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La tensión entre Kiev y Moscú se dispara ante la inminente contraofensiva ucrania

El ejército de Ucrania tiene previsto emprender su mayor ataque contra territorios ocupados por Rusia entre mediados de mayo y principios de junio

Bajmut
Dos soldados ucranios disparan un cañón cerca de Bajmut, en la región de Donetsk, el pasado 29 de abril.LIBKOS (AP)
Cristian Segura

Todo gira ahora en torno a la inminente contraofensiva ucrania. La suerte está echada para las tropas del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ucranias, Valeri Zaluzhni. Entre mediados de mayo y principios de junio se prevé que dé comienzo el mayor plan de ataque ucranio para recuperar los territorios ocupados por Rusia, según han declarado el propio ministro de Defensa, Oleksii Reznikov, y consejeros del presidente, Volodímir Zelenski. El armamento recibido desde enero por parte de los aliados de la OTAN está prácticamente a punto en el frente. Lo que sí ha empezado ya es una guerra de nervios en la que ambos bandos prueban los puntos débiles del otro.

Los acontecimientos se aceleran en el marco de esta batalla psicológica y todo está conectado con la ofensiva ucrania. ¿De quiénes eran los drones que fueron derribados sobre el Kremlin? ¿Quién está detrás de los sabotajes de esta semana contra líneas ferroviarias y refinerías de petróleo rusas? ¿Y del atentado con bomba contra el escritor nacionalista Zajar Prilepin? ¿Qué pretende Moscú con el reinicio de los bombardeos a gran escala lejos del frente? También es señal de la tensión del momento la amenaza de Yevgeny Prigozhin —propietario de la empresa rusa de mercenarios Wagner— de retirar a sus hombres de la batalla por la ciudad de Bajmut, la más cruenta del conflicto, si el Estado Mayor ruso no le aprovisiona con más munición. Este sábado reiteró su intención de abandonar el frente el miércoles y celebró la propuesta del líder checheno, Ramzán Kadírov, de relevarle, en un intercambio público a través de mensajes de Telegram.

Que la situación es de tensión máxima lo prueba el pánico que se desató la tarde del jueves en Kiev cuando un dron sobrevoló el centro de la capital, tan solo un día después del supuesto intento de ataque con drones ucranios en Moscú. Las autoridades militares ucranias confirmaron finalmente que se trataba de un aparato Bayraktar —de fabricación turca y perteneciente a sus fuerzas aéreas— que había perdido el control. De igual modo ocurre con los cruces de misiles entre ambos bandos. Este sábado, Ucrania confirmó que había derribado por primera vez un misil supersónico ruso Kinzhald —calificado por Putin como un “arma ideal” por la dificultad para ser interceptado— durante una oleada de ataques de Moscú durante la noche del miércoles al jueves. El mismo día, el asesor jefe de la República de Crimea, Oleg Kryuchkov, aseguró en su canal de Telegram que las fuerzas de defensa antiaérea derribaron dos misiles Grom-2 ucranios que no causaron daños materiales ni víctimas.

La guerra psicológica se anticipa también al 9 de mayo, día que Rusia conmemora la victoria soviética en la II Guerra Mundial. El Kremlin ha cancelado los desfiles por temor a que el enemigo ataque las concentraciones militares. Por su parte, el Ministerio de Defensa ucranio advierte de que Rusia puede utilizar la efeméride para reservarse algún nuevo ataque aéreo masivo, como el que el pasado 28 de abril sufrieron varias ciudades alejadas del frente, como Uman, en el centro del país, y en el que perdieron la vida 23 civiles.

Las autoridades ucranias nunca confirman la autoría de los sabotajes en suelo ruso, pero sí los celebran en sus declaraciones oficiales. Pocos dudan de que las unidades ucranias infiltradas en territorio del enemigo están detrás de las dos explosiones que hicieron descarrilar esta semana dos trenes de mercancías en la provincia rusa de Briansk. También ha sufrido esta semana dos ataques con drones la refinería de petróleo de Ilsky, en Krasnodar, según las autoridades rusas. Kiev tampoco confirma estar detrás de los sabotajes y ataques sucedidos desde 2022 en Crimea, la península del mar Negro anexionada ilegalmente por Rusia en 2014. Para los aliados occidentales de Kiev, atacar Crimea es todavía una línea roja porque Vladímir Putin la considera parte inalienable de Rusia y de su identidad. El expresidente ruso Dmitri Medvédev incluso amenazó el pasado marzo con desatar una guerra nuclear si Ucrania se atrevía a liberar Crimea. Por eso, ni el Gobierno ni el ejército ucranio admitieron estar detrás del ataque con drones que el 29 de abril destruyó la principal planta de depósitos de combustible de la flota rusa del mar Negro en Crimea.

Ucrania quiere cortar los suministros para las tropas rusas en el frente. En las contraofensivas del año pasado que liberaron Járkov y Jersón fue determinante la interrupción de las líneas de aprovisionamiento de combustibles y armas del enemigo. Esto se consiguió sobre todo con el uso de las lanzaderas de cohetes de precisión Himars, que pueden golpear a 80 kilómetros de distancia. Rusia aprendió y ha alejado más allá de estos 80 kilómetros los principales nodos de distribución de recursos para su ejército. Ucrania está ahora intensificando ataques y posibles sabotajes en suelo ruso que rompan sus cadenas de suministros.

Más de 150 tanques Leopard, ya en el frente

El secretismo es absoluto en todo lo que concierne a la contraofensiva. El acceso de los medios y de civiles a las zonas próximas al frente se ha limitado drásticamente. Una portavoz del Estado Mayor ucranio aseguró el 4 de mayo a EL PAÍS que una de las razones de ello es que los cerca de 200 tanques aportados por los socios de la OTAN, sobre todo los 150 Leopard apalabrados con países como Alemania o la propia España, ya están en el frente.

Fuentes del ejército de Tierra ucranias explican a este diario que la contraofensiva podría empezar a mediados de mayo, dependiendo de las condiciones climatológicas. Las lluvias de primavera son un obstáculo de primer orden para el movimiento de los blindados, porque su avance es limitado sobre un suelo que, mojado, es un lodazal. Pero los últimos cinco días han sido benignos en todos los frentes en cuanto a precipitaciones y temperaturas. El ministro de Defensa ucranio ha reiterado en las últimas semanas que la climatología será determinante para decidir el momento de primavera en el que se ordene el inicio de la operación.

Un soldado ucranio dispara una granada propulsada por cohete durante su entrenamiento en las posiciones de primera línea cerca de Vuhledar, región de Donetsk, el pasado lunes 1 de mayo.
Un soldado ucranio dispara una granada propulsada por cohete durante su entrenamiento en las posiciones de primera línea cerca de Vuhledar, región de Donetsk, el pasado lunes 1 de mayo. Libkos (EL PAÍS)

EL PAÍS ha consultado esta semana a cuatro diferentes brigadas y mandos regionales de las Fuerzas Armadas ucranias y ha identificado en dos frentes una elevada concentración de fuerzas reservadas para la contraofensiva: en el frente de Zaporiyia, en el este del país, se están preparando unidades de tanques Leopard. Tanto el Departamento de Defensa de Estados Unidos como el Ministerio de Defensa británico han insistido en que la ofensiva ucrania debería poner toda la carne en el asador en el asalto desde Zaporiyia para llegar a la ciudad de Melitopol, en la costa del mar de Azov. Melitopol es el eje de los territorios ocupados por Rusia en la costa ucrania: tomar la ciudad, o por lo menos tenerla a tiro de la artillería, sería determinante para cortar en dos los territorios ocupados y cerrar el suministro de guerra ruso a Crimea.

El segundo frente en el que este diario ha recibido información sobre preparativos de ataque a gran escala es en el del sur, a su paso por el Dniéper, el río que sirve ahora de separación entre los dos bandos. Estos preparativos se están ultimando para emprender posibles asaltos, tanto sobre la ciudad de Nova Kahovka como desde la ciudad de Jersón. Tropas de élite llevan meses probando las defensas rusas para lanzar operaciones de desembarco al otro lado del río. Desde ambas localizaciones se afrontaría directa la batalla para plantarse frente a Crimea y liberar el resto de la provincia de Jersón, dejando así sin ocupantes el flanco de la costa del mar Negro. La principal dificultad de apostar por el frente sur es que un desembarco a gran escala en el río Dniéper, que puede llegar a tener cuatro kilómetros de ancho, es una gesta militar titánica frente a las fortalecidas defensas rusas y su artillería.

Además del frente sur en el río Dniéper y en Zaporiyia, Ucrania puede actuar sobre Donbás, en el este del país, ya sea desde Járkov hacia la provincia de Lugansk —ocupada casi por completo por Rusia—, o desde la provincia de Donetsk, para romper el cerco sobre los municipios de Bajmut y Avdiivka. Un movimiento en este sentido dejaría a las tropas del jefe de las Fuerzas Armadas ucranias, Valeri Zaluzhni, más cerca de la ciudad de Donetsk, bajo control ruso y de sus satélites políticos en Ucrania desde 2014.

Igual que sucedió en los éxitos ucranios de 2022, cuando Kiev expulsó a los rusos de la provincia de Járkov y de la mitad occidental de Jersón, los analistas militares consultados en el último mes coinciden en que la contraofensiva contará con varios puntos de ataque y maniobras de distracción que fuercen al ejército ruso a diseminar en un vasto territorio sus tropas y munición, dejando más vulnerable el principal objetivo de la contraofensiva.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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