Hacia un nuevo modelo energético
La energía, su alto coste y las consecuencias medioambientales de su producción y uso se han convertido en prioridades de la agenda política mundial.
Las posibilidades de que, en este complejo contexto, Europa pueda mantener una posición económica fuerte que le permita asegurar un futuro de bienestar para sus ciudadanos dependerá en gran medida de su capacidad para dotarse de una política energética equilibrada y coherente. Una política común que le asegure la disponibilidad de un suministro energético seguro, a precios asumibles y compatibles con la conservación del medioambiente.
Alcanzar estos objetivos exige una acción conjunta de todos los agentes implicados. Los próximos 16 y 17 de junio, Eurelectric, la asociación que agrupa a las empresas eléctricas europeas, celebrará en Barcelona su convención anual, que servirá para avanzar en la concreción de este compromiso.
Europa debe contar con todas las opciones viables de producción de electricidad
Las nuevas tecnologías renovables y la nuclear tendrán que desempeñar un papel importante
En este momento se están desarrollando dos importantes iniciativas legislativas en Europa: el tercer paquete legislativo y el paquete verde. Se prevé un fuerte debate para los próximos meses en todas las instancias europeas, hasta la adopción para principios de 2009 de las propuestas legislativas definitivas.
Hace 12 años, la Unión Europea decidió poner fin a los monopolios nacionales y crear mercados de gas y electricidad que funcionaran en régimen de libre competencia. A lo largo de ese periodo se han ido aprobando diferentes iniciativas legislativas para construir ese mercado integrado. Sin embargo, la realidad actual es que existen 27 mercados nacionales diferentes que, con frecuencia, carecen además de interconexiones físicas suficientes y de marcos regulatorios homogéneos.
Por ello es urgente que el proyecto de integración del mercado energético europeo se vea impulsado mediante nuevas medidas concretas. Entre ellas, crear mercados regionales a través de una mayor y mejor capacidad de interconexión energética, desarrollar una regulación homogénea y poner la gestión de los sistemas bajo la responsabilidad de operadores independientes.
El "tercer paquete legislativo" tendrá que hacer posible abordar de manera supranacional la planificación, la gestión y la operación de las infraestructuras de transporte energético, así como avanzar hacia la creación de un regulador europeo de la energía que tendría las facultades necesarias para impulsar la integración del mercado.
Por lo que se refiere al paquete verde, su meta fundamental es facilitar el cumplimiento de la política de lucha contra el cambio climático que los líderes de la Unión Europea acordaron en 2007 a través de la denominada "revisión estratégica europea". Tres son los objetivos básicos de esta política: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20%, elevar el uso de energías renovables hasta el 20% del consumo energético total y aumentar la eficiencia energética en un 20%. Tres objetivos muy exigentes que habría que conseguir en un plazo también muy exigente: no más tarde del año 2020.
A través de este segundo paquete, los Estados miembros y el Parlamento Europeo están diseñando leyes específicas a fin de conseguir estos objetivos. Para ello es importante que se mantenga, en la medida de lo posible, un planteamiento de libre mercado, pues la asignación correcta de los recursos necesarios y el impulso eficiente de las inversiones sólo se podrá conseguir con ese planteamiento.
Un buen ejemplo de ello es el comercio de derechos de emisión (ETS), tal y como está planteado en el paquete verde. El ETS permite limitar las emisiones totales de CO2 y que las empresas que reducen estas emisiones vendan sus derechos sobrantes a otras empresas. En definitiva, el objetivo es reducir las emisiones al menor coste posible para el sistema. A su vez, los precios de las emisiones de CO2 fomentarán a largo plazo la selección de nuevas tecnologías energéticas menos contaminantes.
Sería muy positivo que el instrumento del ETS se utilizara al máximo y que, además, estuviera vinculado a mecanismos internacionales que proporcionan créditos verificables para reducir las emisiones de CO2 en países en vías de desarrollo (MDL y JV), ya que el objetivo prioritario es reducir el volumen global de emisiones, con independencia de dónde se produzcan. Además estos mecanismos pueden ser una buena forma de implicar a los países en vías de desarrollo en la lucha contra el cambio climático.
Con respecto a las fuentes renovables, cumplir el objetivo antes indicado significa que, aproximadamente, el 35% de la electricidad total tendrá que provenir de esas energías. Para conseguirlo con flexibilidad y eficiencia es imprescindible, una vez más, que se establezcan mecanismos de mercado supranacionales, como pueden ser las garantías de origen.
La eficiencia energética, el tercer pilar del paquete verde, exige un esfuerzo mucho mayor que el que se le concede en estos momentos. La legislación actual de la Unión Europea promueve el uso eficiente de la energía, especialmente en edificios. Pero hay que ir más allá: el transporte sigue siendo un área poco explorada y, desde luego, ha llegado la hora de crear un marco adecuado para promover el uso generalizado de vehículos eléctricos.
Por su parte, las empresas eléctricas están aplicando medidas prácticas para ayudar a sus clientes a ahorrar energía, por ejemplo, a través de "redes inteligentes" de distribución de electricidad. La combinación entre un parque de producción eléctrico de bajo nivel de emisiones de CO2 y la electrificación de la economía, incluido el transporte, puede contribuir a impulsar la "descarbonización" de todo el sistema.
Por todo lo explicado anteriormente, el acierto en la elaboración de estas nuevas leyes es esencial para la lucha europea contra el cambio climático. Sin embargo, no podemos olvidar que cualquier política energética que pretenda ser coherente y efectiva no puede perder de vista otros objetivos esenciales, como la seguridad de suministro y la capacidad de suministrar electricidad a nuestros ciudadanos e industrias a precios competitivos.
Según la Agencia Internacional de la Energía, el sector eléctrico europeo deberá invertir más de 1.700 miles de millones de dólares en nuevas instalaciones de producción durante los próximos 25 años. Dada la vulnerabilidad y la fuerte dependencia energética del sistema económico europeo, estas nuevas instalaciones habrán de desarrollarse con un criterio equilibrado, es decir, utilizando todas las opciones viables de producción de electricidad.
Por ello, las energías renovables y la nuclear habrán de tener un papel importante en este desarrollo, al igual que las tecnologías de captura y almacenamiento de CO2, que son esenciales para combatir el cambio climático y, al mismo tiempo, hacer posible el aprovechamiento de las grandes reservas de carbón que aún posee Europa. Esto exige que tanto la Unión Europea como los gobiernos nacionales apoyen más la investigación básica y el desarrollo de las tecnologías del futuro a través de incentivos económicos y un marco normativo más favorable y de largo plazo.
En resumen, es imprescindible que los legisladores europeos tengan en cuenta que los objetivos planteados no sólo son ambiciosos, sino que deben ser conseguidos de manera equilibrada y simultánea para que nuestro sector cumpla su misión básica: mantener las luces encendidas y la industria en funcionamiento a un coste competitivo y contribuyendo a la protección del medioambiente.
Para hacerlo posible, Eurelectric pretende fomentar el diálogo con los responsables políticos, los clientes y los grupos de interés a fin de emprender las acciones conjuntas que sean necesarias. Y la convención de Barcelona puede ser un punto de inflexión decisivo para superar los retos del futuro energético. -
Rafael Miranda es consejero delegado de Endesa y actual presidente de Eurelectric, asociación de las empresas eléctricas europeas.
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