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La vieja guardia del Partido Republicano rinde homenaje a Gorbachov y su coraje para cambiar el mundo

La Casa Blanca le recuerda como un visionario. “Era fácil comprender por qué tantos en todo el mundo le tenían en tan alta estima”, afirma el presidente Biden

María Antonia Sánchez-Vallejo
Mijail Gorbachov
Mijaíl Gorbachov y Ronald Reagan, en 1987.Bob Daugherty / AP

Las imágenes de Mijaíl Gorbachov en compañía de Ronald Reagan y George Bush padre parecen hoy tan distantes de la realidad rusa como de la de los republicanos de Estados Unidos, un partido que muy probablemente no se reconocería hoy en sus mayores. Fotografías de Gorbachov y Reagan tocados con sombreros tejanos en el rancho de este, en 1992; departiendo animadamente y sin asomo de tensión entre ellos o posando para los fotógrafos junto a Bush en numerosas ocasiones: momentos de concordia y posibilismo, los que dieron carpetazo al siglo XX. Los medios estadounidenses se han rendido a homenajear al fallecido líder soviético, pero también a una forma antigua de hacer política, la que implicaba pactos y compromisos, pese a las críticas. “Me apuesto a que los halcones en mi país y en el suyo se retorcerán cuando nos vean darnos la mano”, le dijo Reagan el 23 de noviembre de 1985, antes de una reunión que arrancó con un gran apretón de manos y el cabeceo en señal de asentimiento del soviético. Un gesto en las antípodas de la polarización que alientan los epígonos de Reagan y Bush: comparado con la agresividad actual, el Partido Republicano parecía entonces un club de caballeros, pese a contar entre sus filas con taimados representantes como Henry Kissinger, inspirador de algún que otro golpe de Estado.

La reacción oficial de la Casa Blanca demócrata se hizo esperar. El presidente Joe Biden regresaba de un acto en Pensilvania cuando se conoció la noticia de la muerte de Gorbachov, y el comunicado oficial rezuma un tono personal, apenas protocolario, dado que el mandatario trató a Gorbachov cuando era senador. “Pocos funcionarios soviéticos de alto nivel tuvieron el coraje de admitir que las cosas debían cambiar. Como miembro del Comité de Exteriores del Senado, le vi hacer eso y más”, explica Biden, que califica al estadista de “hombre de remarcable visión (...) que creía en la glasnost y la perestroika, no como meros eslóganes, sino como el camino a seguir para la URSS después de tantos años de aislamiento y privaciones”. El comunicado finaliza recordando sus postreros encuentros, como uno en la Casa Blanca en 2009, con Gorbachov ya retirado, “pero aún profundamente comprometido”. “Era fácil comprender por qué tantos en todo el mundo lo tenían en tan alta estima”. Ambos hablaron entonces de reducir los respectivos arsenales nucleares, recuerda el texto.

La agencia TASS informó el año pasado de que Biden le había felicitado por su 90º cumpleaños mientras subrayaba su contribución a un mundo más seguro. “Su compromiso con la libertad y su coraje durante décadas para tomar decisiones difíciles, aunque necesarias, han hecho del mundo un lugar más seguro y continúan siendo una fuente de inspiración. Es mi sincera esperanza que la extensión por cinco años del Nuevo START sea una prueba de que EE UU y Rusia pueden continuar trabajando juntos mientras secundamos su legado”, decía la felicitación de Biden el 2 de marzo de 2021, casi recién llegado a la Casa Blanca. El Nuevo START fue prorrogado in extremis poco después, pero es lo único que queda de aquellos confiados días en que la amenaza nuclear parecía haber pasado a la historia.

La deriva autoritaria de Vladímir Putin, la invasión de Ucrania y seis meses de guerra a las puertas de Europa han convertido en papel mojado los propósitos de Biden, de ahí que la reacción oficial de la Casa Blanca se hiciera de rogar: el momento no puede ser más delicado. Pero a Gorbachov le sobran apologetas en Estados Unidos: antiguos altos cargos de la Administración, todos ellos republicanos. James Baker, que fuera secretario de Estado de EE UU entre 1989 y 1992, glosó su figura en los siguientes términos: “La historia recordará a Mijaíl Gorbachov como un gigante que guio a su gran nación hacia la democracia. Desempeñó un papel crítico en la conclusión pacífica de la Guerra Fría por su decisión de no recurrir a la fuerza para mantener el imperio… El mundo libre lo extraña mucho”. El republicano Baker sirvió en las Administraciones de Ronald Reagan, como secretario del Tesoro, y George Bush padre, como jefe de la diplomacia.

Quedan pocos testigos de la especial relación que establecieron Gorbachov y Reagan, su principal interlocutor en Estados Unidos, pero la fundación que vela por su legado ha reivindicado el momentum. “La Fundación e Instituto Reagan lamenta la pérdida del líder exsoviético Mijaíl Gorbachov, el hombre que una vez fue adversario político de Ronald Reagan para acabar convirtiéndose en un amigo. Nuestros pensamientos y oraciones van dirigidos a la familia Gorbachov y al pueblo de Rusia”, dijo en un comunicado la institución.

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El todopoderoso Henry Kissinger, que fue secretario de Estado entre 1973 y 1977, pero cuya influencia en la política internacional se dejó sentir incluso tras concluir su mandato, manifestó veladas críticas al desempeño de Gorbachov como estadista. “Realizó grandes servicios, pero no pudo implementar todas sus visiones”, declaró el republicano al programa de la BBC Newsnight. “El pueblo de Europa del Este y el pueblo alemán, y a la postre el pueblo ruso, están en deuda con él por la inspiración, por el coraje de presentar estas ideas de libertad (…) Será recordado por la historia como un hombre que emprendió transformaciones históricas que beneficiaron a la humanidad y al pueblo ruso”.

Con un mensaje publicado en la red social Twitter, la antigua secretaria de Estado, y experta en Rusia, Condoleezza Rice, también republicana, se sumó al coro de alabanzas hacia el antiguo secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1990. “Era un hombre que trató de brindar una vida mejor a su pueblo”, tuiteó Rice. “Su vida fue trascendental porque, sin él y su valentía, no habría sido posible poner fin a la Guerra Fría de manera pacífica”. De todos los apologetas republicanos, Rice ha sido la única que ha tenido relación directa con Putin, durante su primera visita oficial como secretaria de Estado a Rusia, en abril de 2005. La tensión presidió el encuentro.

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