Ucrania y Polonia, un bloque nacido del gas frente al hiperliderazgo alemán
Los tribunales dirimen los recelos que genera el gasoducto ruso Nord Stream 2, que favorece los intereses germanos en detrimento de los del Este
El gasoducto Nord Stream 2 está prácticamente terminado. Su certificación es la última barrera para que el gas ruso fluya por sus tuberías directamente a Alemania, país que se arrogará el paso de gran parte de este recurso clave hacia la Unión Europea. La iniciativa, que no gusta a algunos países miembros, tendrá repercusiones profundas en el tablero político que deja Angela Merkel, y algunos de ellos han encontrado en Ucrania un aliado frente a los intereses germanos. Una partida a largo plazo donde Kiev podría encontrar su hueco en el bloque.
“Ucrania insistirá en que el gasoducto ruso opere solamente conforme a la legislación europea”, afirma Svitlana Zalishchuk, asesora de Asuntos Internacionales del consejero delegado de la compañía gasística ucraniana Naftogaz. “Las reglas europeas impiden que Nord Stream 2 sea una herramienta de manipulación del Kremlin. Por eso la certificación será un importante test para la Unión Europea; ver si es capaz de proteger sus propias normas cuando hay mucho dinero de por medio”, agrega.
La batalla por Nord Stream 2 se dirime en los tribunales, donde Polonia y Ucrania podrían retrasar su arranque bastantes meses. Dos son los frentes abiertos, ambos con precedentes a favor de Kiev: el principio de solidaridad europea y las directivas de la UE que regulan la liberalización del mercado del gas y de la electricidad, conocidas como tercer paquete energético. El primero alude a la victoria de Varsovia por el caso Opal en el Tribunal de Justicia de la UE, que tumbó en julio el permiso de Bruselas a Berlín para explotar esa canalización al máximo, pues ponía en riesgo la seguridad energética de Polonia y Eslovaquia al reducir el paso de gas por su territorio. En cuanto al tercer paquete energético, el Tribunal Superior de Dusseldorf ha desestimado la petición de la rusa Gazprom de no serle aplicada la gran máxima de esta legislación antimonopolio: la producción de gas y su distribución deben ser separadas para fomentar la competencia y permitir el acceso a terceros.
Subida de precios
“Alemania tendrá gas más barato con Nord Stream 2, pero los demás países pagarán más y su producción será menos competitiva, eso no es solidario”, advierte Sergiy Makogon, consejero delegado del Operador del Sistema de Transmisión de Gas de Ucrania (TSOUA). La compañía confía no obstante en que quitar a Gazprom su monopolio sobre Nord Stream 2 bajará los precios: “No es el único productor de gas de Rusia, hay un centenar que pueden exportar a Europa, como Novatek”. Sin embargo, esta opinión no la comparte Konstantín Simonov, director del Fondo Nacional de Seguridad Energética ruso. “Las empresas europeas pueden comprarlo incluso en la región de Leningrado si quieren, pero la ley rusa establece que solo a Gazprom porque este tiene el monopolio de las exportaciones”.
La operatividad del gasoducto parece segura para todos los expertos, la cuestión es a qué volumen. Según Simonov, “es muy posible que la justicia lo limite al 50%”, lo que mantendría la ruta por Ucrania, justo lo que prometió Vladímir Putin en su último encuentro con Merkel. Sin embargo, en opinión de Georg Zachmann, investigador de Bruegel, “Gazprom tiene una cuota de gas elevada y su presión sobre las autoridades será muy alta” para conseguir utilizarlo al máximo. Por ello cree que “Europa tiene que meter a Ucrania en el juego”.
Las aristas son tanto políticas como económicas. “Aunque parezca al revés, no es cierto que vaya a encarecerse el gas para Kiev; no depende de lo cerca que estés del vendedor”, asegura Willem Coppoolse, quien ha trabajado tres décadas en los mercados del este para gigantes como EDF, GDF Suez y Naftogaz. “Desde que se liberalizó el sector, el precio se fija en los hubs del mercado europeo. Si Rusia no vende gas a Ucrania, lo recomprará a otros, pero con la volatilidad actual no es tan importante”, dice antes de estimar que podrían ser unos 20 céntimos de diferencia, mientras que el gas natural ha subido de siete a 45 euros/MWh en un año.
Nuevo escenario
En cualquier caso Ucrania ha encontrado su sitio en el nuevo escenario. “Tenemos los mayores almacenes de gas de Europa”, subraya Makogon. Sus 31 millardos de metros cúbicos de gas (bcm, en inglés) convierten al país en una reserva estratégica para el bloque frente a los cortes en el suministro y los vaivenes en los precios. Además, la nación encaja a la perfección con Polonia, que busca su independencia energética de Alemania con el acceso a los gasoductos de Turquía y Bulgaria, y que a cambio podría ofrecer a Kiev el gas natural licuado que llegue a sus puertos desde todas partes del mundo. Es decir, se consolidaría así un bloque político-económico alternativo en la zona este europea.
De hecho, los ministros de Exteriores de Ucrania y Polonia denunciaron hace poco el acuerdo entre Washington y Berlín para desbloquear el gasoducto porque “permite a Rusia profundizar en los desacuerdos dentro de la OTAN y de la UE”. Un juego de pactos que también resalta la asesora de Naftogaz: “La administración estadounidense ha limitado las sanciones para intentar lograr una alianza con Berlín que contrarreste a China”, afirma Zalishchuk.
“Si Ucrania deja de ser país de tránsito, Rusia se volverá más agresiva en el este. Las tuberías están a solo 70 kilómetros de Donbás”, advierten desde TSOUA. De hecho, el enfrentamiento con Rusia también priva a Kiev de sus principales reservas de gas, una alternativa económica a los 3.000 millones de dólares que perderá si no es zona de paso. “Los potenciales depósitos del Mar Negro podrían convertir a Ucrania en exportador de gas; pero Rusia impide extraerlo tras la anexión ilegal de Crimea”, denuncia Zalishchuk.
Lo que es inapelable es que la Unión Europea depende del gas ruso. Según Eurostat, el bloque consumió 394 bcm en 2020. De esta cifra, un 43% fue importado de Rusia frente a un 13% producido en el bloque. Además, el gas se ha convertido en la principal fuente contaminante debido al Pacto Verde Europeo, pues se priorizó eliminar el carbón y la energía nuclear. “Hace 20 años Gazprom no tenía tanto peso en Europa”, afirma Coppoolse, aunque Simonov quita hierro: “Rusia exporta gas a Europa Occidental desde hace 50 años, cuando era nuestro enemigo ideológico, y ni una vez se ha cortado el grifo”. Las excepciones a esto fueron las guerras del gas de 2006 y 2009 con Ucrania, que dejaron sin abastecimiento a parte de Europa en invierno.
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