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El Gobierno alemán toma el control de las refinerías de la rusa Rosneft en el país para asegurar el suministro

La tutela de las plantas alemanas de la petrolera, entre ellas Schwedt, era “inevitable”, dice el canciller

Elena G. Sevillano
Refinerías Rosneft en Alemania
La refinería PCK, controlada por Rosneft, en la ciudad de Schwedt (Alemania).JOHN MACDOUGALL (AFP)

El Gobierno alemán asumirá la tutela del grupo petrolero ruso Rosneft para asegurar el funcionamiento de las refinerías de crudo que controla en su territorio, entre ellas la de Schwedt, hasta ahora alimentada por el oleoducto Druzhba y de importancia estratégica. El objetivo de esta nacionalización de facto de la filial alemana es asegurar el suministro de energía en el país. Es la segunda vez desde que empezó la invasión rusa de Ucrania que el Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz toma una decisión de este calado. Ya lo hizo en abril, al inicio de la crisis, con Gazprom Germania, la filial de la gasista estatal rusa, en un movimiento sin precedentes.

Poner al importador de crudo ruso Rosneft bajo tutela estatal es una “decisión de gran alcance para proteger” al país, señaló el canciller alemán, Olaf Scholz, en una comparecencia en Berlín. Y era “inevitable” hacerlo para garantizar el suministro, subrayó. Scholz y el ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, anunciaron también un paquete de inversiones de 1.000 millones de euros que, entre otras cosas, permitirá modernizar el oleoducto que transporta el crudo que llega por barco a la costa, en Rostock, hasta la refinería de Schwedt. Los fondos se usarán también para evitar despidos en esta planta, que emplea a 1.200 personas.

El Gobierno alemán está negociando con Polonia para asegurarse el suministro de crudo desde este país. Las conversaciones están “muy avanzadas”, según Habeck. El puerto polaco de Gdansk, en el Báltico, es otra de las vías por las que se puede importar el crudo que abastece a la refinería. A preguntas de los periodistas, el canciller aseguró que el presidente ruso, Vladímir Putin, no ha sido informado de antemano de la decisión. Contestó con un lacónico “no” cuando un medio le preguntó también si había hablado con Rosneft.

Las filiales de Rosneft en Alemania ―además de Schwedt, la refinería PCK tiene plantas en Karlsruhe y Vohburg― representan el 12% de la capacidad de refino del país, lo que la convierte en una de las empresas de procesamiento de petróleo más grandes de Alemania. Desde ahora quedan “bajo administración fiduciaria” de la agencia nacional responsable de gestionar las redes energéticas, la Bundesnetzagentur, asegura una nota de prensa del Ministerio de Economía.

El funcionamiento de la estratégica refinería de Schwedt, controlada mayoritariamente por Rosneft, se ha visto muy perturbado desde que el Gobierno alemán decidió reducir drásticamente sus importaciones de petróleo ruso en respuesta a la invasión de Ucrania, y estaba previsto cesar completamente las importaciones a final de año. El trasfondo de esta decisión es precisamente el embargo petrolero contra Rusia, que entra en vigor el próximo 1 de enero. Alemania se ha comprometido ante sus socios de la Unión Europea a dejar de abastecerse del petróleo de los oleoductos rusos.

Adiós al gas ruso a finales de 2023

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Berlín ha hecho enormes esfuerzos para reducir su dependencia de los hidrocarburos rusos desde que empezó la invasión. El crudo ruso ha pasado del 35% de antes de la guerra, a solo el 12%, y este paso pretende cortarla completamente. En el caso del gas, Alemania ha conseguido llenar las reservas al 88% y se espera que en cuestión de días se alcance el 90%, lo que según el canciller permitirá pasar el invierno. El Ejecutivo ha autorizado la construcción exprés de cinco terminales para importar gas natural licuado (GNL) por barco, dos de las cuales entrarán en funcionamiento este mismo invierno. Scholz aseguró que Alemania podrá renunciar completamente al gas ruso a finales del año que viene.

La gestión del fideicomiso de Rosneft entra en vigor este mismo viernes y está inicialmente limitada a seis meses. El paquete de ayudas anunciado por el Gobierno pretende dar “un impulso de transformación” a la región en la que se ubica Schwedt, en el Uckermark. La refinería da empleo directo a 1.200 personas, indirecto a 2.200 y sostiene la economía de la zona, en la antigua Alemania oriental.

Las primeras noticias de un embargo del petróleo ruso cayeron como un jarro de agua fría en la ciudad; la alcaldesa y los trabajadores de la planta temían o un cierre o un suministro reducido y la consiguiente pérdida de puestos de trabajo. El Gobierno quiere garantizar que la planta siga trabajando pero con crudo importado por rutas alternativas. La toma de control permitirá al Gobierno abastecer la planta con petróleo procedente de otros países, algo que hasta ahora no había podido hacer porque la empresa se negaba a usar otro crudo que no fuera el que llega por el gasoducto Druzhba (amistad, en ruso).

Schwedt no es solo el pilar económico de la región que la rodea. La refinería abastece de combustible a gran parte del noreste de Alemania. De Schwedt salen la gasolina y el diésel con los que se mueven nueve de cada 10 coches en los Estados orientales. Los aviones del aeropuerto de Berlín usan su queroseno y muchas calefacciones, su gasóleo. Según datos del ministerio, las filiales alemanas de la compañía petrolera estatal rusa (Rosneft, RDG y RNRM) venían importando petróleo crudo por valor de varios cientos de millones de euros de Rusia a Alemania cada mes.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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