Irán condena a 28 años de cárcel a un cooperante belga sin desvelar los cargos
La oposición en Bélgica y un grupo del exilio iraní sostienen que Teherán pretende intercambiar a Olivier Vandecasteele por un exdiplomático condenado por planear un atentado con bomba
Olivier Vandecasteele (Tournai, 41 años) es un cooperante belga que el 24 de febrero fue detenido en Teherán sin que, casi 10 meses después, se conozca de qué se le acusa. Lo que sí ha trascendido este miércoles es la condena que el régimen iraní le ha impuesto por esos cargos que siguen siendo un misterio: 28 años de cárcel, confirmó a este diario con un mensaje de WhatsApp el portavoz de la familia del trabajador humanitario, Olivier Van Steirtegem. Esta sentencia se conoce cuando han transcurrido solo seis días desde que el Tribunal Constitucional belga suspendiera cautelarmente un acuerdo de intercambio de presos que el Gobierno firmó con Irán justo después de la detención de Vandecasteele. La oposición al Ejecutivo belga y un grupo de la diáspora iraní en el exilio sostienen que este pacto está diseñado para permitir el canje del cooperante por Assadollah Assadi, un exdiplomático iraní encarcelado en Bélgica por planear un atentado con bomba en Francia contra disidentes iraníes.
El cooperante belga fue arrestado en Teherán, explica Van Steirtegem, solo unos días después de que el exdiplomático —y supuesto espía— Assadi fuera condenado a 20 años de cárcel por un tribunal de Amberes, que lo declaró culpable de haber planeado un atentado en 2018 contra un mitin de un grupo de la diáspora iraní en el exilio, el Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), en París, siguiendo órdenes de su Gobierno, según la investigación judicial. La policía belga había interceptado al diplomático en junio de ese año en un coche en el que se hallaron explosivos.
Tras la detención del cooperante, “la Embajada de Irán en Bruselas comunicó al Ministerio de Asuntos Exteriores que su país retenía a un belga”, relató el portavoz de los Vandecasteele a EL PAÍS, en una entrevista por teléfono desde Bélgica este lunes. El 11 de marzo, 15 días después del arresto, el Gobierno belga rubricó con Teherán el convenio de intercambio de prisioneros, que incluye una disposición que permite amnistiar a los presos canjeados, una de las razones por las que la oposición al Gobierno de Alexander De Croo y el CNRI lo definen como “hecho a medida” para obtener la entrega a Irán de Assadi.
Para evitar que este temor se hiciera realidad, el CNRI, y ciudadanos belgas e iraníes a título individual, denunciaron el tratado de intercambio en los tribunales belgas. El 8 de diciembre, este recurso fue examinado por el Tribunal Constitucional, que lo suspendió y se dio un plazo de tres meses para decidir sobre su legalidad.
Un “rehén”
Para la familia del cooperante, la secuencia temporal entre la condena a Assadi y la detención de Vandecasteele demuestra que el cooperante es un “rehén” del régimen iraní, asegura Van Steirtegem. El portavoz describe otros indicios que apuntan a que, antes del arresto del humanitario, Bruselas temía que Irán tomara represalias contra los ciudadanos belgas, y cita un informe de esos días del Ministerio de Exteriores en el que desaconsejaba a sus nacionales viajar al país persa. El cooperante había vuelto a Teherán para recoger sus pertenencias antes de dejar Irán, después de haber trabajado allí para diversas ONG entre 2015 y 2021.
Desde ese 24 de febrero, Vandecasteele está recluido en régimen de aislamiento en la prisión de Evin, en Teherán, conocida por albergar a presos políticos, entre ellos muchos arrestados en las protestas desencadenadas por la muerte bajo custodia policial, el 16 de septiembre, de Mahsa Amini, la joven detenida por llevar mal colocado el velo. Irán retiene en sus cárceles a otros europeos, entre ellos un profesor universitario, Ahmadreza Djalali, con doble nacionalidad iraní y sueca. También a dos españoles, la gallega de 24 años Ana Baneira, y el aventurero Santiago Sánchez, de 41.
El cooperante belga ha permanecido los casi 10 meses que dura su reclusión en una celda exigua, iluminada por una bombilla encendida día y noche, y durmiendo en el suelo, asegura Van Steirtegem. Desde hace más de un mes, mantiene una huelga de hambre parcial, por lo que “ha perdido más de 20 kilos”. Desde el 24 de febrero, solo se le ha permitido recibir dos breves visitas del embajador belga en Teherán. Tampoco ha podido elegir a su abogado, denuncia el portavoz de la familia. Los Vandecasteele temen que haya sido acusado de espionaje, el cargo por el que Irán suele procesar a los occidentales retenidos en el país.
El martes por la noche, el portavoz y la hermana del cooperante, Nathalie Vandecasteele, fueron convocados por el primer ministro, Alexander de Croo, y los titulares de Justicia y de Asuntos Exteriores. Según el comunicado de la familia, De Croo les informó de la condena a 28 años de prisión y les confirmó que la única forma de lograr la liberación del trabajador humanitario es el tratado de intercambio de presos con Irán, pendiente de la decisión definitiva del Constitucional belga. Mientras, el portavoz de los Vandecasteele recuerda que “un país democrático” como Bélgica “no puede abandonar a uno de sus ciudadanos, un inocente, en prisión en Irán”.
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