Aviones al borde de la colisión y un nuevo nombre para Kaliningrado: varios incidentes elevan la tensión entre Polonia y Rusia
Varsovia convoca al embajador de Moscú para transmitirle su malestar por el acoso de un caza ruso a un aparato polaco sobre el mar Negro
La tensión y la desconfianza tradicional entre Polonia y Rusia, intensificada por la guerra del Kremlin en Ucrania, se encuentra en un punto crítico con la acumulación de varios incidentes. Varsovia ha convocado al embajador de Moscú este miércoles para quejarse por un percance en el que un avión de la guardia fronteriza, que hacía labores de vigilancia sobre el mar Negro con Frontex, se vio acosado por un caza ruso. Rusia ha hecho lo mismo con el representante polaco en Moscú y, en paralelo, ha considerado un “acto de agresión” la propuesta polaca de rebautizar el enclave de Kaliningrado, controlado por Rusia, como Królewiec, el nombre que tenía entre los siglos XV y XVI, cuando estaba bajo dominio polaco. Todo el mismo día en el que los medios polacos informan de que los restos de un objeto de carácter militar encontrados hace dos semanas en un bosque, a cientos de kilómetros de la frontera con Ucrania o Bielorrusia, corresponden a un misil Ch-55 ruso.
Algunos de los desencuentros entre los dos países han tenido que ver con la historia que irremediablemente comparten. La comisión polaca que se encarga de la normalización de topónimos extranjeros, dependiente del Gobierno, decidió el martes que el enclave ruso con el que comparte frontera debe dejar de llamarse Kaliningrado para volver a su nombre histórico en polaco, Królewiec. Este organismo considera que el nombre ruso es “artificial” y, además, evoca un episodio tan funesto como la matanza del bosque de Katyn en 1940. El nombre de la región rusa proviene de Mikhail Kalinin, el político soviético responsable de la matanza de más de 20.000 polacos. Hasta 1946, el territorio, que había sido alemán antes que soviético, se llamaba Königsberg. La decisión del organismo polaco se produce días después de que las autoridades rusas volvieran a poner en duda la autoría soviética de la masacre.
El portavoz del presidente ruso, Vladímir Putin, ha considerado el cambio de nombre un “acto hostil”, a la vez que se ha mofado de sus vecinos. “Esto ya ni siquiera es rusofobia, es un proceso que bordea la locura”, ha respondido Dmitri Peskov preguntado sobre esta cuestión. “Polonia cae en esta locura de su odio a los rusos a veces. Esto se ha repetido durante muchos siglos”, ha agregado. El vicepresidente del Consejo de Seguridad y exmandatario ruso, Dmitri Medvédev, que no ahorra en ataques contra Polonia —uno de los principales apoyos de Ucrania—, ha escrito un mensaje en Twitter con una propuesta para nombrar al país que sonaba a amenaza: “No debería ser Polonia, solo el ducado de Varsovia o el reino de Polonia como parte de la Federación de Rusia, sucesora del Imperio Ruso”.
El Gobierno polaco ha convocado además este miércoles al embajador de Moscú en Varsovia para expresarle su malestar por el incidente registrado por un avión de la guardia fronteriza sobre el mar Negro. El aparato polaco participaba la semana pasada en una operación de Frontex, la agencia de vigilancia de fronteras de la UE, liderada por Rumania. Según la versión de este cuerpo de seguridad polaco, un caza ruso SU35 “realizó maniobras agresivas y peligrosas” y como resultado, el avión polaco “perdió el control y la altitud”, aunque finalmente pudo aterrizar con seguridad. Un portavoz del Ministerio de Exteriores polaco ha condenado en Twitter “el comportamiento provocativo y agresivo de la parte rusa, que es un incidente internacional grave”.
Esta es la segunda vez en lo que va de mes que el ministerio convoca al representante ruso, Serguéi Andréyev. La anterior fue por las declaraciones del exdefensor del menor ruso en las que llamaba a asesinar al embajador polaco en Moscú. Las quejas diplomáticas estos días van en las dos direcciones. A finales de abril, el Ayuntamiento de Varsovia expropió una escuela secundaria que llevaba décadas siendo gestionada por la Embajada rusa para los hijos de sus empleados y otros alumnos de esa nacionalidad. La misión diplomática rusa en Polonia denunció que el desalojo es ilegal y Moscú convocó al encargado de la misión polaca, Jacek Sladewski, el día 2.
Este miércoles, Sladewski ha recibido una nueva convocatoria del Ministerio de Exteriores ruso para recibir una nota de protesta por el trato recibido por el embajador ruso el martes en Varsovia. Una multitud impidió el paso a Andréyev cuando pretendía hacer una ofrenda floral en el cementerio-mausoleo de los soldados soviéticos de Varsovia, la jornada en que Rusia celebraba el Día de la Victoria sobre los nazis. El ministerio en Moscú se ha quejado por “la desenfrenada orgía antirrusa desatada por Varsovia” y ha acusado a las autoridades polacas de “esforzarse en borrar de la memoria de los polacos el agradecimiento a los valientes soldados del Ejército Rojo que liberaron su país de los horrores del nazismo”, sin mencionar la instauración de un Gobierno unipartidista satélite de la URSS hasta 1989. Moscú amenaza con que “las medidas de respuesta adecuadas no tardarán en llegar”.
En medio de este intercambio exaltado entre los dos países, paradójicamente ninguno de los dos gobiernos se ha pronunciado aún sobre el episodio más grave de este miércoles: la identificación de un objeto encontrado en un bosque polaco como un misil ruso. Hace unas semanas, un hombre que paseaba a caballo cerca de Zamosc, a pocos kilómetros de la ciudad de Bydgoszcz, descubrió los restos de un objeto de carácter militar. La información oficial sobre el caso, que está siendo investigado, ha sido mínima, por lo que los medios polacos han recurrido a fuentes no oficiales. En un principio habían apuntado a que podría ser un misil polaco caído durante maniobras militares.
Preguntado sobre el suceso, el primer ministro, Mateusz Morawiecki, contestó muy escuetamente el viernes pasado que se estaba investigando si había conexión entre los restos encontrados y un incidente sucedido a mediados de diciembre, cuando durante fuertes ataques rusos a Ucrania se detectó un cohete en el espacio aéreo polaco. Este miércoles, de nuevo fuentes no oficiales informan a los medios polacos de que lo que apareció en el bosque, cuatro meses después de ese episodio y a más de 500 kilómetros de la frontera con Ucrania, es un misil Ch-55 ruso. La hipótesis es que se desvió de su trayectoria por error. “Para mí, lo más importante es que Polonia está segura y que no le ha pasado nada a nadie”, dijo el primer ministro. El incidente reabre las preguntas que surgieron en noviembre, cuando un misil cayó cerca de la frontera con Ucrania y mató a dos personas, sobre la seguridad del espacio aéreo de la OTAN, especialmente del flanco este. Y los temores a que la tensión entre Polonia y Rusia entre en terrenos más peligrosos.
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