El primer ministro de Irak sobrevive a un atentado con dron
El aparato logra bombardear la residencia de Al Kadhimi en la Zona Verde de Bagdad, sin que nadie se responsabilice del intento de asesinato
El primer ministro de Irak, Mustafa al Kadhimi, ha sobrevivido a un intento de asesinato en la madrugada de este domingo, según ha relatado él mismo en un mensaje a la nación. Un dron ha bombardeado la residencia de Al Kadhimi, en la Zona Verde, el barrio más protegido de Bagdad. Varios de sus guardaespaldas han resultado heridos en el ataque, del que nadie se ha responsabilizado. La tensión política está disparada en el país desde que varios grupos proiraníes rechazaran los resultados de las elecciones del pasado 10 de octubre.
“Mi casa ha sido blanco de una agresión cobarde, pero gracias a Dios, quienes trabajan conmigo y yo mismo estamos bien”, declaraba el primer ministro en un breve mensaje televisado, que también colgó en su cuenta de Twitter. Tras manifestar que “los misiles y los drones no construyen patrias ni futuro”, Al Kadhimi hacía un llamamiento a los iraquíes “al diálogo constructivo y en calma”.
— Mustafa Al-Kadhimi مصطفى الكاظمي (@MAKadhimi) November 7, 2021
El Ministerio del Interior ha revelado que tres drones penetraron en la Zona Verde, sede de varios ministerios, residencias de altos cargos del Gobierno y embajadas, hacia las dos y media de la madrugada. Las fuerzas de seguridad derribaron dos de ellos, mientras que el tercero logró bombardear el domicilio de Al Kadhimi antes de proseguir en dirección noroeste, hacia el barrio de Al Hurriyah.
El responsable de prensa de Interior, Saad Maan, ha confirmado que el primer ministro había salido ileso, pero que varios miembros de su equipo de protección estaban heridos. No obstante, Al Kadhimi ha aparecido con la muñeca izquierda vendada durante una reunión con el presidente, Barham Salih. Los medios iraquíes también han mostrado imágenes de los daños causados por la explosión en la vivienda; en su azotea se encontró más tarde un cohete sin detonar.
El ataque ha sido ampliamente condenado tanto dentro como fuera de Irak. El clérigo chií Múqtada al Sadr, líder del partido que obtuvo el mayor número de escaños en las legislativas de octubre, aunque insuficientes para formar Gobierno, lo ha calificado de “terrorista”. Estados Unidos, cuya Embajada en la Zona Verde es habitual objetivo de las milicias, ha ofrecido su ayuda para la investigación.
Irán, no obstante, ha mantenido su usual ambigüedad. Su ministro de Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, ha declarado que el intento de asesinato era un golpe “contra la estabilidad y la seguridad” de Irak. Al mismo tiempo, hacía un llamamiento a “la vigilancia para frustrar los complots”, en un intento de desviar la atención hacia Estados Unidos.
Ese lenguaje ampara en buena medida la actitud de las milicias proiraníes que han puesto en duda el intento de asesinato. Abu Ali al Askary, responsable de seguridad de Kataeb Hezbolá, ha acusado a Al Kadhimi de “hacerse la víctima”. Qais al Khazali, el líder de Asaib Ahl al Haq, ha tuiteado que la explosión debe investigarse y que su grupo la condenará “si ha sido de verdad un ataque”.
— قيس الخزعلي (@Qais_alkhazali) November 7, 2021
Sin embargo, sus recelos resultan sospechosos cuando pocas horas antes del atentado había amenazado al jefe del Gobierno, a quien responsabilizó de la muerte de dos manifestantes durante las protestas del viernes. “La sangre de los mártires le juzgará”, dijo, según un vídeo ampliamente difundido en las redes sociales.
Al Khazali recordó además que su grupo había atacado varias bases militares estadounidenses en represalia por el asesinato del general iraní Qasem Soleimani y de Abu Mahdi al Mohandes (que lideraba las Fuerzas de Movilización Popular, bajo las que se amparan las milicias proiraníes) y que también se vengaría del primer ministro.
Los grupos proiraníes, que han resultado castigados en los últimos comicios, llevan semanas manifestándose a la entrada de la Zona Verde para denunciar irregularidades. La Comisión Electoral, que aún está revisando las quejas presentadas, no ha encontrado pruebas al respecto. Las protestas subieron de tono el viernes, cuando los manifestantes acusaron a las fuerzas de seguridad de “traidores” y les pedían que depusieran las armas y se unieran a ellos. No obstante, 98 de los 125 heridos ese día fueron policías.
Al Kadhimi, un antiguo jefe de los servicios secretos, accedió a la jefatura de Gobierno en mayo del año pasado fruto de un consenso tácito entre Irán y Estados Unidos. Pero su empeño en meter en cintura a las milicias le ha enemistado con ellas. Además, Teherán está crecientemente descontento con el intento del primer ministro de equilibrar su influencia reforzando las relaciones con las monarquías del Golfo.
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