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Rusia se muestra dispuesta a dialogar con EE UU sobre sus arsenales nucleares

Moscú confirma una reunión con Washington en El Cairo a finales de noviembre para hablar de armas atómicas pero no de Ucrania

Attacks on airbases in Russia
La vicesecretaria de Estado de Estados Unidos, Wendy Sherman, y el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, asisten a conversaciones sobre seguridad en la Misión de Estados Unidos en Ginebra (Suiza), el 10 de enero de 2022.DENIS BALIBOUSE (REUTERS)
Javier G. Cuesta

La disposición al diálogo entre Moscú y Washington es cada vez más clara. Pese a que la invasión de Ucrania ordenada por el presidente Ruso, Vladímir Putin, sigue desangrando el país, Rusia y EE UU mantienen contactos en torno a sus intereses comunes, desde la concesión de visados al desarme nuclear, y el Kremlin ha abierto la puerta ahora a celebrar encuentros de alto nivel en torno a sus arsenales: “Si los estadounidenses muestran interés y están dispuestos, entonces no nos negaremos. Conocen nuestra posición, coincide con lo que les propusimos hasta el momento en el que interrumpieron todo unilateralmente”, ha señalado este viernes el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, durante un encuentro con la prensa.

Moscú ha anunciado que la comisión consultiva del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas New Start se reunirá en El Cairo, la capital de Egipto, entre el 29 de noviembre y el 6 de diciembre. Será el primer encuentro en un año en torno al único acuerdo que mantienen en pie ambas potencias relativo a sus arsenales.

El tratado New Start lo firmaron en 2010 los entonces presidentes Barack Obama y Dmitri Medvédev. Este pacto fija el máximo de plataformas y ojivas nucleares que pueden tener ambas potencias y regula las condiciones para realizar inspecciones mutuas. Moscú acusa a Washington de haber dejado fuera del tratado algunos misiles al recalificarlos, y EE UU quiere inspeccionar Rusia, algo que el propio Riabkov calificó de “capricho” el pasado verano.

Riabkov ha dejado la iniciativa en manos de los estadounidenses, a los que acusó de paralizar el contacto en esta esfera. “Del mismo modo que lo interrumpieron, lo deben reanudar ellos, es una lógica muy simple”, ha agregado. Además, el viceministro dejó caer que la vía diplomática también se abre camino entre ambos países en otros campos, aunque de momento con escaso éxito. “No hay avances en el asunto de los visados. No hay nada en camino, pero este tema suena y está presente en los contactos, se le dará continuidad”, ha apuntado el viceministro de Exteriores ruso antes de destacar que Washington “no ha reducido los contactos sobre esto [la concesión de visados], a diferencia de muchas otras áreas”.

Sobre el asunto que más tensa en la actualidad la relación entra las dos potencias, Riabkov ha zanjado: “No hay nada de qué hablar con ellos [EE UU] sobre Ucrania. Tenemos posiciones diametralmente opuestas”. No obstante, el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, ha matizado poco después que “la comunicación con Occidente podría orientar y reforzar el diálogo” con Ucrania, pues, en su opinión, “sus directrices son implementadas escrupulosamente por Kiev”.

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Pasos en la desescalada

A pesar de las amenazas veladas de Vladímir Putin sobre el posible uso de armas nucleares en la guerra de Ucrania, el Kremlin y la Casa Blanca han dado algunos pasos para evitar una escalada del conflicto. El día 14 se reunieron en Ankara, la capital turca, el director de la CIA, William Burns, con el jefe del Servicio de Inteligencia exterior ruso, Serguéi Naryshkin. Según un portavoz de la Casa Blanca, el representante estadounidense entregó a su contraparte una advertencia con las consecuencias que tendría emplear armas de destrucción masiva en Ucrania.

En los últimos meses, han cobrado protagonismo dos amenazas radiactivas: una hipotética explosión de la central nuclear de Zaporiyia y la posible detonación de una bomba sucia en Ucrania, un explosivo convencional rodeado de material radiactivo.

Tanto Kiev como Moscú se acusan mutuamente de poner en riesgo Zaporiyia, la mayor planta nuclear de Europa. Ocupada por las tropas rusas desde el principio de la guerra, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) realizó una inspección en septiembre y llegó a la conclusión de que es necesario desmilitarizar la zona y que los rusos permitiesen a los empleados de la central trabajar sin obstáculos. Dos meses después, el organismo ha publicado un comunicado en el que insta a Moscú a “renunciar a la reclamación infundada de la propiedad de esta planta”, situada en una de las provincias anexionadas de facto por el Kremlin.

Sin embargo, Riabkov ha respondido de forma tajante a la exigencia del OIEA: “Esto no tiene nada que ver con la tarea de garantizar la seguridad nuclear”. Solo Rusia y China votaron en contra de la resolución.

El posible empleo de una bomba sucia en territorio ucranio fue una de las principales acusaciones de Moscú contra Kiev en los momentos previos a la reconquista de Jersón. Tras ser el tema favorito de la propaganda rusa durante semanas, esta amenaza, que según el Kremlin ya estaba preparada, se ha disipado con el tiempo, aunque no del todo. El viceministro de Exteriores ha advertido a los periodistas este viernes: “Hay alguna posibilidad para la fabricación de un dispositivo de este tipo y su uso como provocación en Ucrania”.

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