La reunión del presidente español con Petro crea malestar en el Gobierno colombiano
La ministra de Exteriores, Marta Lucía Ramírez, pide que el Gobierno español reciba a todos los aspirantes a la presidencia como hizo con el izquierdista, de visita esta semana en Madrid
La visita a España del líder de la izquierda colombiana Gustavo Petro, quien se reunió el lunes en la sede madrileña del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con Pedro Sánchez, ha provocado una pequeña tormenta política en Colombia. Pese a que el encuentro con el presidente español fue en su calidad de secretario general socialista y se trataron temas como la pandemia, el cambio climático, la violencia en el país andino y las relaciones con Iberoamérica sin superar los 40 minutos, la entrevista ha molestado al Gobierno del conservador Iván Duque. La vicepresidenta y canciller, Marta Lucía Ramírez, ha reaccionado este martes en un encuentro con corresponsales extranjeros, asegurando que espera que el Gobierno español brinde la misma acogida a los demás aspirantes a ocupar la Casa Nariño.
“Para nosotros realmente es extraño que se haya hecho una agenda tan prolífica no solamente del jefe de Gobierno sino de varios de sus ministros con un precandidato, porque supuestamente todavía no es candidato, pero esperamos que el Gobierno español dé las mismas oportunidades a todos los candidatos a la presidencia de Colombia”, manifestó la jefa de la diplomacia colombiana. Petro, notorio opositor al Gobierno desde que perdió la segunda vuelta de las presidenciales frente a Duque en 2018, y que ahora es senador, también se encontró en la capital española con la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de Unidas Podemos, y con la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de esa formación, Ione Belarra. Asimismo participó en actos con simpatizantes de la diáspora colombiana y en encuentros con empresarios.
En la conversación con Sánchez, que se produjo a petición del líder de Colombia Humana y que transcurrió en un ambiente de gran sintonía, según fuentes socialistas conocedoras de la reunión, ambos políticos se comprometieron a “configurar una gran coalición de fuerzas políticas y sociales iberoamericanas para construir objetivos comunes”, sobre todo, en asuntos como el cambio climático, según aseguró Petro en un acto posterior celebrado en el auditorio madrileño del sindicato de la Unión General de Trabajadores (UGT), en el que lanzó su campaña internacional para la presidencia de Colombia. En el evento, en el que participaron representantes del PSOE, Izquierda Unida y Podemos, Petro calificó su futuro Gobierno como “un Gobierno de muchas transiciones”, centradas en cuatro aspectos si las urnas le dan la victoria: de una economía basada en la extracción del petróleo y el carbón a una economía sostenible, de un régimen autoritario a una democracia, de la violencia a la paz y de la injusticia a la justicia.
En sus redes sociales, el senador publicó fotos de sus reuniones con el expresidente español Felipe González, al que calificó como “gran arquitecto de la transición hacia la democracia en España”, y con las ministras Belarra y Díaz. El también senador Armando Benedetti, quien lo acompañó en sus encuentros, exaltó a Díaz como “una mujer inteligente y admirable que ha luchado por sacar adelante la reforma laboral más ambiciosa de la historia de España”.
En la campaña colombiana, Gustavo Petro, de 61 años, es claramente el rival a batir. El próximo 29 de mayo será la primera vuelta de las presidenciales y, si ningún candidato obtiene más de la mitad de los votos, habrá una segunda vuelta el 19 de junio. Entre una veintena de precandidatos, Petro lidera con distancia todas las encuestas en la concurrida carrera presidencial. Ningún observador duda de que ganará en marzo la consulta del Pacto Histórico, una suerte de elecciones internas en una coalición variopinta hecha a su medida que incluye a la Unión Patriótica, el Polo Democrático y Colombia Humana, entre otros movimientos y partidos.
Hace cuatro años, Petro perdió en la segunda vuelta contra el presidente Duque, aunque obtuvo más de ocho millones de votos (43%). Prácticamente ha estado en campaña desde entonces. En un país de tendencias conservadoras en el que la izquierda nunca ha llegado a la Casa de Nariño, el favorito de los sondeos conoce sus fortalezas y sus limitaciones. Su figura aún despierta temores en una parte importante de la población. Petro perteneció hace décadas al M-19, una guerrilla que se desmovilizó y tuvo un papel protagonista en el proceso de la Constitución de 1991. Después ha sido senador, alcalde de Bogotá y férreo crítico del expresidente Álvaro Uribe, el mentor político de Duque.
Duque, que se enfrentó el año pasado a una oleada de protestas contra su Gobierno –y la condena internacional a la represión de las fuerzas de seguridad–, ha llegado a responsabilizar a Petro del estallido social. Aunque el líder de izquierdas respaldó las marchas, y los analistas coinciden en que su candidatura puede capitalizar el descontento social, también se ha embarcado en un giro al pragmatismo, ha hecho en su momento llamamientos a la mesura y ha buscado proyectar una imagen más presidenciable. En el camino, ha llevado al Pacto Histórico a políticos tradicionales como Benedetti.
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