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Zelenski libra en el G-7 una ofensiva diplomática ante aliados y no alineados

El presidente de Ucrania ha celebrado encuentros bilaterales con Biden y Modi, entre otros, pero no con Lula

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, con los líderes del G7 este domingo. Foto: Susan Walsh (POOL)
Andrea Rizzi (Enviado especial)

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha buscado en la tercera y última jornada de la cumbre del G-7 en la ciudad japonesa de Hiroshima convencer a los aliados de que sigan incrementando el respaldo a su país y, en paralelo, persuadir a los líderes de los importantes países no alineados presentes en la cita ―India, Brasil, Indonesia― para que reconsideren su posición. La ofensiva diplomática se ha producido en un día marcado por las noticias relacionadas con la batalla de Bajmut. Rusia sostiene haberla conquistado tras meses de lucha, pero el líder de Ucrania afirmó en Hiroshima que la localidad “no está ocupada”.

El mandatario ucranio obtuvo un éxito rotundo en la primera línea de acción, la concerniente a los aliados, que mostraron un compromiso inquebrantable con la causa de Ucrania. Así lo verbalizó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y en esa dirección fueron los hechos.

De entrada, la apertura de la perspectiva de entrega de los F-16, ante la cual Washington había estado reticente durante meses. Ahora se pondrá en marcha un plan de entrenamiento de pilotos ucranios que, según Rishi Sunak, primer ministro británico, arrancará ya este verano. Zelenski dijo que no sabía cuándo se producirían las entregas, pero se mostró confiado en que el plan vaya adelante. El sábado, Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de EE UU, despejó dudas al respecto al señalar que en los próximos meses se dilucidará quién entregará los aviones, cuántos y cuándo, pero sin cuestionar que esto ocurrirá. Biden ha dicho este domingo que Zelenski le había asegurado que los F-16 no serán utilizados contra territorio ruso, un riesgo que probablemente fue el motivo de las reticencias hasta ahora.

Volodímir Zelenski y Joe Biden, este domingo en Hiroshima.
Volodímir Zelenski y Joe Biden, este domingo en Hiroshima. HANDOUT (AFP)

Como afirmó el canciller Olaf Scholz, esto no es un plan a corto plazo, pero sí es un mensaje muy duro para Rusia a medio y largo. Moscú ya sabe que, en cualquier caso, Occidente está dispuesto a esto también. Es un aviso de que, si cuenta con que los socios de Kiev se cansarán, más vale modificar su cálculo.

Hubo otras buenas noticias de los aliados para Kiev. Biden ha anunciado este domingo un nuevo paquete de ayuda militar por valor de 375 millones de dólares [unos 346 millones de euros] que incluirá, según dijo, munición, artillería y vehículos blindados. Además, los Siete anunciaron nuevas sanciones y restricciones contra Rusia, en particular sobre el sector de los diamantes. Se dará una nueva vuelta de tuerca a las exportaciones hacia Rusia para evitar la entrega de todo lo que pueda sostener su maquinaria bélica.

En cuanto a las perspectivas de paz, los socios fueron contundentes ante los planteamientos que brotan en la arena global. El mensaje fue que “una paz justa no puede conseguirse sin la completa e incondicional retirada de las fuerzas rusas y esto debe ser incluido en cualquier llamamiento a la paz”. Parecía dirigido a la iniciativa que encabeza Luiz Inácio Lula da Silvia.

Fuentes europeas señalan que el grupo, además de tener claro que no avalará iniciativas sobre Ucrania sin el consentimiento de Kiev, considera que nada que se parezca a un alto el fuego sin retirada de tropas rusas tiene sentido. Los socios trataron de insistir en los principios fundacionales de la ONU de respeto de la soberanía e integridad territorial de los países como elemento de persuasión, más que llamamientos a la defensa de la democracia ante los regímenes autoritarios.

Los Siete se muestran conscientes de que los argumentos morales tienen poco recorrido y esperan que acaben ganando enteros razonamientos vinculados a los principios de la ONU. Zelenski hizo hincapié en ello, subrayando que si “las tropas rusas se quedan, esos principios ya no se aplicarán más”.

Sin reunión con Brasil

Este ha sido el eje central de intercambio con los líderes de los países alineados. Zelenski pudo dirigirse a ellos en una sesión que reunió a todos los asistentes. Pero, significativamente, mientras mantuvo una bilateral con el primer ministro de la India, Narendra Modi, no hubo cara a cara con Luiz Inácio Lula da Silva.

Preguntado al respecto en una conferencia de prensa, Zelenski no quiso entrar en detalles. Se limitó a señalar que, en este tipo de cumbres, los líderes pueden tener problemas de agenda. La experiencia indica lo contrario, estas son citas muy propensas a las bilaterales. Preguntado si le había decepcionado no poder ver a Lula, replicó que más bien se podía haber quedado decepcionado el presidente brasileño. La cadena brasileña TV Globo informó de que el Ministerio de Exteriores le confirmó que Zelenski hizo el viernes una petición de encuentro, que se llegó a preparar una sala, pero que la cita no tuvo lugar por incompatibilidades de agenda.

Narendra Modi y Volodímir Zelenski, este sábado en Hiroshima.
Narendra Modi y Volodímir Zelenski, este sábado en Hiroshima. DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)

India y Brasil revisten especial importancia para Ucrania. Nueva Delhi, porque por razones históricas mantiene profundos lazos con Moscú y, su buena disposición, es un importante balón de oxígeno para el Kremlin. El Gobierno de Narendra Modi se abstuvo en la votación en la ONU sobre la invasión rusa y mantiene un florido negocio petrolero con Rusia, pero ha enviado mensajes bastante explícitos de que la agresión no es de su gusto y tiene cierto interés en converger con Occidente por la común inquietud ante China.

El caso de Brasil es diferente, ya que no dispone de una relevancia económica o una capacidad específica de influencia política en la cuestión ucrania. Pero Lula es un líder popular, con mucho predicamento entre los electorados progresistas y con amplios contactos personales en el mundo, y desde hace meses trabaja en activar negociaciones de paz.

Kiev y los occidentales, sin embargo, no olvidan declaraciones de Lula, según las cuales Zelenski es responsable del conflicto igual que Putin ―como manifestó en una entrevista con la revista Time antes de ser elegido―, u otras en las que ha insistido en que no hay pelea si dos no quieren. Brasil no es equidistante, porque condena la invasión, pero varias afirmaciones de su líder despiertan mucho escepticismo.

“Esta guerra no es solo europea. Esta es una oportunidad de debatir, intercambiar y convencer a invitados en este G-7 ampliado. India, Brasil, Indonesia y otros países del sur que no han tenido mucha interlocución con Ucrania”, dijo el presidente francés, Emmanuel Macron. “Esto permite a Zelenski explicarse ante potencias del mundo que a veces han estado expuestas solo a un discurso. Lo dijo pocas semanas antes de una cumbre de los BRICS [China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica]. (...) Esto evita una división del mundo entre quienes apoyan claramente a Ucrania y aquellos que dicen apoyar la paz sin que se sepa a veces lo que eso significa”, argumentó el mandatario francés.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi (Enviado especial)
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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