Petro, ahora o nunca
El candidato de izquierdas necesita pactar con otros partidos y abrirse a nuevas mayorías para garantizarse una victoria en la primera vuelta de las presidenciales en Colombia
Gustavo Petro, en su tiempo como alcalde de Bogotá, se ganó fama de no trabajar en equipo y de no escuchar demasiado a los que le rodeaban. Sin embargo, el político que acaba de vencer en las primarias de izquierdas con un resultado que dobla en votos al candidato de derechas, su principal rival, tendrá que mostrar ahora su talante más negociador y abierto a los pactos para en esta ocasión, a la tercera oportunidad, lograr ser el presidente de Colombia. La coyuntura pone a prueba su talante y su perfil de estadista.
Petro, de 61 años, no oculta su intención de ganar en primera vuelta, para lo que necesita una mayoría absoluta. Automáticamente se abortaría la segunda ronda. Nunca antes un candidato de izquierdas había estado en una situación tan favorable para gobernar el país en su historia moderna. “Es un Petro muy distinto al de 2018″, explica el analista León Valencia. “Los que le compiten —Federico Gutiérrez— no ofrecen una alternativa, sino continuidad de Duque. Y Petro representa el cambio en un país ansioso de cambios”, añade.
La aritmética para alcanzar ese escenario resulta compleja. La fragmentación del voto en la primera vuelta, con la derecha por un lado, el centro por otro, y otros cuatro candidatos más identificados con el conservadurismo en mayor medida que con el progresismo, favorecen a Petro. A nadie le cabe ninguna duda de que su nombre aparecerá en las papeletas de la segunda vuelta. La incógnita es quién será su competidor entonces. El que lo logre podría aglutinar todo el voto antipetrista, que no es menor. De ahí que sus mayores posibilidades pasen por dejar finiquitado el asunto en primera vuelta, el 29 de mayo.
“Deberá hacer un acuerdo de fondo con el Partido Liberal”, concede Valencia. Se estima que esta formación clásica de la política colombiana, controlada por el expresidente César Gaviria, mueve unos dos millones de votos. “Todavía así no sería suficiente. Debería hacerlo también con la coalición Centro Esperanza —el centro, en donde ha ganado Sergio Fajardo—, aunque ellos no están en condiciones de pactar. Primero porque ahí hay una diversidad de personas y, segundo, Fajardo está determinado a ir a primera vuelta”.
Fajardo no pasó a segunda vuelta hace cuatro años, que se la disputaron Petro y Duque. Ganó el segundo. Fajardo, exalcalde de Medellín, un matemático sereno, evitó darle su apoyo, lo que allanó la victoria del delfín de Álvaro Uribe. Eso es plomo fundido en la relación entre dos políticos que a menudo hablan de una necesidad de cambio. Petro cree que es ahora o nunca, en alguna ocasión ha dicho que de no lograrlo no lo volverá a intentar.
Sus rivales han movido ficha antes que él. Óscar Iván Zuluaga, el candidato del partido de Uribe, ya anunció este lunes que se retira de la batalla presidencial y apoyará a Fico. Este ha negado una y otra vez que sea el candidato del expresidente, que ha elegido a todos los sucesores desde su salida, con la excepción de Juan Manuel Santos en su segundo mandato. Con este apoyo público Fico tendrá más difícil desembarazarse del rol de sucesor de Duque, lo que cotiza a la baja dada la poca popularidad del actual presidente.
La derecha asimilará a Petro con el castrochavismo porque en el pasado propuso expropiar latifundios para dejarlos en manos de campesinos. Antes dudaba a la hora de responder a estos cuestionamientos, pero ahora se defiende sin titubear. En su día perteneció al M-19, una guerrilla urbana que creó entusiasmo entre los círculos de izquierdas y más tarde se acogió a un proceso de paz que la convirtió en partido político. De todos modos, nunca fue un hombre de armas, su labor tuvo que ver más con lo social. Lideró la ocupación de un terreno con cientos de familias que fundaron un barrio, el Bolívar 83, en Zipaquirá, la ciudad cercana a Bogotá en la que se crio.
Los pactos a los que tendrá que llegar le conllevarán otros problemas. La coalición comprometía a los segundos en las primarias a ser la fórmula presidencial del candidato. En este caso, Francia Márquez, una ambientalista que recibió 785.000 votos, solo por detrás de Petro y Fico. Un resultado espectacular. Ella representa el feminismo, un movimiento sobre el que Petro no ha demostrado mucha sensibilidad en ocasiones, y la visibilidad de las minorías del país. La BBC la incluyó en un listado de las 100 mujeres más inspiradoras del mundo.
La alianza con Gaviria podría desplazar a Márquez. “Puede haber una división en el pacto de izquierdas si Petro no contenta a algunos de sus aliados. No sería nada bueno, deben mantenerse unidos”, opina Laura Wills, politóloga de la Universidad de los Andes. En ese caso, Márquez podría sentirse atraída por el discurso de Fajardo, que algunas cuestiones puede ser más progresista que el de Petro.
Para vencer en primera vuelta tendrá que hacer un esfuerzo por atraer a más mayorías. “Petro tiene que moderarse, negociar con otros partidos que no necesariamente le apoyaron a él. No puede mantenerse cerrado en algunas de sus posturas. Así podría llegar a entenderse con otros”, prosigue Wills.
Petro encara dos meses y medio trascendentales para su destino. En el Congreso forjó su reputación de político valiente enfrentado a la parapolítica. En el Senado levantó la voz contra la corrupción. Ahora tiene por delante un tiempo para demostrar si es alguien de consensos y mayorías para gobernar un país como Colombia, su viejo anhelo.
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