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Ucrania se prepara para recibir el año a la luz de las velas por los apagones que causan los ataques de Rusia

Los problemas de suministro energético y el toque de queda marcan unas fiestas importantes para Kiev mientras el Kremlin opaca las perspectivas de diálogo

Militares ucranios atacaban posiciones rusas en el este de Ucrania el miércoles. Foto: SAMEER AL-DOUMY (AFP) | Vídeo: EPV
María R. Sahuquillo

Olha Mazhuga ha vuelto a casa por Nochevieja. Acaba de llegar a Kiev desde Polonia, donde se trasladó al inicio de la invasión —y donde ahora ayuda a refugiadas ucranias a llegar a países como España—, para pasar las fiestas con su hijo, un soldado destinado en el frente, que también vuelve a casa para unas fiestas tradicionalmente muy importantes en Ucrania. “Es posible que este año tengamos que celebrar a la luz de las velas, pero estaremos juntos”, dice Mazhuga.

Envuelta en un abrigo y un gorro rosados, la mujer hace fotografías al árbol de Navidad con la efigie del arcángel Miguel, protector de Kiev, que preside la plaza de Santa Sofía, en el centro de la capital. El abeto está alimentado con generadores y usa luces de bajo consumo. Como la mayor parte del país, la capital sufre de apagones constantes por los ataques de Rusia contra la infraestructura energética ucrania, en un intento del Kremlin de quebrar la resistencia de una ciudadanía que ha mantenido el pulso al presidente ruso, Vladímir Putin, durante más de 10 meses.

Más de nueve millones de personas sufren problema de suministro eléctrico, según datos del Gobierno. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, dijo el lunes por la noche que la escasez de energía persiste, pero los trabajadores del sector eléctrico habían reconectado muchas redes durante la Navidad. Las condiciones de vida son todavía más complejas en las ciudades más cercanas a la línea del frente en Donbás, Zaporiyia o la provincia de Jersón, en el flanco sur. En gran parte de la ciudad del mismo nombre, recuperada por las fuerzas ucranias de la ocupación rusa a principios del noviembre y que se convirtió en un símbolo de las dificultades que vive Rusia en la guerra, no solo no hay luz, sino tampoco calefacción ni agua.

En las últimas semanas, las tropas de Putin han agudizado los ataques a Jersón. El 25 de diciembre, mientras medio mundo celebraba la Navidad cristiana, varios bombardeos alcanzaron el centro de la ciudad, mataron a una decena de personas e hirieron a unas 60; muchas estaban en la zona comprando en un supermercado cercano. El miércoles, las fuerzas del Kremlin atacaron una maternidad, según las autoridades locales. El bombardeo no dejó heridos en el hospital, en el que apenas quedaban ya pacientes acurrucados en los refugios, según datos de la Administración de Jersón.

El miércoles, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha alertado de que el número real de víctimas mortales civiles de la guerra en Ucrania es “considerablemente más alto” que las 6.884 —entre ellas, 429 niños— registradas oficialmente. La guerra del Kremlin ha matado también a decenas de miles de uniformados, ha dejado un reguero de destrucción en ciudades y pueblos y ha derivado en una escalada global de precios de los alimentos y la energía.

No habrá en Kiev el tradicional concierto de Nochevieja este año. Tampoco música toda la noche en los modernos clubes de la capital, considerada la nueva Berlín antes de la invasión. A los cortes de luz se suma el toque de queda, desde las 23.00 hasta las 5.00, un periodo en el que no se puede estar por la calle.

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El zarpazo del conflicto bélico ha dejado heridas importantes en la economía ucrania, durante años muy dependiente de los préstamos del exterior, que el Fondo Monetario Internacional no ha seguido enviando en la misma medida durante la guerra a gran escala. Así, se prevé que la economía ucrania se contraiga alrededor del 40% este año. Y los negocios que tradicionalmente hacen buena caja durante las fiestas, como discotecas o restaurantes, lo tienen muy difícil este año. Algunos han encontrado soluciones más imaginativas. Como el ya mítico club de techno y house Closer, que albergará una fiesta que promete ser épica, desde las 5.00 del 1 de enero hasta las 22.00.

No es el plan “ideal” para Yaroslav, un abogado de 55 años de Kiev, que pasea por el centro comercial de los bajos de la plaza del Maidán. Busca un regalo para su esposa. Es del este de Ucrania, una zona en la que la tradición es darse los regalos el 31 de diciembre. Yaroslav, su esposa y sus hijos adolescentes irán estos días a una casa que tienen en el campo, con otra familia amiga, para pasar la Nochevieja. No son pocos los ciudadanos que planean algún tipo de pequeña escapada estos días —sobre todo al oeste del país— para celebrar las fiestas. Los hoteles y alojamientos en la zona de Transcarpatia, por ejemplo, donde no hay toque de queda, están a rebosar. “La gente quiere seguir celebrando, teniendo una vida pseudonormal. Es una manera también de resistencia”, dice Yaroslav.

Yulia, Dasha y Daria, estudiantes universitarias, pasarán la Nochevieja en casa de una de ellas. Es su manera de que este año sea “un poco especial” dadas las circunstancias. Dasha, estudiante de Economía, se encoge de hombros al pensar en sus deseos para el año nuevo. “Diría que paz, pero pensando en algo más a corto plazo me conformo con que tengamos luz y que no haya ataques”, apunta.

Las perspectiva de que la guerra termine no parece acercarse. El presidente Zelenski, que hace unos meses había cerrado la puerta completamente a cualquier conversación con Putin, habla cada vez con más frecuencia de un plan de paz de 10 puntos, que prevé que Rusia respete la integridad territorial de Ucrania plenamente, retire sus tropas, la liberación de todos los prisioneros, un tribunal para los responsables de la agresión y garantías de seguridad para Ucrania. Moscú ni siquiera lo ha considerado.

El miércoles, Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, reiteró que Ucrania debe tener en cuenta lo que llamó “realidades actuales”, es decir, la anexión ilegal de las cuatro provincias ucranias —parcialmente ocupadas por Rusia— en los últimos meses: Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. “No puede haber un plan para Ucrania sin tener estas realidades en cuenta con respecto al territorio ruso; con la entrada de cuatro regiones a Rusia”, dijo Peskov en su conferencia de prensa habitual, citado por la agencia Interfax. El portavoz del Kremlin ni siquiera mencionó Crimea —la península ucrania anexionada ilegalmente en 2014—, una cuestión que considera directamente zanjada e indiscutible. “Los planes que no tienen en cuenta estas realidades no pueden ser pacíficos”, lanzó Peskov.

Los cruentos combates siguen en el este de Ucrania, en Donbás, cuya “liberación” fue el supuesto motivo que Putin esgrimió para justificar la invasión, junto a “desnazificar” el país. Las tropas de Kiev tratan de empujar a las fuerzas del Kremlin en la línea Kremina-Svetove para recuperar una zona que puede convertirse en la llave para avanzar hacia Lisichansk y Severodonetsk, en la provincia de Lugansk, casi totalmente ocupada por Rusia. La situación, dijo el presidente Zelenski el miércoles, es “difícil” en la ciudad de Bajmut, en Donetsk, en la que las tropas ucranias resisten el asedio y los pocos ciudadanos que quedan escondidos en los sótanos y refugios sobreviven bajo bombardeos sostenidos. En la localidad, asolada por los ataques, “no hay lugar que no esté cubierto de sangre”, insistió el líder ucranio.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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