La oposición a izquierda y derecha tumba los presupuestos del socialista Costa y abre la puerta al adelanto de elecciones en Portugal
El primer ministro encaja como “una derrota personal” el rechazo de sus antiguos socios, que se une al no de los conservadores
El primer paso hacia las elecciones anticipadas en Portugal se dio el miércoles por la tarde en la Asamblea de la República, donde se tumbaron los Presupuestos del Estado para 2022 con el rechazo de la derecha y de la izquierda. El primer ministro, António Costa, solo logró sumar cinco abstenciones a los 108 votos afirmativos del grupo socialista, insuficientes frente a los 117 votos negativos de la oposición, un conjunto heterogéneo de siete formaciones que abarcó desde el Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Comunista de Portugal (PCP), antiguos aliados de Costa, a la extrema derecha del Chega. Finalmente no hubo fugas en las filas del Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha, principal fuerza de oposición), cuyos 79 diputados votaron en contra, incluidos los tres parlamentarios de Madeira, que el martes se ofrecieron a negociar su apoyo al Gobierno a cambio de medidas para la región autónoma.
En su última intervención en la Cámara antes de la votación, Costa se presentó con “la conciencia tranquila” al considerar que había hecho “todo” lo que estaba a su alcance para tratar de sacar adelante los presupuestos. En un último intento de convencer a sus antiguos socios, les pidió que no se sumaran a la derecha, a la que acusó de haber estado ausente y de no ser aún “una alternativa de gobernación del país”. A pesar del último llamamiento, el primer ministro asumió que estaba a punto de sufrir un revés histórico —es la primera vez en Portugal que un presupuesto cae derrotado en el Parlamento— y reconoció que vive el rechazo de sus antiguos socios como “una derrota personal”.
“Nací a la izquierda, fui criado en la izquierda y la izquierda es mi familia. Creo que tiene lo esencial para construir el futuro y que no está condenada a la protesta”, defendió antes de censurar los efectos políticos que tendrá la votación. “Lo último que precisa Portugal es esta crisis y en estas circunstancias”, lamentó. Pero ya pensando en las urnas, pidió “una mayoría reforzada” a todos los votantes de la geringonça, el pacto de izquierdas inaugurado en 2015.
Será ahora el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, quien deberá decidir si disuelve el Parlamento y convoca elecciones o permite la continuidad del Gobierno de António Costa, debilitado políticamente por la derrota de este miércoles y maniatado económicamente por la prohibición de que el gasto mensual en 2022 supere la duodécima parte del presupuesto ejecutado en 2021. A pesar de esto Costa ha afirmado que no dimitirá por responsabilidad. Y los mismos partidos de la izquierda que han tumbado sus presupuestos han expresado su rechazo a la convocatoria electoral y han defendido que se permita al Ejecutivo socialista tiempo para elaborar un nuevo presupuesto.
Todas las declaraciones realizadas por Rebelo de Sousa hasta ahora apuntan al anticipo electoral, aunque antes de tomar una decisión realizará una ronda de consultas con partidos, agentes sociales y el Consejo de Estado. Los contactos comenzarán este mismo miércoles con el primer ministro y el presidente de la Asamblea de la República, Eduardo Ferro Rodrigues. Desde que se disuelve la Cámara, la ley obliga a que las elecciones se celebren entre 55 y 60 días más tarde. Si Rebelo de Sousa aprueba la disolución la próxima semana, la campaña y los comicios caerían de lleno en las fiestas navideñas. Rebelo de Sousa rehusó desvelar cuál será su decisión final y consideró “un tiempo perdido” el periodo que el país pase sin cuentas públicas. “Yo preferiría que hubiese presupuestos del Estado, pero la decisión soberana es de la Asamblea”, comentó.
Acaso el titular que mejor resume el estupor ante una crisis política que casi nadie vislumbraba hace un mes lo dio el martes Inês Sousa Real, la líder de Pessoas-Animais-Natureza (PAN), la única formación que se abstuvo junto a dos diputadas no adscritas: “Unir una crisis presupuestaria a una crisis sanitaria sin precedentes es de lo más irresponsable, y tiene consecuencias reales para la vida de las personas y para el futuro del país”. Su vehemencia en la defensa del presupuesto fue correspondida con similar energía desde la bancada socialista, que la interrumpió con aplausos en varias ocasiones. “Hacer oposición no es solo estar en contra”, proclamó.
La sesión del miércoles constató lo poco edificantes que son los divorcios. Tras seis años de complicidad entre la izquierda, los reproches más amargos se intercambiaron entre socialistas y bloquistas, cuya distancia viene agrandándose desde 2019. Si la líder parlamentaria socialista, Ana Catarina Mendes, acusó al BE de falsear y mentir en su relato sobre las negociaciones presupuestarias, el jefe del grupo parlamentario del Bloco, Pedro Filipe Soares, recriminó la “arrogancia” del Gobierno, al que acusó de permitir una crisis política para mantener las medidas laborales adoptadas por la troika comunitaria. “Estos presupuestos no tienen nada de izquierdas”, espetó la líder del Bloco, Catarina Martins, que reprochó a Costa que no hubiese llevado nada nuevo al debate parlamentario y le culpó del fin del pacto de izquierdas. “La geringonça murió por la obsesión por la mayoría absoluta”, afirmó antes de enumerar todas las carencias en materia social y laboral del presupuesto socialista.
En su intervención, el líder del PSD, Rui Rio, describió un panorama económico desolador y acusó al Gobierno de estar “desde el inicio de la pandemia a la espera del milagro europeo”. Su intervención se centró sobre todo en el que calificó como modelo económico “equivocado” de los socialistas, a quienes censuró por su “dependencia de la izquierda radical”.
Lucha por el poder en el centroderecha
La crisis que no se vio venir ha descolocado a casi toda la clase política, que afronta desganada una cita electoral a mitad de legislatura. En este terreno movedizo, el presidente de la República y antiguo líder conservador ha sido cuestionado por recibir en audiencia el martes al aspirante a liderar el PSD, el eurodiputado Paulo Rangel.
Rui Rio, actual presidente del partido de centroderecha y candidato a la reelección, censuró este encuentro, que conoció por la prensa: “Tengo el máximo respeto por el presidente de la República, pero no es mínimamente aceptable que el jefe del Estado reciba a un potencial candidato”. Y añadió: “Si hubiesen tratado sobre las legislativas y las primarias del PSD, estaríamos condicionando al país a las primarias de un partido”.
La votación interna del PSD está prevista para el 4 de diciembre, lo que forzaría a la formación a asistir a una extraña convivencia entre dos candidatos (Rio y Rangel) que tendrían que realizar a la vez dos campañas, la interna por el liderazgo y la externa para disputar la victoria al Partido Socialista. Si no se modifica el calendario congresual fijado para enero, cabría la posibilidad de que las elecciones portuguesas se celebrasen antes de que el PSD, la alternativa al Gobierno de Costa, eligiese a su nueva dirección.
Para evitar esto, Paulo Rangel ha reunido firmas que reclaman un consejo nacional extraordinario para adelantar a diciembre la renovación en la cúpula del partido, que se decidirá en un congreso entre el 14 y el 16 de enero. El calendario electoral del PSD fue ya motivo de enfrentamiento entre Rio y Rangel antes de que la crisis política nacional se llevase por delante las previsiones de cada partido. También la derecha del CDS, socio natural del PSD con el que ha formalizado coaliciones preelectorales en las últimas elecciones municipales, se encuentra revuelto para tratar de elegir a su nuevo líder.
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