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El Gobierno de coalición israelí logra aprobar los primeros presupuestos en tres años

Los ocho partidos que sostienen a Bennett evitan un adelanto electoral y cierran el paso al retorno de Netanyahu al poder

Juan Carlos Sanz
El primer ministro israelí, Naftali Bennett, el miércoles en el Parlamento, en Jerusalén.
El primer ministro israelí, Naftali Bennett, el miércoles en el Parlamento, en Jerusalén.AHMAD GHARABLI (AFP)

Después de casi tres años de bloqueo político jalonados por cuatro elecciones, Israel ha entrado en la senda de la estabilidad con la aprobación de unos presupuestos generales, los primeros refrendados por los diputados de la Kneset desde 2018. El fragmentado Parlamento avaló en la madrugada del viernes las cuentas públicas para 2022 por 59 votos a favor frente a 56 en contra. Pocas horas antes había sacado también adelante los presupuestos de 2021 al filo del plazo legal, lo que habría forzado en caso de derrota la disolución automática de la Cámara legislativa.

La heterogénea alianza de ocho partidos que sostiene al primer ministro Naftali Bennett desde el mes de junio elude así la amenaza de un adelanto electoral y ve garantizada su supervivencia. Al menos por ahora. “Hemos recuperado el rumbo. Tras años de caos, hemos formado un Gobierno, derrotado a la variante delta (de la covid-19) y, gracias a Dios, tenemos un presupuesto para Israel”, se ufanó Bennett, un ultranacionalista religioso que tiene previsto encabezar el Ejecutivo hasta 2023, cuando deberá rotar en el cargo con el ministro de Asuntos Exteriores, el centrista Yair Lapid.

La diversa coalición —pactada con conservadores, laboristas, pacifistas e incluso con un partido islamista de la minoría árabe— celebró de madrugada el éxito de la votación en la Kneset, donde cuenta con una ajustada mayoría de 61 diputados en un Parlamento de 120 escaños. El ex primer ministro conservador Benjamín Netanyahu que lidera la oposición junto con dos partidos ultraortodoxos y otro de la extrema derecha, ve prácticamente cerrado el paso a un eventual retorno al poder. “El instinto de mantenerse en el poder ha sido mucho más fuerte que las enormes diferencias ideológicas que les separan”, argumenta el analista político Daniel Kupervaser. “Las posibilidades de derribar al Gabinete se han reducido significativamente”, agrega, “salvo que la coalición decida suicidarse”.

Los socios de Gobierno han vuelto a aparcar sus disputas internas sobre la expansión de los asentamientos de colonos en Cisjordania o el acoso a las ONG humanitarias palestinas y se han esforzado a conciencia en la aprobación de las cuentas nacionales durante sesiones parlamentarias maratonianas que sumaron más de 600 votaciones. Con un monto de 126.000 millones de euros, las partidas aprobadas para 2022 intentan hacer frente al alza del coste de la vida, y en particular el de la vivienda, para los 9,3 millones de israelíes y fortalecer la sanidad pública tras la pandemia, entre otros programas compartidos como mínimo común denominador de la coalición.

El bloqueo en la aprobación de los presupuestos ya causó la caída del último Gobierno de Netanyahu a finales de 2020 y forzó la convocatoria a las urnas de marzo pasado. Como líder del Partido Likud, el gobernante conservador fracasó en el intento de pactar una nueva coalición tras haber permanecido 12 años al frente del Ejecutivo. Las sucesivas convocatorias electorales y la ausencia de presupuestos agravaron la inestabilidad de la economía en Israel, que se vio golpeada además por los efectos de la pandemia y sacudida por el juicio por corrupción abierto en Jerusalén contra el primer ministro.

Netanyahu ha anunciado que seguirá luchando con todas sus fuerzas para apartar del poder a un Gobierno que califica de “peligroso y deshonesto”, pero la aprobación de los primeros presupuestos desde 2018 parece marcar el inicio del final de una carrera política de casi cuatro décadas. “Es probable que seamos testigos del rebrote de la lucha interna dentro de Likud para apear a Netanyahu. Hasta ahora solo se escuchaban los murmullos de este proceso”, anticipa el analista Kupervaser.

Pugna por la sucesión en el Likud

La pugna por la sucesión en el Likud, el principal partido conservador israelí ya ha comenzado. El expresidente de la Kneset Yuli Edelstein ya había osado desafiar el liderazgo de Netanyahu en las últimas semanas. También se atrevió a hacerlo hace dos años en unas primarias a Gideon Saar, quien acabó abandonando el partidario para integrarse en la actual coalición de Bennett y Lapid.

Netanyahu, hombre de Estado asiduo de la Casa Blanca y el Kremlin, casi infalible líder considerado por los suyos como un mago en las urnas, se equivocó hasta seis veces en favor del Gobierno durante las tediosas sesiones de votación de madrugada en la Kneset. Al amanecer, los israelíes no hablaban de otra cosa en las redes sociales. “Para un país que iba a la deriva sin política económica y que se balanceaba como un barco ante las olas elección tras elección”, sugiere Yossi Verter, columnista político del diario Haaretz, “todo esto es no es más que un símbolo de vuelta a la normalidad”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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