no desea ahondar en las discrepancias. Admite, sin embargo, que estas tenían que ver “con la actitud de ese cuerpo hacia los musulmanes, hacia otras nacionalidades, y hacia las minorías sexuales”. El fundador del RDK es Denis Kapustin (llamado también Denis Nikitin), un activista de extrema derecha que está vetado en el espacio Schengen.

Por su ideología, el RDK rechazó a Vladislav Amósov, un exoficial de las Fuerzas Armadas Rusas, de origen yakut (etnia titular de la República siberiana de Sajá-Yakutia)”, explica Sokolov. De ahí que se formara el “batallón de Siberia”, dirigido por Amósov, y donde se ha integrado también Ildar Dadin, el primer activista condenado a una pena de cárcel en Rusia (en 2015) por violar las normas de mítines y piquetes.

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“La actitud de extrema derecha del RDK es disuasoria, incluso para los voluntarios de derechas, sin hablar ya de los liberales”, en opinión de Sokolov. ”El fascismo ruso ha relegado a la periferia al nacionalismo ruso e impide formar una identidad nacional y regional aceptable para la mayoría de la sociedad rusa”, señala.

Mijaílo Podoliak, asesor del presidente Volodímir Zelenski, se ha distanciado de las incursiones armadas en Rusia. Según él, los rusos participantes ya habían concluido sus contratos con las Fuerzas Armadas de Ucrania. El asesor admitió, no obstante, que los rusos utilizan el terreno de Ucrania para sus actividades.

Sokolov se muestra reticente ante las llamadas “fuerzas democráticas” rusas que, desde el exilio, se declaran en contra de la guerra. Los líderes de estos grupos, señala, están vinculados a los oligarcas rusos exiliados, que “conservan sus relaciones con miembros de los servicios de Seguridad, con funcionarios del aparato de Justicia y de la Administración y creen que el futuro de Rusia será el resultado de un cisma en la élite en el poder”.

Las incursiones en Bélgorod, que obligaron a evacuar varios pueblos rusos de la frontera, mostraron, según Sokolov, que “el mecanismo de mando ruso es muy lento”, que “le faltan efectivos humanos” y que “le da igual bombardear sus propias ciudades y pueblos”.

El batallón de Siberia

El batallón de Siberia es ya “una unidad de combate plena” construida sobre principios políticos y regionales y nacionales”, comenta, y “se irá completando a medida que lleguen voluntarios de las distintas regiones de Siberia”. Lo apoyan, dice, “pequeños y medianos empresarios y profesionales exiliados que pagan el entrenamiento y el mantenimiento”. Su modelo es el de “un ejército popular de voluntarios semejante a los batallones de defensa territorial surgidos en 2014 en Ucrania”.

“Inicialmente, la única opción de alistamiento era el RDK, pero ahora la inmensa mayoría de las peticiones de reclutamiento van dirigidas al batallón de Siberia, que acepta a gente de otras regiones rusas. Desde el punto de vista de un proyecto político militar amplio, el batallón de Siberia es el que tiene más perspectivas”.

“No puedo decir cuántos son [los integrantes del batallón de Siberia]”, afirma. Presionado, Sokolov añade que la meta de 300 no ha sido alcanzada aún. Para los “muchos más que quieren venir”, explica, el problema principal es el tránsito de Rusia a Ucrania vía terceros países. Si eso se soluciona, el número de voluntarios sería mucho mayor”.

Pero no solo se trata de retorcidas rutas, sino también de la desconfianza de los ucranios ante quienes ven como un contingente sospechoso.”Una vez aprobados, los voluntarios reciben armas, equipo y sueldo, según su contrato”, añade Sokolov. “Su nivel de preparación difiere, los hay con experiencia militar y los hay sin ella. Para los demócratas liberales exiliados “el camino desde el sofá a la trinchera es algo más largo, aunque muchos lo recorren”. “Hay una diferencia muy sustancial entre los que combaten y los políticos y exoligarcas que “manipulan los sectores democráticos en el exilio y que ven la resistencia armada como una cuestión de mercenarios, terroristas y traidores”. La posición de estos últimos es “dejar que venza Ucrania para construir después una democracia por medio de elecciones”. “Nuestros voluntarios son muy diferentes, muy jóvenes, gente que pone sus convicciones y su libertad por encima de la vida y el confort”, asevera.

“Los europeos temen que Rusia se desintegre. Nadie quiere ver directamente que el Estado de Federación Rusa ya no existe, que es un estado fallido. Tanto si gana la guerra como si no, Rusia se derrumbará como Estado y comenzarán las guerras intestinas. Hay que pensar en qué construir en lugar de este monstruo”, dice.

“La alternativa se decide en el frente”, dice, pero “la hora no ha llegado aún”. “La actitud de los ucranios hacia nosotros se forja sobre la sangre y podremos decir que somos aliados cuando entiendan que cada uno de los caídos rusos es una vida ucrania salvada. Los ucranios estarán dispuestos a ver a otros rusos cuando aparezcan otros rusos, cuando haya un proyecto alternativo [en Rusia]”. “Ucrania nos necesita porque le falta gente, porque somos su reserva. Ucrania necesita de los rusos, pero de otros rusos, dispuestos a morir por su libertad”

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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