Lula premia al abogado que le sacó de la cárcel con una plaza de juez en el Supremo de Brasil
Cristiano Zanin defendió al presidente brasileño en los procesos de la Operación Lava Jato y si el Senado da su visto bueno será juez en la máxima corte del país hasta el año 2050
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva decidió premiar al abogado que logró sacarle de la cárcel con una plaza como juez en el Tribunal Supremo Federal, la máxima corte de Brasil. Cristiano Zanin, de 47 años, ocupará una de las 11 sillas que quedó vacante con la jubilación de otro juez el pasado mes de abril. Su nombre sonaba como el favorito desde el principio, a pesar de la controversia que podría generar por el personalismo y el estrecho vínculo entre Lula y el futuro juez. “Todo el mundo esperaba que fuese a nombrar a Zanin, no sólo por el papel que tuvo en mi defensa, sino simplemente porque creo que Zanin se transformará en un gran juez del Tribunal Supremo de este país”, dijo Lula este jueves al confirmar el nombramiento. Para que se haga efectivo, el abogado tendrá que ser aprobado por el Senado, pero el trámite se da por hecho. Los jueces del Supremo se jubilan obligatoriamente a los 75 años. Debido a su edad, Zanin, el más joven de los magistrados, podría estar en el Supremo hasta el año 2050.
La elección de Lula es un premio a la fidelidad. Cuando Zanin empezó a defenderle en los procesos de la Operación Lava Jato, abogados cercanos al Partido de los Trabajadores (PT) cuestionaron su competencia para lidiar con un proceso tan relevante, porque hasta entonces era más conocido por su actuación en el ámbito empresarial. Zanin siempre basó su estrategia de defensa en la tesis del lawfare: Lula estaba siendo víctima de una persecución judicial que buscaba apartarle del poder a toda costa. Esa postura le costó enfrentamientos con pesos pesados del derecho brasileño, como el exjuez del Supremo José Paulo Sepúlveda Pertence, que entró en la defensa liderando un movimiento que buscaba convertir la encarcelación de Lula en Curitiba en un arresto domiciliario. Zanin se negó al considerar que la medida debilitaría el discurso de que Lula era inocente. El abogado llegó a llevar la condena contra Lula al Comité de los Derechos Humanos de la ONU, que le dio la razón al considerar que el líder de la izquierda no tuvo derecho a un juicio imparcial y que se violaron sus derechos políticos. Zanin optó por la épica y con el tiempo su plan dio resultado. La filtración de conversaciones en la que el entonces juez Sérgio Moro trabajaba codo a codo con los fiscales para acorralar a Lula, acabaron de pavimentar la anulación de los procesos.
Colocar a su abogado personal en el Supremo también tiene mucho de venganza personal de Lula contra Moro. El juez que le condenó a nueve años de cárcel por corrupción, apartándole así de la carrera presidencial de 2018, soñaba con convertirse en magistrado del Supremo. Cuando entró como ministro de Justicia en el Gobierno de Jair Bolsonaro se interpretó ese movimiento como un paso previo para que el líder ultraderechista le escogiera para la codiciada corte. La relación entre los dos hizo aguas, Moro se quedó sin su premio y ahora se esfuerza en no perder del todo su capital político desde su escaño de senador. En los cuatro años en que fue presidente, Bolsonaro tuvo la oportunidad de nombrar a dos jueces del Supremo, y aunque son magistrados conservadores no tenían con él un vínculo tan estrecho como el de Zanin con Lula. Sí que hubo cierto revuelo cuando prometió nombrar a un juez “terriblemente evangélico” para contentar a su electorado religioso. Nombró a André Mendonça, jurista, pastor presbiteriano y su hasta entonces ministro de Justicia.
A las previsibles críticas de la derecha hacia Lula por el nombramiento se unen voces de la izquierda que lamentan que el presidente haya perdido una oportunidad de llevar algo de diversidad a una institución muy blanca y masculina. Según un recuento de la organización Gênero e Número, Zanin será el 165º hombre blanco de una corte por la que en 132 años pasaron 170 magistrados. Tan sólo un 2,4% de mujeres, y un 2,7% hombres negros. Las mujeres negras, mayor grupo demográfico del país, nunca ocuparon un asiento. También se critica a Zanin porque más allá de la defensa de Lula es un gran desconocido. Hasta qué punto será un juez progresista es una incógnita. Apenas hay declaraciones públicas suyas que ayuden a intuir lo que piensa sobre derechos laborales o reproductivos, por ejemplo. En octubre se abrirá otra plaza vacante y Lula podrá colocar otro juez. O jueza.
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