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Los laboristas de Noruega inician contactos para formar Gobierno tras volver al poder

El bloque de centroizquierda gana las elecciones legislativas tras una campaña marcada por el clima y la actividad petrolera

El líder laborista noruego, Jonas Gahr Store, sostenía un ramo este lunes tras conocer los resultados de la elecciones.
El líder laborista noruego, Jonas Gahr Store, sostenía un ramo este lunes tras conocer los resultados de la elecciones.JAVAD PARSA (AFP)

El bloque opositor de centroizquierda logró un triunfo rotundo en las elecciones legislativas de Noruega de este lunes que permite recuperar el poder al Partido Laborista ocho años después y gobernar con su fórmula preferida. Escrutado prácticamente la totalidad de los votos, la oposición obtuvo más del 56% de los votos frente el 40,5% del bloque de derecha de la primera ministra conservadora, Erna Solberg, que gobernaba desde 2013, confirmando lo que anunciaban los sondeos desde hacía meses. El Partido Laborista iniciará este martes las conversaciones con sus posibles socios de coalición.

Esta formación, dirigida por Jonas Gahr Stre, mantuvo su condición de fuerza más votada, que ostenta desde 1924, pero con el 26,4 % y 48 escaños, algo menos de un punto porcentual con respecto a los anteriores comicios de 2017 y un escaño menos, el peor resultado en ocho décadas.

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La subida del Partido Centrista, el que más creció en las elecciones, y del Partido de Izquierda Socialista permitirá al Laborista, no obstante, sumar una mayoría cómoda de 88 diputados (de un total de 169 que forman la Cámara), tres más de los necesarios, con estas formaciones y no depender así de Rojo, una amalgama de fuerzas comunistas y socialistas, y Los Verdes.

El triunfo laborista supone también que toda Escandinavia estará gobernada por fuerzas de corte socialdemócrata, una situación habitual en la segunda mitad del siglo XX, pero que dejó de serlo en las dos últimas décadas.

Las cuatro fuerzas que conformaron el Gobierno de Solberg la pasada legislatura perdieron apoyos, lo que se tradujo en un retroceso conjunto de más de ocho puntos porcentuales. El Partido Conservador perdió más de cuatro puntos y nueve escaños para quedarse en el 20,5% y 36 escaños, pero se mantuvo como el segundo con más respaldo electoral. El xenófobo Partido del Progreso, en el gobierno desde 2013 hasta 2020, perdió su condición de tercera fuerza política, cayendo al 11,7% (4,5 puntos menos) y cediendo seis diputados hasta 21.

El Partido Liberal obtuvo un resultado casi idéntico, con el 4,4% y ocho diputados, mientras el Democristiano no superaría la barrera mínima del 4% y perdería cinco escaños, aunque mantendría tres por su buen resultado en algunos distritos.

Por segundas elecciones seguidas, el Partido Centrista creció en votos y fue la fuerza que más subió, casi cuatro puntos, hasta el 13,6%, y ganó nueve escaños para sumar 28. Más modesta fue la subida de la Izquierda Socialista (SV), que ganó un punto y medio y dos escaños para quedarse en el 7,5% y 13. Rojo duplicó porcentaje de votos (4,7%) y pasó de uno a nueve escaños, pero la mayoría cómoda que suman laboristas, centristas y el SV apunta a una influencia menor de la esperada.

Los Verdes se quedaron al borde del 4%, aunque lograrían al menos tres diputados por el resultado en los distritos. Su excepcional resultado en el distrito de Alta (norte) permitiría lograr un escaño al partido Foco en los Pacientes, una formación cuyo único interés es impulsar la construcción de un nuevo centro de urgencias hospitalarias en esa zona.

Los sondeos apuntaban desde hace meses a un cambio de gobierno, con una ventaja sólida de la oposición, y la única cuestión a dirimir parecía ser si Gahr Stre podría lograr la mayoría absoluta con sus aliados o debería recurrir a Rojo y Los Verdes, una fórmula no deseada por él mismo ni, sobre todo, por el Partido Centrista. Los Verdes, por ejemplo, habían asegurado en campaña que no respaldarían a ningún gobierno que no apoyase frenar la actividad petrolera, un tema sensible en un país que es el mayor exportador de gas y crudo de Europa occidental.

Las cuestiones climáticas han ocupado un lugar preferente en la campaña electoral, junto a temas más clásicos de política de bienestar como la sanidad o los impuestos, pero el modesto avance obtenido por las fuerzas de más corte ecologista puede suponer que el Gobierno siga una política menos ambiciosa en ese campo.

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