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Las autoridades de Nueva York declaran Times Square zona libre de armas

El kilómetro cero de la Gran Manzana se convierte en área protegida a partir de esta medianoche, como respuesta del Estado al fallo del Supremo que liberalizó la portación de armas en público

Uno de los carteles colocados en el área de Times Square, este miércoles.Foto: Jeenah Moon (Reuters) | Vídeo: Reuters
María Antonia Sánchez-Vallejo

A partir de la medianoche de este jueves, el epicentro turístico de Nueva York se convertirá en una “zona libre de armas”. Times Square, que ha sido ocasional escenario de tiroteos, será el estandarte urbano de la política adoptada por Nueva York para contrarrestar la liberalización del uso de las armas en el Estado decidida por el Tribunal Supremo en junio. Con un fallo polémico, debido a la mayoría conservadora de sus jueces y que revocó una legislación centenaria, la Corte consagró el derecho de los neoyorquinos con permiso de armas a llevarlas en público, sin necesidad de demostrar una causa justificada para hacerlo.

La reacción demócrata fue inmediata y la gobernadora del Estado, Kathy Hochul, cerró el año legislativo con medidas para impedir que la ciudad se convierta en una mala copia urbana del Lejano Oeste. La Asamblea de Albany, sede del poder estatal, declaró libres de armas los edificios gubernamentales, lugares de culto, centros sanitarios y asilos, bibliotecas, parques infantiles, parques públicos, el metro y Times Square.

Ninguno de los lugares teóricamente protegidos atrae tantos focos como Times Square. Pero la colocación de decenas de carteles con un mensaje muy gráfico (un arma dentro de un círculo prohibido, con la leyenda “zona libre de armas”), resulta inquietante no sólo por lo difícil que resulta delimitar con precisión el área protegida, dado que Times Square es un accidente urbano que sólo con mucha imaginación o generosidad puede ser calificado de plaza; también por su práctica invisibilidad: apenas seis horas antes de la entrada en vigor de la medida, resultaba difícil hallar uno de los carteles, poco más que una cartulina plastificada atada con un fleje a una farola. Ni tan ubicuos ni tan visibles como la campaña del Ayuntamiento da a entender, las señales brillaban aún por su ausencia en un recorrido a vuelapluma por el perímetro sur del área: apenas un cartel en la confluencia de la Sexta Avenida y el parque Bryant, y un par de paneles móviles luminosos, más grandes, en la intersección de la calle 40 con la Sexta y la Séptima Avenida. Más policías -un par por demarcación- que curiosos; ni un triste selfi, en la ciudad con más porcentaje de autofotos por metro cuadrado del mundo.

El lugar de la tradicional celebración de fin de año, el kilómetro cero de los sueños -es el cogollo de Broadway-, no es más, urbanísticamente hablando, que una turbamulta de neones y un plano tangencial de lo que habitualmente se considera una plaza. Pero, ahora que el turismo ha vuelto a la Gran Manzana, Times Square bulle de actividad, con su Ejército de imitadores de superhéroes de Disney o de Marvel o de algún otro encantador de serpientes, y cualquier refuerzo de la seguridad es para las autoridades una inversión necesaria. Sólo en la ciudad de Nueva York ha habido un aumento del 54% en la solicitud de permisos de armas desde el fallo del Supremo, a finales de junio. En el resto del Estado el porcentaje se dispara.

El problema es averiguar dónde empieza y termina Times Square, además de solventar permisos atrasados y esa señalización irregular y escasa, detalles de logística que están complicando la aplicación de la medida. La policía de Nueva York había prometido letreros de “zona libre de armas” en cada entrada a la zona designada, pero el retraso era más que palpable este jueves. Un mapa publicado el miércoles por la oficina del alcalde, Eric Adams, con la cuadrícula bien delimitada y la ubicación de los lugares donde deben colocarse los carteles omitía puntos clave de acceso.

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La delimitación propuesta por la ciudad es abundante, generosa: de la calle 40 a la 53 de norte a sur, 13 bloques o manzanas de distancia; y de la Sexta Avenida a la Octava y Novena, según el tramo, de este a oeste, incluidos el vestíbulo del turístico Rockefeller Center, la gran mayoría de los teatros de Broadway o la sede del diario New York Times, además de la terminal de autobuses de la Octava. Un buen trecho en el que a partir de esta medianoche los titulares de un permiso de armas que se aventuren con su arma encima enfrentarán cargos penales, salvo que se trate de vigilantes o individuos con dispensa (según la nueva normativa, los residentes en la zona, policías retirados y dueños de negocios en el área, con especial incidencia en la calle 47, la llamada milla del diamante, una calle entera llena de joyerías en la que la mayoría de los propietarios están armados).

La “zona libre de armas” de Times Square es sólo parte de la respuesta -aunque la más emblemática- de Nueva York al fallo del Supremo que anuló las estrictas leyes estatales de permisos de portación de armas de fuego por ser contrarias, según la mayoría conservadora de la Corte, a la Constitución. Otro argumento del alto tribunal era la arbitrariedad de las autoridades a la hora de decidir, y denegar la mayoría de las veces, la “causa justificada” exigida por la vieja legislación. No obstante, el hecho de que ahora resulte ilegal llevar un arma dentro de ese perímetro no implica que a pocos metros esté asegurada la tranquilidad, como demuestra el tiroteo que a las cinco de la tarde del mismo miércoles acabó con la vida de una mujer en una plaza cercana. El último de una larga serie de sucesos sangrientos en la ciudad.

Como en el caso del aborto, Nueva York saca pecho como avanzadilla progresista. El caso de la interrupción voluntaria del embarazo ha dado rédito a los candidatos demócratas en las primarias para las elecciones de medio mandato de noviembre; sobre la rentabilidad de la “zona libre de armas” no hay tanto acuerdo. Sobre todo, más allá de la porosidad de una ciudad caótica, por la idoneidad de los enclaves a proteger, otro motivo de controversia entre el Supremo y las autoridades neoyorquinas. El fallo del alto tribunal abría la puerta a que las autoridades pudieran crear “áreas sensibles” donde no se permitan las armas —colegios o hospitales es el caso más obvio—, pero sugiriendo a la vez que no podrían ser demasiado amplias (y la delimitación de Times Square lo es).

El ultraconservador juez Clarence Thomas escribió en la sentencia: “No hay una base histórica para que Nueva York declare efectivamente la isla de Manhattan como un ‘lugar sensible’ simplemente porque está abarrotada, porque ya está protegida en general por el Departamento de Policía de la ciudad”. La gobernadora Hochul y la Asamblea estatal respondieron con la amplia gama de “zonas sensibles” en las que las armas legales —otra cosa son las ilegales, ubicuas en los barrios— seguirán estando prohibidas. También aprobaron nuevos requisitos, que incluyen cursos de capacitación y una revisión de antecedentes mucho más exhaustiva, para obtener una licencia de armas. Requisitos que también entrarán en vigor esta medianoche.

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