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“Un policía escupió en el cuerpo de mi hermano”, las historias tras el informe de la ONU sobre la masacre en Bogotá

El informe presentado por Naciones Unidas sobre la muerte de 11 personas a manos de agentes en septiembre de 2020 revela que algunos no fueron socorridos

Catalina Oquendo
Un hombre pone velas en un altar en memoria de Cristian Hernández, muerto durante disturbios frente al comando de atención inmediata (CAI) del Verbenal, en 2020
Un hombre pone velas en un altar en memoria de Cristian Hernández, muerto durante disturbios frente al comando de atención inmediata (CAI) del Verbenal, en 2020Mauricio Duenas Castañeda (EFE)

Los colombianos vieron sus muertes en vivo, por las redes sociales. “Están disparándole a la gente directamente”, se escuchaba en varias transmisiones el 9 de septiembre de 2020 en Bogotá, la primera de dos noches aterradoras para la ciudad. Quince meses después, Naciones Unidas ha presentado un informe independiente que asegura que la Policía fue responsable de una masacre que dejó 11 jóvenes muertos. Lo ocurrido esos días, sostiene el documento, es el hecho de violación de derechos humanos más graves en la historia de la ciudad.

El informe ha causado molestia en el Gobierno de Iván Duque. La vicepresidenta Martha Lucía Ramírez le envió una carta a Juliette de Rivero, Representante en Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quejándose por sus palabras durante el lanzamiento del informe. “La invitamos a que a través de los canales diplomáticos nos presente sus recomendaciones, pero no en un evento donde se estaba haciendo activismo político, que es ajeno a sus funciones y a la relación del Estado y el sistema de naciones unidas”, dijo Ramírez.

El informe, solicitado por la alcaldesa de Bogotá Claudia López y realizada por Carlos Negret, exdefensor del pueblo y actual candidato al Congreso, se centró en las historias de vida de las víctimas y entrevistó a más de 400 personas y testigos de los hechos. ¿Quiénes eran?, ¿cómo fueron las últimas horas de las víctimas?

Freddy Mahecha y la paradoja colombiana

La historia de Freddy Mahecha, una de las víctimas, es la paradoja colombiana. El muchacho de 20 años proviene una familia de policías, sus tíos y un abuelo han integrado la fuerza pública y es hermano de Valentina, una patrullera que esa noche no tuvo turno. Freddy había prestado servicio en el Ejército y la Policía y, según los testimonios recogidos, no odiaba a la Policía. Sin embargo, la noche del 9 de septiembre fue asesinado por un agente. Los relatos y videos recogidos por la investigación muestran que Freddy recibió dos disparos y que tres personas lo cargaron para llevarlo a un hospital. Fuera de pantalla, consigna el informe, una mujer grita desgarrada: “¡Le dispararon y dijeron que porque era un vándalo no le iban a salvar la vida!”.

Para su familia, la estigmatización y la ausencia de socorro a su hijo ha sido devastadora. “Lo que queremos saber es qué pasó, ¿quién dio la orden de disparar ahí y quiénes fueron los indolentes que le negaron el auxilio a mi hijo viéndolo herido”, dijo el padre del muchacho. Para Valentina, que aún trabaja en la policía, el duelo ha sido aún más doloroso. “En silencio en su trabajo y muchas veces oyendo de sus compañeros cosas que no quisiera escuchar. Y es que un compañero suyo podría ser quien asesinó a su hermano. Una situación que la pone en una posición incómoda, pues teme ser señalada, discriminada por ser familiar de una de las víctimas del 9 de septiembre, y que no sólo le cueste la vida de su hermano sino su carrera”, recoge el informe.

La familia pide ahora que sea restablecida la honra del joven y que la Policía, a la que han prestado servicio tantos años, reconozca que Freddy no era un vándalo sino un trabajador.

“Lo dejaron morir, impidieron que lo auxiliaran”

“Yo duré como media hora abrazada a él. Y los policías me decían: ‘Deje de chillarle a ese vándalo, usted debe ser igual, unos ñeros’. Yo llorando les pedía ayuda. Cuando él dejó de responderme y se puso frío, me puse muy mal. Un policía pasó por el lado y me lo escupió”. Es el relato de Lina Hernández, la hermana que vio por un live de Facebook a su hermano Cristian Hernández herido y corrió hasta el lugar para socorrerlo.

El muchacho era un repartidor de comida a domicilio de 26 años. En medio de las protestas de esa noche, Hernández debía llevar un pedido con su bicicleta cerca del Comando de Atención Inmediata (CAI) del barrio de Verbenal, que estaba siendo atacado con piedras. En El Verbenal fue donde más jóvenes resultaron heridos esa primera noche. Los videos transmitidos en directo mostraron el momento en que los agentes salen de la instalación policial y comienzan a disparar. También, el video donde se ve a Cristian con un disparo en la cabeza.

“La imagen que la familia Hernández nunca podrá olvidar quedó expuesta ante los habitantes de este barrio del norte de Bogotá por al menos dos horas. Los policías no lo recogieron, ni lo auxiliaron, ni lo trasladaron a un hospital. Lo dejaron morir, impidieron que lo auxiliaran y se jactaron de lo que habían hecho ante el dolor de sus familiares”, dice el informe.

Detrás de una puerta

Jáider Fonseca es la historia detrás de una puerta que muchos colombianos vieron durante las protestas de Bogotá en 2020. El muchacho de 17 años se escudaba tras una cuando recibió un disparo por parte de la Policía. “Yo vi a Jáider con la puerta que empezó a avanzar y entonces me le metí detrás. Estábamos lanzando piedra cuando yo vi que lanzaron un extintor y sonaron los disparos”, relata Ferney Peralta, que también resultó herido y es uno de los testigos de la muerte de Jáider.

Horas antes, Fonseca le había dicho a su novia Maira Alejandra que se iría a dar una vuelta en bicicleta. Desde esa tarde, la indignación por el asesinato de Javier Ordóñez, un abogado que murió tras recibir descargas de pistola taser cuando suplicaba a los agentes que se detuvieran, había prendido la mecha. En el barrio El Verbenal, de extracción popular, había choques entre jóvenes y la policía. A través de redes sociales, la novia identificó horas después su chaqueta morada tras la puerta que protegía a los manifestantes, los disparos y lo vio entre los heridos.

Maira asegura en la investigación que también sufrieron la burla de la Policía en el hospital. “Uno de ellos se paró, caminó haciéndose el cojo, nos señalaba y se burlaba. Yo no sabía que ellos habían matado a Jáider. Acababa de aceptar lo que estaba sucediendo, y pues ahí todo el mundo hablaba de que habían sido los policías los que le dispararon. Yo me pregunté: ‘Pero ¿por qué?, ¿qué estaba haciendo para que lo mataran?, ¿Cuál fue el error?’”, dice la muchacha que ahora es una de las líderes de las víctimas del 9S.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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